Sociedad

Un estudio revela que los adolescentes "se resignan" al maltrato escolar

  • El 7,3% de los escolares son víctimas del 'bullying', el 8,5% son agresores y el 84%, espectadores, según una investigación realizada por la Universidad de Granada.

La mayoría de los adolescentes creen que el maltrato entre iguales en el ámbito escolar "es algo que ocurre desde siempre y que además va a continuar", y presentan "una visión negativa, pesimista y de resignación" ante esta lacra social, lo que dificulta la intervención y deja pocas esperanzas para su erradicación, según se desprende de un estudio realizado en el departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada.  

Este trabajo, cuyo objetivo era conocer la representación que los adolescentes hacen acerca del maltrato entre iguales o 'bullying', se basa en una encuesta a una muestra de 1.237 niños de entre 11 y 16 años. Así, los investigadores constatan que, en los centros escolares estudiados, existen comportamientos de victimización con una tasa de incidencia de 7,3 por ciento de víctimas, 8,5 por ciento de agresores y 84,1 por ciento de niños 'espectadores'.  

El estudio advierte, además, de que, desde un punto de vista de la acción psicopedagógica, es necesario demostrar a los chavales que este tipo de actos "no tienen que continuar para siempre, y que se puede hacer algo para terminar con ellos", a través de programas educativos más completos.  

Para la autora de la investigación, María Jesús Caurcel, el maltrato se está incorporando "cada vez más" al bagaje cotidiano de la interacción entre los grupos de iguales, y se considera "como algo natural, que goza de cierta aprobación social". "Los escolares apoyan el comportamiento de los agresores, y dejan aislada y desprotegida a la víctima", alerta.  

Agresores "fuertes y extrovertidos"

El cuestionario aplicado a los niños reveló que, para describir a los protagonistas del maltrato, los participantes se sirven de estereotipos sociales, caracterizando a la víctima como una persona pasiva, socialmente incompetente y que experimenta estados emocionales desagradables de ansiedad, depresión e inseguridad. 

Sin embargo, identifican al agresor como una persona fuerte, valiente, extrovertida que experimenta estados emocionales agradables -'victimizador feliz'- que le dan poder y confianza en sí mismo, refuerzan su estatus en el grupo e inhiben otras motivaciones sociales para terminar con los abusos. 

La investigación realizada en la UGR también ha demostrado que existen diferencias de sexo en la percepción social que los escolares tienen del maltrato entre iguales. Las chicas condenan los abusos de una forma más crítica, reaccionan ante ellos con emociones desagradables, rechazan este tipo de situaciones y muestran más empatía hacia la víctima, siendo capaces de compartir su estado emocional. Sin embargo, los chicos resaltaban en sus categorizaciones la vulnerabilidad y  responsabilidad moral de la víctima, al afirmar que "debería sentirse culpable y avergonzada". 

El rechazo crece con la edad

En cuanto a las diferencias en función de la edad de los encuestados, las más marcadas se encontraron entre los preadolescentes de 11 y 12 años y los adolescentes de 15 años, en adelante. "La percepción de la vulnerabilidad de las víctimas y la intensificación del rechazo contra los agresores se acentúan conforme los adolescentes crecen, lo que se debe a una mayor interiorización de las normas sociales por parte de los niños", explica Caurcel. 

El estudio realizado en la UGR ha permitido encontrar asociaciones, regularidades y factores de riesgo y de protección que pueden servir como punto de partida para implementar intervenciones adecuadas, coherentes y realistas en los centros escolares estudiados. Además, ayudará a determinar cuáles deben ser los bloques a trabajar para programas de intervención directa que ayuden a salir de esa espiral de violencia injustificada a los adolescentes por sus propios medios, con el apoyo de toda la comunidad educativa.  

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