Generación del 94

Uno de cada cinco andaluces de 24 años no trabajó nunca

  • Un 67% sigue viviendo en el domicilio familiar, otro 20% se ha marchado de la región y las oportunidades laborales principales son de vendedoras y camareros

Presentación de jóvenes Erasmus en la Universidad de Huelva

Presentación de jóvenes Erasmus en la Universidad de Huelva / Alberto Domínguez

En el año 2010 el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía entrevistó a 2.573 adolescentes nacidos en el año 1994. Ocho años después ha realizado un experimento por el que ha vuelto a preguntar a los jóvenes nacidos aquel año para saber qué ha sido de ellos. Los resultados acaban de publicarse. El dato más relevante que arroja esta encuesta, que tiene la originalidad de ser continua y cuyos detalles se conocerán a lo largo de este año, es que uno de cada cinco de esos adolescentes ya no reside en Andalucía, si bien una buena parte de los casos se debe a que se han ido a estudiar fuera. El otro dato relevante es que también uno de cada cinco, que ya han cumplido los 24 años, no han tenido ni una sola experiencia laboral en su vida. Jamás han ganado un sueldo.

Pero además hay numerosos cruces de datos que dibujan la sociedad juvenil andaluza, a través de ese universo, que se ha criado en la crisis, que prácticamente no han conocido otra cosa que la crisis. El perfil de aquellos chicos tomados por las mayores magnitudes era el de familias estructuradas con dos hermanos que vivían con unos ingresos que se movían entre 1.100 y 1800 euros, con padres que habían terminado la enseñanza secundaria obligatoria, pero que no habían accedido a más estudios, y que sólo la mitad de ellos, un 52%, habían ido pasando cursos sin repetir ninguno. Ese era el perfil del andaluz nacido en 1994 en el año 2010.

Gracias a esta encuesta sabemos qué fue de ellos estadísticamente. Así, sabemos que el 80,5% de los jóvenes de la generación de 1994 completó los estudios obligatorios y siguió estudiando, por lo que ya tenemos casi un 13% que se quedó por el camino académico, más otro 7% que acabó los estudios pero decidió no seguir por esa senda. Muy pocas de las que abandonaron eran chicas, ya que continuaron sus estudios más de un 84%. Mientras que entre los chicos el abandono escolar se sitúa en un 14%, en las chicas sólo es de un 10%. Estos cuatro puntos son una diferencia notable.

A los 18 años, el 72% de estos andaluces que habían seguido los estudios tenían esa actividad, estudiar, como única, mientras que sólo un 5% compatibilizaba estudios y trabajo, algo muy común en generaciones anteriores. Sólo un 11% de los andaluces de 18 años en el año 2014 se dedicaba a trabajar.

Seguimos avanzando en el tiempo y llegamos a nuestros días, cuando el recorrido académico parece haber finalizado y todos se enfrentan al mercado laboral. Las pocas posibilidades de hallar empleo o un mayor deseo de formación hace que, a día de hoy, un 43,7% aquellos adolescentes del año 2010 sigan estudiando. El 40% ya está de lleno en el mercado laboral y trabaja, principalmente como asalariados. Hay un 14% que se encuentra buscando trabajo y se declara en paro.De aquellos adolescentes encuestados en 2010, un 80% ya sabe lo que es cobrar un sueldo en algún momento de su vida, pero hay un 20% que jamás ha tenido acceso a ningún tipo de experiencia laboral. También se analiza cómo estos jóvenes se relacionan con el mercado laboral y cómo logran acceder a él.

El 64,8% solicita empleo a las empresas a través de la entrega del currículo y el 60,5% utiliza los contactos personales para encontrar su espacio en el mercado laboral. Las páginas y aplicaciones digitales especializadas también han sido utilizadas en la búsqueda de empleo por el 60,2%, aunque es una estrategia más empleada por las mujeres (67,2%) que entre los hombres (53,5%). Los programas de inserción laboral de la Junta o del Estado son utilizados por menos del 20% y luego hay un grupo más restringido, debido a la falta en estos años de convocatorias públicas, que ha acudido a la oposición. En concreto, un 7%.

