Toros

Oreja para un gran Fortes, que se impone a una gris 'victorinada'

Fortes, en un natural a uno de sus toros ayer en Las Ventas, donde cortó una oreja.

Fortes, en un natural a uno de sus toros ayer en Las Ventas, donde cortó una oreja. / mariscal / efe

El joven malagueño Fortes cortó la primera oreja del año en Madrid, merced a una pura y entregada actuación, que le sirvió para imponerse a una descastada corrida de Victorino Martín con la que naufragaron tanto El Cid como Pepe Moral. Madrid no podía iniciar el año sin recordar a Victorino Martín, su ganadero por excelencia. Pero la corrida de ayer no funcionó como se esperaba. A los victorinos les faltó casta y entrega. Pero la fe de la parroquia madrileña en estos toros es tremenda. Quedó demostrado con los 14.484 espectadores que acudieron a Las Ventas. Y todo al reclamo de los grises de la A coronada.

También la terna de toreros había suscitado un gran interés, con dos jóvenes al alza como Pepe Moral y Fortes, y un Cid que sigue buscando reencontrarse con el gran torero que fue.

Los sevillanos El Cid y Pepe Moral son silenciados en sus respectivas actuaciones

No lo pudo demostrar, sin embargo, con un primero de corrida mortecino por falta de casta, agravada por una cornada que llevaba en la nalga izquierda. El animal salió de chiqueros sangrando y, algo aún peor, parece ser que ya estaba herido a la hora del apartado. Primer petardo del año. No hay ni que decir que el trasteo transcurrió entre música de viento y, por supuesto, sin pena ni gloria. Tampoco pudo ser con el cuarto, otro toro descastado, que se derrumbó en las probaturas de la muleta, pero que dejó estar, y al que el Cid diseñó una labor de querer y no poder. Pudo y debió estar mejor el sevillano.

Pepe Moral no tuvo material en su primero, una raspa sin clase ni recorrido y reponiendo a mitad del viaje. Por si fuera poco, el viento empezó a hacer acto de presencia. Ni un solo pase pudo dar el hombre, que acabó desistiendo. No dijo tampoco nada el insulso quinto, con el que Moral no pasó de las cositas sueltas en una labor también de escasa consistencia.

Pero con Fortes llegó la luz. En el tercero, un toro que no acabó de romper, sin humillar, sin entregarse, con el defecto de puntear los engaños a media altura y de afligirse cuando se le exigía. Tampoco ayudó el aire, que por momentos hizo ingobernable la muleta del malagueño. Ahí estuvo el mérito de Fortes, muy firme, valiente y, sobre todo, capaz para imponerse a tantas incomodidades y, sin dar nunca un paso atrás, acabar robándole varias lapas por el izquierdo, simplemente sensacionales. Pureza por naturales, muy sentido, hondo y ajustado, aunque fueran de uno en uno. Torería también a raudales en un epílogo por abajo antes de agarrar una estocada efectiva que le granjeó la primera oreja del año en Madrid, un trofeo de los de verdad. La ovación al toro, en cambio, sobró.

Y otra gran dimensión ofreció en el sexto. Entrega, verdad, pureza, temple y mucho pulso fueron los mimbres de una faena mal finiquitada con los aceros. Una pena que no pudiera redondear una tarde en la que el verdadero homenaje se lo dio él.

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