El torero Eduardo Dávila Miura recibió ayer el X Trofeo Memorial Manolo Vázquez, que concede el Real Club de Andalucía, El Aero, por lo más destacado de la temporada en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Dávila Miura, que recogió el trofeo, consistente en una obra de Luis Álvarez Duarte, que representa al maestro Manolo Vázquez, se hizo acreedor del premio, según el jurado, por su importante actuación en la pasada Feria de Abril, en la que triunfó ante toros de Miura en una reaparición como homenaje a la divisa familiar, que cumplía 75 años ininterrumpidos lidiando en la plaza de Sevilla, donde el torero se había retirado el 12 de octubre de 2006.

–Eduardo, ¿qué supone este premio?

–Como todos, mucha satisfacción. Son muchos por ese día de la retirada y estoy en deuda con la gente. Estoy recibiendo más de lo que he dado. Además, este premio no existía cuando estaba en activo y me hace mucha ilusión porque es Memorial Manolo Vázquez y las dos familias, Vázquez y Miura, hemos tenido siempre una gran relación.

–En concreto, ¿qué relación profesional y personal tuvo con el maestro?

–He tenido la suerte de tener una relación estrecha con el maestro, con su hijo Manuel y con Remedín. Ella me inculcó que los toreros estamos para más cosas que torear y en esa línea estoy con lo que hago ahora. Recuerdo al maestro en su reaparición y en su despedida, de la que guardo una entrada firmada por él. Cuando yo toreaba en Bilbao me iba a ver siempre al hotel. Y también tengo recuerdos en la finca de ellos, en Las Cruces. Cuando el maestro estaba retirado hablamos mucho sobre su reaparición, sorprendente a esa edad. Y para mi regreso tuve en cuenta consejos que me había dado Manolo Vázquez, así como otras conversaciones con su hijo.

–De aquella tarde del 26 de abril de 2015, ¿qué imagen le viene más veces a la cabeza?

–El momento en el que me vestía de luces en el hotel, con mis hijos presentes, y la ovación de recibimiento que me dio el público, así como el apoyo durante toda la corrida.

–¿Ha pensado en volver?

–No. Lo que sí tengo claro es que nunca me voy a vestir de luces en Sevilla. Después de lo que viví esa tarde, que fue tan grande, sería un grave error. No digo que no toree en festivales. Pero espero que Dios me dé lucidez para no vestirme de luces. 

–Me decía que tiene clavada una espina al no haber confirmado en La México.

–Me gustaría. Y si surge también torear en otra plaza importante, no cierro las puertas. En La México tendría que ser en una buena fecha y un cartel con sentido; de lo contrario, no iré.

–De momento, ¿cómo mata el gusanillo?

–Esta tarde –ayer– he asistido a un tentadero en Miura, estoy con aficionados prácticos y muy pendiente de la carrera de Pepe Moral, al que apodero y torea el 5 de abril en la Maestranza.