Málaga

El acusado de matar a su mujer enferma dice que ella le pedía que "quería morir"

  • Asegura que cogió el cuchillo "para matarnos los dos" y que él intentó cortarse las venas

El anciano acusado de quitar la vida a su esposa enferma de párkinson, con la que llevaba 63 años de matrimonio, declaró ayer que la mujer le pedía "que quería morir" y que el día de los hechos él cogió un cuchillo "para matarnos los dos", aunque ha insistido en que "no la maté, ella se mató". Posteriormente, dijo que intentó cortarse las venas con el mismo objeto, porque "yo quería morir con ella", pero no lo consiguió. "Ese día sufría, lloraba, me decía mátame", ha relatado, apuntando que él no lo hizo. "Le di el cuchillo, se mató", añadió el procesado, al que la Fiscalía de Málaga, la Abogacía del Estado y la Junta de Andalucía acusan de un delito de asesinato, solicitando todos la misma pena de 18 años de prisión. La defensa pide la absolución por inimputabilidad y que se le ingrese en una residencia y no en la cárcel. Los hechos sucedieron en octubre de 2010. El acusado, con 84 años, ha señalado ante el jurado popular encargado de juzgarle que la mujer, también octogenaria, arrastraba desde hacía siete años la enfermedad de párkinson, que la tenía en cama sin poder levantarse y la obligaba a tomar medicación fuerte dos veces al día, aunque ha apuntado que había ocasiones en las que estaba lúcida.

Ha asegurado que nunca tuvo problemas con su esposa, que "era lo más bueno que había" y que él "quería estar con ella, siempre con ella", apuntando que la mujer "no quería vivir así" como estaba, "por eso decidimos eliminarnos". "Me pedía siempre eso, que nos matáramos", insistió, indicando que aunque se les había concedido plaza a ambos en una residencia, "no era vida para nosotros". Añadió que él intentó cortarse las venas, pero no lo consiguió. La representante de la Fiscalía de Violencia contra la Mujer sostuvo en su exposición inicial que el acusado "premeditó" sus actos y que actuó "con frialdad", supuestamente propinándole dos puñaladas y tapándole la cara con una almohada para no oir los gritos. Recordó que en varias ocasiones desde que ocurrieron los hechos, el procesado ha reconocido los hechos y que no tenía disminuida su capacidad.

La fiscal señaló que "nadie es titular de nuestros derechos" y que aún cuando la mujer hubiera autorizado su muerte, algo que no comparten las acusaciones, "ese pacto era ilegal". Así, consideró que el procesado actuó de forma "cobarde", porque "sabía que su mujer no podía moverse, sabía que no podía razonar". Según los informes médicos, las heridas que él se hizo no pusieron en peligro su vida.

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