Este mundo laboral para los más jóvenes está centrado en el sector servicios. Las mujeres del 94 piden trabajo en casi un 27% para ser vendedoras de tiendas o grandes almacenes, mientras que casi en el mismo porcentaje los chicos de esa generación se ofrecen para el mercado laboral como camareros.

Educación superior

Todo cambia si los jóvenes han conseguido alcanzar sus objetivos de educación superior y han finalizado sus estudios universitarios. Los ocupados que han alcanzado estudios universitarios se concentran fundamentalmente en ocupaciones de “Técnicos y profesionales científicos e intelectuales” (48,3%) o “Técnicos; profesionales de apoyo” (18,3%). Esto no debe confundir. A menudo los que han conseguido un trabajo de vendedoras o de camareros ganan más dinero que ellos.Llama la atención el enorme porcentaje de jóvenes que ha decidido abandonar no ya su ciudad, sino la comunidad autónoma. “De cada cinco jóvenes (19,9%) ha cambiado su residencia en los últimos 5 años a algún lugar fuera de Andalucía. De estas personas que han cambiado su residencia, el 58,3% se ha trasladado a otra Comunidad en España y un 35,9% a otro país en Europa. Estos cambios residenciales están motivados principalmente por razones de estudio (58%), por búsqueda de empleo (19,3%) o bien por traslados por temas laborales (17,8%)”, se explica en las conclusiones del estudio.

Sobre el desarrollo personal, la encuesta revela un alto grado de satisfacción. El 67,9% vive en el domicilio familiar, aunque la mayoría espera independizarse antes de los 27 años (33,1%), es decir, en el transcurso de los próximos tres años. Aquellos que han dejado el domicilio familiar y viven ya independizados en su casa propia (14,9%) viven principalmente en pareja (65,1%). Entre los jóvenes nacidos en 1994, en los últimos diez años el 17,7% ha vivido una pérdida importante de poder adquisitivo en su familia y mayoritariamente se sienten felices (81%) y con sensación de disfrutar de la vida (69,9%). Es lo que tiene ser joven. Las cosas no es que pinten de lujo, pero queda todo por delante. Dentro de otros pocos años seguiremos sabiendo qué ha sido de ellos.

Idiomas

Hay efectos educativos y sociológicos que, con el tiempo, acaban apareciendo en las estadísticas. Es el caso de la apuesta por los idiomas que trajo la Logse a finales de los 80 y que se complementó con programas de intercambio como el Erasmus, además de crecer en una sociedad totalmente globalizada. A día de hoy un 50% de los jóvenes andaluces de 24 años hablan fluidamente inglés. Pueden conversar y lo entienden. En la generación anterior a la Logse que denigra lo que supuso este cambio radical en la forma de enfocar la educación y que suele regodearse en sus altos conocimientos memorísticos, los conocimientos de idiomas útiles, practicables, no llegaban ni al 10% de la población. Aún así, el 45% de jóvenes de esta cohorte estadística que no domina idioma alguno que no sea el suyo sigue siendo un porcentaje preocupante.

.Siendo la primera generación prácticamente nativa en el mundo de las nuevas tecnologías no sorprende tanto que haya un 88% que maneje con soltura procesadores de textos o que un 70% maneje una hoja de cálculo o que incluso un 20% sepa programar, que es una tarea más compleja, sino que haya jóvenes de esta edad, aunque sean una minoría que estén indefensos a la hora de enfrentarse a tareas informáticas sencillas.

En esta encuesta también se preguntó por sentimientos percibidos durante la última semana (el sondeo telefónico se realizó entre mayo y junio de este año) y un 40% se mostró optimista respecto a su futuro y más de un 60% se sentía orgullosos de sí mismos y de los logros que iban alcanzando. Sólo un 3% dijo sentirse la mayor parte del tiempo solo o deprimido.

Por cierto, sólo un 1,3% contestó que se seguía viviendo con sus padres después de los 30 años. De hecho, la mayor parte pensaba que cumpliera los 27 años ya habría roto con el cordón umbilical con el hogar familiar.

Entre los jóvenes encuestados un 6,4% ya eran padres, pero la diferencia entre hombres y mujeres era muy notable, ya que entre las mujeres lo eran un 10%, mientras que los hombres no llegaban al 3%.

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