Sociedad

Más de un millón de musulmanes en España se preparan para el ramadán

  • Cuando la luna creciente comience a verse, arrancará una celebración que en España exige mayor compromiso que en los países musulmanes, ya que cuesta más alterar el ritmo de vida.

Cuando comience a verse el creciente lunar a partir de este sábado, más de un millón de musulmanes que viven en España iniciarán el ramadán, un mes dedicado a la abstinencia que culmina con una de las fiestas grandes del Islám: el fin del ayuno o Aíd al-Fitr. La doctora en Filología Árabe y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Luz Gómez., explica que "el ramadán es especial porque se considera que en este mes Dios reveló a Mahoma el libro sagrado del Islám". Desde entonces, rezar cinco veces al día, profesar la fe, dar limosna, peregrinar al menos una vez en la vida a La Meca y ayunar en ramadán son los cinco preceptos que deben cumplir los musulmanes.

El comienzo del noveno mes del calendario musulmán se desplaza por las diferentes estaciones porque sigue las etapas lunares, y la extensión geográfica de las comunidades musulmanas hace que comience de manera escalonada. El ramadán es un mes dedicado a la devoción y la solidaridad en el que todos los adultos, desde la pubertad, han de abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales. Este ayuno con "carácter purificador" se realiza durante las horas diurnas, que se definen, popularmente, como "el tiempo que va desde que se puede distinguir un hilo blanco de un hilo negro hasta que no se puede distinguir",según Gómez. El ramadán tiene una parte importante de afirmación de la comunidad musulmana y, por ello, la comida de la noche se hace de forma colectiva y "suele avisarse con un cañonazo desde la parte más alta de las ciudades".

Said Bouzra trabaja en el Instituto Halal, especializado en los alimentos aceptados por la ley islámica, y ha asegurado que el ayuno es "una escuela donde se aprende a tener paciencia y autocontrol sobre el cuerpo, y a entender cómo se sienten los que pasan hambre". Ha destacado que "es algo entre la persona y su creador, porque cualquiera puede esconderse y comer". En España el ramadán conlleva "una fuerza de voluntad y de fe mayor" que en los países musulmanes, donde se cierran comercios y restaurantes durante el día y todos ayunan, "pero aquí la vida sigue igual", ha afirmado Said.

Además de los niños, tampoco están obligados a ayunar las personas mayores, enfermos crónicos, mujeres embarazadas, en periodo de lactancia o de menstruación, y las personas con enfermedades temporales: "No se debe poner en peligro la salud, los días perdidos se recuperan en otro momento, los mayores o enfermos pueden aportar una limosna diaria para los necesitados, y los niños aprenden del ayuno familiar", ha puntualizado Said. Luz Gómez recalca que en la última década, el ramadán ha pasado a ser conocido en España, lo que a veces conlleva prejuicios o sentimientos de extrañeza, "pero el conocimiento es el primer paso para que se naturalice la situación".

Esta profesora y también autora del Diccionario Islam e Islamismo (Espasa) sostiene que "el ramadán se va aceptando como una práctica no tan diferente de otras, como el ayuno de los cristianos durante la Cuaresma, y tanto el vocabulario como la tradición ya forman parte de la sociedad española". El final del ramadán es una de las fiestas preceptivas del Islam, reconocida oficialmente a los musulmanes en España por los acuerdos con la Comisión Islámica, que permiten solicitar un día no laboral a cambio de una de las festividades cristianas.

Es una fiesta familiar y entrañable, y las duras condiciones diarias tienen su compensación cuando las familias se reúnen para romper el ayuno con comidas tradicionales preparadas para la ocasión. Las familias se visitan y hacen regalos a los niños y las calles se engalanan como en Ceuta, donde más de 27.000 puntos de luz adornarán los barrios de confesión musulmana. Existen otras costumbres como la tradición egipcia de colocar un farolillo o candil encendido en las viviendas desde que se rompe el ayuno hasta el alba, que, según Luz Gómez, "se ha generalizado en muchas comunidades y resulta similar a las luces de la festividad navideña".

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