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  • La Palma proporciona a cientos de mujeres decenas de actividades

Mujeres realizan encaje de bolillos en uno de los talleres del Ayuntamiento palmerino.

Mujeres realizan encaje de bolillos en uno de los talleres del Ayuntamiento palmerino. / C. López

En el ideario colectivo la costura y la confección en los hogares se asocia a una época donde estas piezas del vestuario eran poco menos que fruto de la necesidad de producir prendas con la que las mujeres lograban complementar los ingresos del hogar o ahorrar en la compra del vestuario.

Pero si nos libramos de perjuicios y conceptos machistas podemos apreciar la parte artística de un trabajo llevado a cabo por manos que supuraban talento y que eran capaces de crear belleza con unas simples telas. Mujeres que no tenían el reconocimiento social que merecían su talento, quizás por la racanería de una sociedad capaz de apreciar en toda su dimensión lo que bien podría ser denominado alta costura.

Ese talento es el que derrochan en La Palma del Condado los centenares de mujeres inscritas en la decena de talleres que promueve el Ayuntamiento, en los cuales se puede desarrollar ese talento, así como el que muchas ciudadanas puedan aprender una pasión a la que nunca pudieron dedicarse.

En ellos la población puede desarrollar el encaje de bolillos, pasando por retacería, pinturas en tela, de carey, manualidades y corte y confección; este último que cuenta con dos niveles para principiantes y quienes ya tienen amplia experiencia a la hora de ejecutar o diseñar patrones.

En cuanto a los bolillos, en estos centros municipales las participantes aprenden la ciencia para lograr aderezos de prendas que ofrecen un toque de frescura y distinción, enriqueciendo cualquier trozo de tela. En estos talleres conocen las distintas técnicas como las torsiones, trenzados y enlaces con los que se pueden recrear toda una amalgama de diseños.

Otro de los talleres que se desarrollan en La Palma más originales es el de retacería, una técnica de confección que se ha puesto de moda recientemente bajo el nombre anglosajón patchwork, pero que no deja de ser un tejido compuesto de pequeñas piezas de telas cosidas a modo de remiendo.

Con gran imaginación y pequeñas nociones de costura se pueden crear colchas, cojines, manteles e incluso prendas de vestir únicas y exclusivas para la gente sin complejos. Dicha técnica de confección tuvo su apogeo durante la gran depresión americana cuando la prendas de vestir se reutilizaban con remiendos en las zonas por donde más fácilmente se resquebrajaba la ropa, entre ellas zonas como las rodillas en los pantalones y las coderas en los chalecos, al ser éstas las zonas que mayor fricción soportan, sobre todo en los más pequeños mientras juegan o acuden a la escuela. Siguiendo determinados patrones a la hora de confeccionar las prendas se pueden crear bellas combinaciones usando sabiamente colores, tejidos y texturas que creen belleza jugando con el puzle de composiciones y formas.

La parte más pictórica también encuentra su hueco en los cursos de pinturas en tela, que enriquecen las telas y permiten gozar de prendas únicas; mientras que los talleres de manualidades ofrece a las alumnas la posibilidad de disfrutar con distintas técnicas y sobre todo innovar con materiales reciclables.

Los talleres no sólo tienen un componente lúdico y ocioso, sino que tal cómo citan desde el Ayuntamiento de La Palma del Condado persiguen un fin más elevado que no es otro que el componente terapéutico. En efecto, la práctica de estas artes manuales no sólo enriquece la convivencia y se mantiene la mente activa en procesos creativos.

Talleres como los de baile combaten el sedentarismo y mantienen en forma a las alumnas, amén de los beneficios que ello conlleva en materia de salud, tales como la mejora de la circulación sanguínea, la tonificación de los músculos, el aumento de la elasticidad de las articulaciones, así como la posibilidad de desprendernos del exceso de grasa corporal. En el taller las alumnas aprenden distintos tipos de bailes, desde los de salón, pasando por otros más populares. Quienes lo practican reconocen que se sienten mucho mejor, un beneficio físico que se traduce en un bienestar mental.

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