Antes del 10 de enero de 1984 a nadie se le había ocurrido, en casi 30 años de historia de TVE, poner un fogón delante de las cámaras y elaborar algún plato nacional, entre la didáctica y la amenidad cultural, pese a que es un formato básico y muy veterano en otros países. Aún menos nadie se imaginaba que algún famoso (sí, un actor, un escritor; los famosos de antes) se podía atraver a ponerse un delantal. Todo eso se hizo de una tacada en Con las manos en la masa, programa de cocina que se estrenó los martes por la tarde en la Segunda Cadena. Elena Santoja se estrenó enseñando a freír un huevo y se trajo aquel día a uno de los primeros baluartes gastronómicos, maestro de cocineros, Luis Irízar, que guisó ante los fascinados espectadores unas lentejas al jerez. El espectador español (sobre todo el varón) empezó a tenerle menos miedo a las cacerolas y a las sartenes. TVE propugnaba que las familias comieran más sano, con más abundancia y más economía. Aquello era la 'Tele Roja', la tele guerrista, la de José María Calviño. El PSOE había puesto un pie en la puerta para que no entraran las privadas y mantener el monopolio con la condición de hacer una televisión pública más abierta e interesante.

Elena Santoja, la esposa del director Jaime de Armiñán (uno de los primeros grandes guionistas que tuvo TVE), aportó su dosis con este espacio culinario antecedido por la voz de Gloria Van Aerssen, de Vainica Doble (la otra componente era Carmen Santoja), y Joaquín Sabina. "Papas con arroz, bonito con tomate, cochifrito, caldereta, migas con chocolate...". La sintonía, que podría cantar cualquier español mayor de 45 años, era una declaración de intenciones de lo que se iba a cocinar en el programa durante casi ocho años, hasta septiembre de 1991. Por entonces se llamaba La cocina de Elena y a su presentadora le molestó que Alimentos de España no le pagara por poner su rostro al lado del patrocinador. Al gran despilfarrador, Jordi García Candau, el director general que se cargó todo el rédito de TVE para salvar los muebles del felipismo, ingrato como pocos, no le tembló el pulso de quitarse de un plumazo a Elena Santoja, que demandó sin éxito al ente. Ya se tenía en mente fichar para una franja diaria al cocinero que despuntaba en la televisión vasca, un tal Karlos Arguiñano.

Elena abrió la cocina en la televisión, pero tras su programa en el UHF apenas volvió a prodigarse en vitrocerámicas retransmitidas aunque colaboró de forma episódica para Canal Cocina. La también actriz y pintora, bisnieta del pintor Eduardo Rosales, falleció este lunes en Madrid, a los 84 años, tras haber sido alma durante lustros de la vida cultural de Madrid. Estuvo hasta sus últimos años exponiendo sus obras pictóricas, de técnicas multidisciplinares. Sus cuadros están repartidos por Lyon, Los Ángeles o Río.

En 1958 condujo un pionero programa femenino para TVE, Entre nosotras, y lo de ser fichada un cuarto de siglo después para Con las manos en la masa, fue idea del director de programas Ramón Gómez Redondo, al recordar que "la mujer de Armiñán era muy aficionada a cocinar". Santoja, unida para siempre a la divulgación gastronómica, participó esporádicamente en el cine, con Crimen de doble filo, de Borau, o El verdugo, de Berlanga, y trabajó en el teatro con Adolfo Marsillach.