Toros

Enrique Ponce, Ferrera y Roca Rey salen a hombros en Olivenza

  • La terna lidió una corrida de Victoriano del Río de buena presentación y juego en su conjunto

Ante una corrida muy noble de Victoriano del Río, Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Roca Rey abrieron la puerta grande al final de un festejo en el que, a pesar de la frialdad ambiental, hubo calor en el ruedo y en los tendidos. Ponce en maestro, Ferrera con un acusado sentido del temple, y Roca Rey con entrega y decisión, dieron una muy buena mañana de toros. Casi tres cuartos de entrada. Tras el paseíllo, el público prorrumpió en una ovación a Enrique Ponce, quien invitó a sus compañeros a compartirla.

Se lidiaron seis toros de Victoriano Del Río, reunidos y bien presentados (bajó el más terciado cuarto). Corrida que dio buen juego en conjunto.

Tal vez, lo más destacado y lo que hace que en ese ruedo y en esa plaza de acrisolada belleza embistan muchos toros es que, además de acudir a ellas las ganaderías que están en mejor momento, el toro que se lidia es un toro en tipo, reunido.

En Olivenza no sale el toro destartalado y las corridas, como se está acreditando en esta feria, son parejas y armónico es el toro.

El encierro que mandó ayer el ganadero madrileño Victoriano Del Río confirmó esas premisas, y por ello embestieron, con distinto grado, los seis, lo que permitió que el toreo luzca en todo su esplendor.

Enrique Ponce parece un torero incombustible y, a tenor de lo visto, estará en activo hasta que él quiera, porque el público no lo va a echar.

A su primero, muy noble, le hizo una faena en la que la elegancia y la naturalidad resultaron proverbiales. Construyó una obra a más, por ambos pitones, con series muy ligadas y muy limpias. Vertical el torero, conjuntado con el toro, la belleza brotó arrebatadora, con la guinda de las poncinas finales. El muy blando cuarto se lo inventó él y le cortó las dos orejas. Muy protestado el animal, justamente, primero lo asentó para después encontrar su buen fondo y cuajarlo entre el delirio de los tendidos. Tres orejas dieron cuenta de su maestría.

Antonio Ferrera, de entrada tiene el gran mérito de haber aceptado la sustitución de El Juli en la corrida que cierra el abono oliventino.

En esta plaza que le quiere como a pocos toreros dio lo mejor de sí mismo en dos faenas muy suyas, en las que el sentido del temple, muy acusado, le permitieron lucir dos toros de muy buena condición y a los que hizo ir a más. Fueron dos trasteos largos, muy ligados, rematados los dos en la corta distancia, con mucha verdad.

Completaba el cartel Roca Rey, que nunca defrauda. El suyo fue el lote menos completo, a pesar de que sus dos toros resultaron manejables.

Con gran decisión y con la verdad que da torear con ajuste, también con una verticalidad muy personal, el peruano tapó defectos cuando hizo a su primero ir a más. Tenía tendencia a quedarse cortó y el torero consiguió llevarlo largo, sobre todo con la mano zurda.

Al sexto le faltaba ritmo, pero Roca Rey puso la colocación y el aguante para sacar muletazos muy estimables.

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