Visto y Oído

Antonio Sempere

Pasión

Mucho se habla ahora de la enfermedad del domingo, de la melancolía del lunes

Sucedió el pasado domingo 4 de marzo, a eso de las nueve y media de la mañana, cuando Mercedes Martel compareció junto a Marta Solano a dar los buenos días con la actualidad en el Canal 24 Horas y La 1. "Estamos a catorce de marzo y…" se me cayeron los palos del sombrajo. ¿14 de marzo? Era 4. Como el 18 y el 25. Y el 15 de abril, el gran domingo del Festival de Málaga. El 13, 20 y 27 de mayo, con tantas festividades. O el 24 de junio, primero del verano o el 1 de julio, el del colapso en las carreteras.

Si a mí me cupiese el honor de cubrir las guardias del fin de semana, además de saberme el calendario de memoria, tendría en la cabeza qué elecciones, que citas en la agenda me tocan esos días, de manera que los eventos irían unidos inexorablemente a determinadas fechas. Sin posibilidad de errata o displicencia.

Mucho se habla ahora de la enfermedad del domingo. De la melancolía por la cercanía del lunes. Algunos vamos a contracorriente. Mi particular enfermedad del domingo nada tiene que ver con los lunes, a los que anhelo, con su rutina, su vida, su impulso. Mi enfermedad dominical tiene que ver, si acaso, con la rutina con la que lo afrontan las teles. Yo crecí conSiempre en domingo, Todo es posible en domingo y Fantástico, magacines enormes donde cabía la magia del directo. Donde nada era grabado.

Ese mismo domingo 4 de marzo en el que Mercedes Martel dijo "estamos a 14", Amat Carceller, en la previa del Mundial de Atletismo de Birmingham, afirmó estar "a contracorriente" cuando quería decir "a contrarreloj". Entraba la señal en directo y los colaboradores no callaban. Frente a la rutina, pasión. En la tele, siempre pasión.

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