Andalucía

Defensa en todo el campo

  • Ningún agente relacionado con el sector agrario onubense tiene constancia de la campaña de violaciones masivas a jornaleras denunciada hace unos días por una publicación alemana

Recogida de fresas en una finca de la localidad de Palos hace algunas semanas, puesto que en la actualidad la campaña está próxima a finalizar.

Recogida de fresas en una finca de la localidad de Palos hace algunas semanas, puesto que en la actualidad la campaña está próxima a finalizar. / H. I.

Vivir es fácil con los ojos cerrados,

entendiendo mal todo lo que ves.

Se está poniendo difícil ser alguien,

pero todo se resuelve.

No me importa mucho

David Trueba eligió la segunda estrofa de una canción de John Lennon que se inspiró en la finca Santa Isabel, donde se hospedó cuando se desplazó a Almería para rodar la infame Cómo gané la guerra. Jamás hubo en aquel lugar campo de fresas alguno, pero el Strawberry Field de su natal Liverpool, un edificio del Ejército de Salvación, dio nombre a una de las mejores muestras de su talento. Curiosamente, en las incoherencias de Lennon, jamás hubo intención de incluir mención alguna a los frutos rojos, aunque siempre se asoció a ellos. En la otra punta de Andalucía, jamás se disfrutó del talento de ninguno de los cinco beatles, pero lo que sobran son campos de fresas, en dura rivalidad con el color de los frutos del levante de Andalucía, el verdadero oro rojo de la comunidad.

Los frutos rojos tienen sus certezas, como las que pasan por los casi 300 millones de euros de facturación y 70.000 empleos directos; también sus demonios como los que han surgido en los últimos días: "Temporeras extranjeras denuncian abusos de sus patronos en la recogida de fresa en Huelva. La explotación sexual en el campo es un secreto a voces, pero nunca hasta ahora han prosperado acusaciones contra los responsables de una actividad competitiva en Europa". No es el polémico reportaje de la publicación alemana Correctiv. Es una información del diario El País del 13 de junio de 2010. El actual, que ha servido para lanzar, tal y como ocurriera hace ocho años, una sospecha general sobre todo el sector fresero onubense, bajo el título Er kommt am abend (Él viene por la tarde) aporta bien poco sobre el anterior; lugares comunes, un testimonio bajo nombre supuesto que se extiende a cientos, miles de víctimas, escenario de la puesta en escena de una gran conspiración que abarca desde la sociedad civil, los medios de comunicación, la Policía o "un sistema judicial que apenas viene en su ayuda".

Lo más extraño del reportaje alemán es que está fechado el año pasado, en concreto en el mes de mayo, cuando Pascale Müeller y Stefania Prandi se desplazaron a Huelva para escribirlo. "Si no se portaban como ellos (los agresores) querían, les prohibían ir al baño y beber agua a 40 grados bajo el sol: Hazme caso o te cuento menos cajas". De nuevo no es el actual, sino el escrito hace ocho años. El de ahora casi calca lo anterior: "no se les permite ducharse durante toda una semana, con temperaturas de más de 40 grados y después del duro trabajo en los campos. Me dice que haga más cajas de fresas, más y más".

Una de las grandes incógnitas, no aclaradas del todo, es por qué algo que se hizo el año pasado, sale ahora con tamaña virulencia que, salvo un Sindicato Andaluz de Trabajadores, con reconocidas pretensiones de llegar a ser un interlocutor en las negociaciones del próximo convenio colectivo del campo, nadie ha dado credibilidad a una información de hechos sobre los que no existe denuncia alguna, ni el carácter generalizado que se atribuye desde Alemania. Dicho sea de otro modo: no hay ni un solo agente social o económico en la provincia que niegue que este tipo de comportamientos pase de largo por las fincas de la provincia, pero tampoco los hay que consideren que se trate de una práctica tan generalizada como se afirma en el reportaje germano.

Este medio contactó con sindicatos, ONG, representantes de la Justicia y la Administración además de productores para tratar de verificar lo que la publicación alemana califica como "la rutina diaria para muchas mujeres que trabajan en la agricultura española", y se refiere a ser "acosadas sexualmente, insultadas y violadas". Ninguna de estas personas ha visto algo semejante, sencillamente "porque lo hubiéramos denunciado", fue la respuesta más habitual; los "oscuros intereses" que se encuentran detrás de la oportunidad de dicha publicación, le sigue a corta distancia.

