El avance de las aguas del Ebro tiene en vilo a Navarra y Aragón, cuyos gobiernos coordinan desde ayer un importante dispositivo para contener una crecida que se prevé extraordinaria. La situación, que no sólo afecta a este río, provocó el fallecimiento de una persona, un pastor de Codos (Zaragoza) de 37 años que el jueves fue arrastrado por el agua del Grío al intentar cruzar el cauce con sus ovejas.
A la espera de cómo avance el agua, los técnicos de la Diputación General de Aragón descartaron los desalojos de vecinos en algunos de los municipios más acechados por la crecida del río, como Boquiñeni, