¿Agravio?

El aeropuerto de Sevilla aún tiene carencias, pero Muñoz enfatiza que se beneficia a Málaga por motivos políticos

Nuevo letrero del aeropuerto de Sevilla visible desde la pista.

Nuevo letrero del aeropuerto de Sevilla visible desde la pista. / José Ángel García

RESPONSABILIZAR al otro cuando llega el fracaso o la frustración es tan humano como erróneo es no analizar qué parte de culpa propia ha desencadenado el resultado final.

Andalucía tuvo ayer una magnífica noticia: recupera una conexión aérea directa con Nueva York (a través de uno de los aeropuertos de su entorno, Newark, que está en realidad en Nueva Yersey). La aerolínea estadounidense United es la que recupera la apuesta por Andalucía y toma el relevo de Delta, que ya unió la Gran Manzana con nuestra tierra hasta 2019, aunque su enlace era en el principal aeropuerto para viajar a Manhattan, el JFK.

Este nuevo vuelo directo tiene como destino el mismo del anterior: Málaga. No es casual ni caprichoso: es el principal aeródromo andaluz y el cuarto del sistema nacional.

Uno de los grandes problemas de Andalucía, lamento repetirlo una vez más, es el localismo. Lo escribo con la tristeza de ver que esa magnífica noticia transmutó rápidamente en una disputa con Sevilla, porque la capital andaluza lleva varios años intentando conseguir ese enlace directo.

Y el localismo, a su vez y rápidamente también, derivó en disputa política entre instituciones gobernadas por PSOE y PP.

El alcalde de Sevilla, el socialista Antonio Muñoz, acusó directamente a la Junta de “dinamitar” el trabajo de su gobierno municipal para lograr ese vuelo directo. La aerolínea pronto le desmintió al dar sus razones para elegir a Málaga. Pero eso da igual: hay votaciones dentro de siete meses y el agravio es una buena palanca electoral.

Cuando un turista decide volar casi 6.000 kilómetros para conocer una realidad distinta, y más si es norteamericano, pensar que los 200 kilómetros largos que separan Sevilla de Málaga son un obstáculo resulta absurdo, cuando además están conectadas por un tren de alta velocidad.

El aeropuerto de Sevilla no sólo tiene menos enlaces aéreos que el de Málaga, sino que no tiene hechos los deberes respecto a la facilidad de conexión con la propia ciudad y la red ferroviaria de alta velocidad. Pero esos argumentos se obvian en favor del agravio localista –tan malagueño, por cierto– porque la propia Junta y la Consejería están dirigidas por políticos de la Costa del Sol.

Tengo a Muñoz por un político inteligente y capaz (aunque su empuje y acierto inicial vayan de más a menos por diversos motivos de gestíón pura y dura de la ciudad), y seguro que seguirá trabajando por lograr que haya no uno, sino dos vuelos directos a Andalucía, y que el segundo llegue a Sevilla. En cuanto se le pase el globo de la frustración y el fracaso y aterrice.

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