Quien primero puso manos a la obra para tratar de explicar lo sucedido en su justa medida fue la interprofesional Interfresa. Su gerente, Pedro Marín, insiste en la "tolerancia cero con unos comportamientos que nos avergüenzan a todos, pero con la misma contundencia tenemos que rechazar la generalización de esas actitudes a todo el sector". Marín confirma que su organización ha sido "la primera y la única que se ha dirigido a la Fiscalía para pedirle que investigue lo sucedido; hemos remitido un escrito para que nos diga quién y por qué se ha publicado ahora un reportaje del año pasado con la intención de hacer daño al sector". A su juicio, "si hay una pretensión de conseguir que la fresa alemana le quite mercado a la de Huelva no tiene sentido, ya que los consumidores prefieren la nuestra porque tiene mejor sabor y tamaño que la local".

Alberto Garrocho, presidente de Freshuelva, es de estos últimos y reconoce que "hemos interpuesto una denuncia ante la Fiscalía para que investigue estos ataques" y apunta directamente a "intereses comerciales, ya que en estos momentos, Huelva baja su producción y entra en el mercado la producción local; son campañas y maniobras interesadas" que "han hecho mucho daño, ya que desde que se publicó, han bajado las exportaciones a la mitad y los supermercados alemanes están revisando toda la documentación, con inspecciones y auditorías en las cooperativas; han hecho daño y se pone en cuestión el sistema de contratación en origen que funciona desde hace 22 años. Eso no quiere decir que esté todo perfecto, ya que entre las miles de personas que trabajan en el campo, puede haber quien se comporte de una manera no legal y contra eso estamos todos".

Miguel Ángel Arias es fiscal de Extranjería en la Audiencia Provincial de Huelva desde hace dos décadas y reconoce que en su trato durante todos estos años, "nunca he tenido conocimiento de violaciones masivas y si los hubiera habido se hubiesen activado los mecanismos de la legislación vigente; no se ha ocultado nada".

Luciano Gómez es el responsable de UGT para asuntos agrícolas y se sumó a la petición de "tolerancia cero contra este tipo de comportamientos" y apuntó directamente a "campañas que periódicamente se repiten en contra de los productos onubenses y que son muy beligerantes". No obstante, sostiene que "las condiciones en el campo son manifiestamente mejorables, por eso es necesaria la puesta en marcha de un Observatorio que las regule en el que podamos estar todos". En cualquier caso no duda en calificar de "barbaridad que no se corresponde a la realidad, la información sobre violaciones generalizadas". Su homólogo de CCOO, Juan Díaz, llamó a "mantener la cautela e investigar este tipo de hechos hasta sus últimas consecuencias" y por ello "solicitamos mantener una reunión que será efectiva en los próximos días con la subdelegada del Gobierno en Huelva". Aun así, sostiene que "me parecen una exageración", aunque le parecen "suficientemente graves si se trata de casos aislados".

Lucía Vizcaya fue jefa de Extranjería en la Subdelegación del Gobierno durante 28 años. Reconoce que no ha conocido "ninguna campaña de violaciones generalizadas tal y como se ha dicho en la publicación, pero de todas maneras, lo que se dice en el reportaje, es terrible. No sé si no se ha denunciado hasta ahora por miedo o por no tener respaldo legal, pero desde luego no las he conocido, porque las hubiera denunciado en el minuto uno".

Huelva Acoge y Cáritas tampoco tienen constancia de semejantes denuncias. Gladis Mesa, presidenta de la primera, reconoce que sus contactos con las trabajadoras marroquíes "no han ido más allá de problemas con la documentación" y desde la organización católica, su portavoz, Peña Monje, también asegura que "nunca hemos recibido denuncia alguna".

No se trata de no perder de vista el ombligo propio, sino de ser consecuente con los mecanismos que una sociedad tiene para defenderse de comportamientos que salpican a todos. La denuncia es clave, el conocimiento de unos hechos gravísimos es esencial para poder actuar contra ellos. De momento, nadie en Huelva se escapa de lo escuchado, de leyendas rurales o de "algo que todo el mundo sabe" pero que nadie ha podido ni medianamente justificar de una manera coherente. Lo denunciado es muy serio y el daño ya está hecho. A partir de ahora queda la respuesta ante una acusación que sería mucho más dañina si se archivara en el cajón del olvido. Los sectores que se organizan en torno al campo onubense deben ofrecer, además del rechazo generalizado a unos comportamientos impropios de cualquier sociedad civilizada, una respuesta para que no vuelvan a repetirse campañas de este tipo.

Alguien nacido en Liverpool lo dijo hace más de medio siglo:

Déjame llevarte allí,

porque voy a los campos de fresas.

Nada es real y no hay nada a lo que agarrarse.

Campos de fresas por siempre.

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