Toros

Rafaelillo, a golpe de corazón

  • El diestro murciano pierde el premio en el cuarto toro por el fallo con la espada · El Fundi, ovacionado en su lote · Juan José Padilla fue aplaudido · En la corrida de Miura destacaron el cuarto y el sexto

GANADERÍA: Se estoquearon cinco toros de Miura, desigualmente presentados. En juego, los mejores fueron cuarto (ovacionado), y sexto (palmas). Un sobrero de Conde de la Maza, un tío, con un buen pitón izquierdo (algunas palmas). TOREROS: José Pedro Prados 'El Fundi', de verde y oro. Estocada (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (saludos tras aviso). Juan José Padilla, de azul marino y oro. Casi entera arriba (saludos). En el quinto, estocada (palmitas). Rafael Rubio 'Rafaelillo', de grana y oro. Media y un descabello (saludos). En el sexto, estocada y cuatro descabellos (saludos tras dos avisos). Incidencias: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Domingo 25 de abril de 2010. Casi lleno.

La corrida de Miura, variada en su presentación, dio dos oportunidades para el triunfo. Fueron el cuarto toro, segundo para José Pedro Prados El Fundi, y el sexto, con el que cerraba actuación Rafael Rubio Rafaelillo. En ambos casos, los diestros acariciaron premio, que se les esfumó por el fallo con la tizona.

Rafaelillo, fue de los tres espadas el que con más intensidad llegó al público y quien apostó más fuerte. En el que cerró plaza se enfrentó a un astado con aspereza, que por el derecho llegó a entregarse y por el izquierdo se quedaba muy corto. El murciano, en los medios, concretó una faena muy valerosa y bien concebida. El pequeño torero en estatura, pero gigante de corazón, apostó fuerte. Consiguió tres tandas con entidad con la diestra. También afloraron algunos naturales estimables. Hubo un desplante a tiempo y precioso cuando ya había metido en el cartucho al miura. En la suerte suprema no encontraba los terrenos apropiados ni era capaz de cuadrar al toro. Perdió mucho tiempo en ello. Luego, falló con los aceros y adiós trofeo.

Con el galafate tercero, un cárdeno con malas ideas, se la había jugado de verdad anteriormente. En el capote dibujó un arriesgadísimo farol de rodillas. Con la muleta aguantó que el toro se le tirara al cuerpo en varias ocasiones, cuando lo citaba con la zurda. Por el derecho, el astado se revolvía en una loseta. Para colmo, el toro esperó al espada con peligro en la suerte suprema.

El Fundi tardó en confiarse con el imponente sardo saltó en cuarto lugar. Embestía bien por el pitón derecho y aún mejor por el izquierdo. El torero de Fuenlabrada tardó en centrarse, aunque le cogió el aire casi al final de una labor en la que hubo una buena tanda por cada lado. La faena resultó demasiado larga y el diestro de Fuenlabrada, que es un matador excepcional, pinchó en esta ocasión un par de veces antes de la estocada definitiva. Ovación para el toro y para el torero.

En el que abrió plaza, no tuvo opción alguna. El animal derrotó en el capote, en el caballo y en la muleta, echando la cara arriba en banderillas. El madrileño aguantó una colada escalofriante por el pitón derecho. También otra embestida al pecho por el izquierdo. Porfió. Eso fue todo. Y se volcó en una estocada muy meritoria.

Juan José Padilla dio fiesta a su aire al cárdeno segundo en una faena que brindó a Ruiz Miguel. Lanceó bien el jerezano a la verónica y el toro metió la cara. Pero ya tras un tercio en el que Padilla prendió los rehiletes con facilidad, el miura comenzó a orientarse. En la muleta la transformación había sido total. El toro comenzó a medir y la labor del torero resultó porfiona y sin frutos.

El quinto titular, muy flojo, fue devuelto. En su lugar se lidió un sobrero de Conde de la Maza. Un tío, con 610 kilos. Le zurraron muy fuerte la badana en varas. El toro empujó en un primer puyazo larguísimo y cumplió en otro. Padilla cedió el honor de las banderillas a su cuadrilla. El toro no seguía mal la muleta por el pitón izquierdo. El torero intercaló algunos muletazos meritorios en una labor que no llegó a calar al respetable.

Cierre. Se apagaron las luces de la Feria de Abril, en una tarde en la que el mayor brillo corrió a cargo de un Rafaelillo, a golpe de corazón, muy entregado, quien fue el que más carne echó en el asador, en una desigual miurada en la Maestranza.

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