José Luis Pereda García. ganadero y empresario taurino

"En vez de darme las cuentas, van y me ponen dos guardas jurados"

  • El hombre que impulsó y dio vida a la plaza de La Merced habla de su enfermedad y de las dificultosas relaciones con la actual empresa gestora del coso

José Luis Pereda ha necesitado de un auto judicial para poder entrar a esa plaza de toros que el año de 1984 desperezó de sus ruinas. "Carlos Pereda, mi sobrino, fue a poner una denuncia para que me echaran de una plaza que yo les dejé en gestión". Tres noches de dureza en plena Semana de Pasión, le han llevado a dormitar entre las cuatro paredes de esa bodeguilla nueva que anda acicalando para sus gentes.

Es una magnífica ocasión para agradecer tantas muestras de afecto del mundo taurino onubense "

A modo de guardia pretoriana dos vigilantes puestos por la empresa que gestiona actualmente la plaza de toros, impiden el paso a cualquiera que pretenda acceder al coso onubense. También a este periódico. Tal así es la situación que ni esta entrevista pudo tener ese escenario. Sólo José Luis Pereda y Rosa, su compañera más cierta en toda esta historia, tienen ese salvoconducto que otorgó un juzgado ante la denuncia previa para que fuese desalojado. "Orden del gerente de la plaza", dice uno de los hombres de negro. Así que si en el final no hay acomodo posible, ¿por qué no intentarlo en donde estuvo el origen de toda esta plaza? Y entre esas cuatro paredes que circundan su primer despacho como empresario en la bodeguita de la plaza de toros ha surgido esta entrevista que tienen ante sí.

Sobre la mesa que nos acoge ha bordado la copa de vino una huella carmesí. También el hombre que la maneja en su mano frente a la entrevista es de los que dejan huella. Otras sin embargo se las marca la vida. Un cáncer le remató con furia cuando la temporada del 2017 comenzaba. Un año después Pereda dice que ha vuelto y parece que para quedarse.

-¿Cómo está el hombre?

-Gracias a Dios muy bien, con ánimo, físicamente recuperado. Sé que habrá subidas y bajadas pero estoy con ánimo después de una convalecencia dura y mirando con positividad y esperanza la vida. Y además agradecido a tantas personas, aficionados o no que se han interesado y preocupado por mí. Muchísimos amigos, gente del toro, prensa. Mil gracias a todos. Se dice que cuando llueve es cuando hace falta un paraguas. A mí me ha llovido y ese paraguas importante de la amistad lo he tenido. Desafortunadamente hay otras cosas que sí duelen, y mucho.

-¿En todo ese tiempo, ¿qué puede doler más que el cáncer?

-Siempre he tenido por bandera que lo principal es la familia unida. Creo que durante más de sesenta y cinco años de mi vida ha sido eso, una familia unida. Primero con mis padres, ahora con mi hermano, lo fue completamente unida con mis hijos y ahora por circunstancias que ocurren no lo está. No lo está porque tres de mis hijas han propiciado unas desavenencias que desde luego me han dolido y me duelen mucho más que el cáncer.

-¿Por qué anunciar ahora que vuelve?, ¿acaso se había marchado de esta plaza? ¿A qué tiene que volver uno?

-Llega el alta médica y vuelvo a la plaza a retomar la supervisión de mis negocios incluido el negocio taurino. Es lo que siempre he hecho. Eso fue después de que el 22 de mayo del año pasado llegara mi intervención en Sevilla. A mi vuelta pido las notas contables y financieras que habitualmente me daban y cual es al sorpresa que en vez de entregármelas me envían dos guardas jurados que impiden cualquier tipo de reunión de trabajo, con amigos, familia, asesores o incluso prensa.

-Obviar que hay disparidad de criterios en cuanto a su retorno sería hacerle un flaco favor a esta entrevista...

-Está claro que no le ha gustado a una parte de mi familia porque desde luego tanto a mi hija María José como a mi hijo José Luis no les ha supuesto ninguna contrariedad. Es una crueldad lo que estos hermanos de aquí están haciendo porque este negocio no es sólo de tres personas sino de todos. Pilar, Rocío y Fátima están manipulando un negocio en favor de ellos y eso yo, José Luis Pereda, no lo voy a consentir de ninguna manera.

-Abundo más. No deja de ser sorpresivo que el día que la Hermandad del Prendimiento le dedica esa levantá en plena Puerta Grande de la plaza, ese día haya dos ramos de flores...

-Pues se ve que mi hija Pilar, que nunca había estado en otra ocasión, quiso hacer más chico el ramo de su padre. Ella sabrá.

-¿Con todo ese peso que supone la enfermedad, cómo se lleva todo esto?

-Muy mal, porque yo fui el primer avergonzado cuando llegué a abrirle la plaza a mi Cristo del Prendimiento, sin contar que esa misma tarde hasta robaron el busto que de mi persona había regalado un buen amigo como es Manolín Muñoz.

-Perdone que le diga pero todo esto no parece sino un mal sueño.

-Un mal sueño, sí. Un mal sueño que me ha tocado vivir y que nunca he querido que empezara a ser público como hoy lo estoy haciendo con esta entrevista. Es una pena que después de tantos años de trabajo y tantas cosas construidas que algunos de mis hijos: Pilar Pereda, Rocío Pereda y Fátima Pereda envíen a sus cónyuges Óscar Polo y Santiago Arroyo junto a mi sobrino Carlos Pereda como brazos ejecutores de una oposición tan descabellada, con tan poco éxito y con un recorrido tan corto y con tantas consecuencias graves que puede tener para ellos. Después de haberles dado sus vidas, sus carreras, sus trabajos, sus casas y todo el bienestar que disfrutan. Dios quiera que nunca sus hijos le hagan a ellos lo que están intentando hacer a su padre. Los perros no muerden nunca la mano de quien les da de comer, sólo lo hacen los lobos.

He agotado desde julio todas las posibilidades que había de cerrar un acuerdo y que esto no llegara a la calle. Reuniones con mediación de amigos comunes, entre los hermanos, personas muy válidas de esta ciudad. No ha podido ser y he tenido que aplicar el 155, como en Cataluña. Pero que tengan claro que esto es sólo el primer paso. De aquí para adelante van a llegar otros. Luego se arreglará lo que se arregle pero que no haya duda de que traerá consecuencias y posiblemente muy graves. Y ese paso sí que va a ser penoso para mí; más sólo me quedan dos posibilidades: tragarme la rueda del molino o dejar correr el agua. Y no me voy a tragar la rueda del molino.

-¿Cómo debe terminar esto?

-Dios quisiera que mis hijas recapaciten, ver que todas las familias tienen sus arreglos antes de llegar a una debacle porque esto no cabe duda de que será una vergüenza; ya lo es para mí, lo será para ellos y seguramente lo será siempre para sus hijos.

-Ha dormido dos noches en la plaza. ¿Cómo es esa plaza de noche?

-He dormido tres y sí, la plaza es bonita a todas horas. Tiene sus momentos. Algo fría de madrugada pero cuando se es joven se puede con todo.

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