Alcances

Musicales - El pianista y la persona

"El día que muera no quiero que nadie llore, porque nacer y morir es la misma cosa", proclama Bebo Valdés nada más comenzar el documental Old Man Bebo. No es una frase hecha. Casi dos horas de película pondrán en evidencia que la cabeza de Bebo se rige por pautas que aúnan una sabia mezcla de idealismo y practicidad. Dirigida por Carlos Carcas, la obra encuentra su fortuna gracias a que se deja contagiar del equilibrio, independencia, generosidad y sentido del humor del pianista cubano. La nostalgia por los años felices junto al clan Barretto, Cachao o Pérez Prado, la avasalladora eclosión del mambo, el mito del cabaret Tropicana o su decisivo papel en las carreras de Benny Moré o Pío Leyva, podrían haber supuesto una rémora para la felicidad de un Bebo que, de la noche a la mañana, pero bien seguro de que la Cuba revolucionaria no era para él, decidió poner tierra de por medio. El inesperado rechazo de EEUU estuvo a punto de dejar el legado artístico de Bebo en el limbo; desconectado del círculo de músicos cubanos en el exilio tras instalarse definitivamente en Suecia, la providencial aparición de Fernando Trueba, convertido en su propio Ry Cooder, rescata al músico, pero sobre todo al hombre. Este último enseña que siempre existen cosas mejores que hacer que lamentarse de la mala suerte.

Octavio Kotán, llevando al terreno donde el alma cubana se funde con jazz y funky adaptaciones de Rolling Stones, Beatles y Richard Rodgers y clásicos como Chan-chan, puso el broche de lujo de la noche.

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