Feria de abril

El onubense Andrés Romero, dos orejas en un festejo grisáceo

  • Andy Cartagena consigue un trofeo y los otros cuatro rejoneadores –Rui Fernandes, Leonardo Hernández, Roberto Armendáriz y Manuel Manzanares– se marchan de vacío.

Después de un invierno primaveral, ayer se emplazó una primavera invernal en Sevilla. Al menos, a tenor de la tarde desapacible, nubosa y fría que atenazó a los espectadores que acudieron a la Maestranza. Sin sol, hasta el espectáculo de rejoneo, tan dado a las alegrías y donde las palmas echan humo casi siempre, resultó como el cielo, bastante gris. Y eso que, por supuesto, no faltaron peticiones de oreja por doquier que luego quedaban en agua de borrajas, como sucedió a Roberto Armendáriz, silenciado tras haber solicitado parte del público un trofeo.... ¡Misterios del público!. Todo ello contó con la materia prima de un encierro de Benítez Cubero-Pallarés, de desiguales hechuras y comportamiento.

Tras la primera de abono, el Domingo de Resurrección, la Feria de Abril arrancó con una corrida de rejones –hacía 18 años que no se abría con un festejo ecuestre–, en concreto con un sexteto de rejoneadores en el que Andrés Romero fue premiado con dos orejas y salió a hombros por la puerta de cuadrillas y Andy Cartagena cortó una; marchándose sin trofeos Rui Fernandes, Leonardo Hernández, Roberto Armendáriz y Manuel Manzanares.

Andrés Romero, con gritos de “¡Andrés, Andrés!”, de sus incondicionales, entre ellos un graderío con niños a los que invitó a la corrida, realizó una labor espectacular y desigual ante un buen toro, de salida, de Benítez Cubero, al que quebrantó en exceso, con un segundo rejón de castigo que acusó el cornúpeta, hasta echarse en tres ocasiones en la arena, antes de que el onubense lo finiquitara. Romero lo recibió con el marsellés en una mano. En banderillas hubo varias pasadas en falso y brilló en un quiebro. Con una legión de partidarios, ganó muchas palmas en alardes de doma antes de un rejonazo de muerte a este animal afligido que se había echado en el ruedo. Las dos orejas fueron un premio excesivo.

Andy Cartagena realizó una faena medida con un toro pronto, que fue a menos. Paró al astado en un palmo de terreno, estuvo acertado en banderillas, toreó de costado, le aplaudieron con fuerza los picotazos que lanzó su caballo Pantera al toro y tras un par de cortas al violín y el teléfono, mató de rejón para ganar un trofeo.

Rui Fernandes, que recibió a su oponente en la boca de toriles, realizó una faena a menos al que abrió plaza, que acabó hiriendo a una de sus cabalgaduras.

Leonardo Hernández se entregó a fondo con el reservón tercero en una faena con lidia meritoria, que malogró con los aceros.

Roberto Armendáriz, valiente, expuso en un trasteo con altibajos ante el manso cuarto.

Y Manuel Manzanares no precisó siempre al clavar ante el manejable quinto.

El espectáculo, grisáceo en su conjunto, con un público benevolente y varios trofeos, tuvo escaso contenido artístico de altura.

Ficha del festejo

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla

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