Toros

Castella y Saldívar, valientes ante una mala corrida de Zalduendo

  • El diestro francés, al que el palco negó un trofeo, destacó por su valor · El mexicano fue volteado en dos ocasiones

GANADERÍA: Toros de Zalduendo, bien presentados, pero desigualmente y de poco juego en líneas generales. El segundo y el sexto fueron los de más opción. TOREROS: Enrique Ponce, silencio tras aviso y silencio tras aviso. Sebastián Castella, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras petición y aviso. Arturo Saldívar, silencio tras aviso y palmas tras aviso. Incidencias: Plaza de Valencia. Lleno.

La poca clase y falta de raza del encierro de Zalduendo dio al traste con las opciones de triunfo de la terna en el noveno festejo de la Feria de Fallas de Valencia. Sólo el valor de Sebastián Castella, al que el palco negó un trofeo, y el arrojo de Arturo Saldívar, que incluso fue volteado en dos ocasiones, rescató a la tarde del sopor en el que estaba sumergida.

La corrida de Zalduendo, desigual de presencia, dio al traste con su poco juego con una tarde perfecta para ver torear, con temperatura primaveral y predisposición en los tendidos para jalear cuanto sucediera en el ruedo, pero el encierro de la divisa extremeña, desclasado y falto de raza, no quiso sumarse a la fiesta.

El palco le negó a Sebastián Castella, muy firme en sus dos turnos, la oreja del quinto que la plaza pidió mayoritariamente. El toro, bizco del pitón izquierdo pero con plaza y seriedad, embistió a media altura y lanzando derrotes. Castella, a base de consentirle con buena técnica, logró que el de Zalduendo no le tropezara la muleta. El final de faena fue de torero valiente, ligando un par de tandas en un palmo de terreno. Pese a la estocada defectuosa, se pidió el trofeo, que no fue concedido. Clamorosa la vuelta al ruedo y sonora la bronca al palco. Con el noble segundo, amplio de cuna, Castella inició su labor sentando en el estribo, dejándose llegar. En esta ocasión, el francés, tras las series en redondo, anduvo como en el patio de su casa entre los pitones: impertérrito, valiente y con valor sereno. Los aceros dejaron el posible premio en una ovación.

Saldívar salió arreado y atropellando, y a punto estuvo de pagarlo caro en sendos quites, las dos veces por chicuelinas. Se escapó de milagro. Con la muleta, el mexicano no logró templar las embestidas del bruto tercero y los continuos enganchones deslucieron su labor. Con el sexto, que repitió con codicia, dejó una faena larga basada sobre la mano diestra que no acabó de levantar los ánimos del personal. En ambos turnos anduvo espeso con la espada.

Encabezaba la terna Enrique Ponce, al que la mala suerte parece perseguir de un tiempo a esta parte en su plaza de Valencia. Al primero de su lote, manso pregonado y que huyó de los caballos, lo sujetó al final de la faena en la querencia a base de tesón, buena técnica y recursos. Con el cuarto, bonito de hechuras pero totalmente ayuno de raza, lo intentó todo en faena larguísima. Sonó el aviso y el torero acabó malogrando su esfuerzo con la espada.

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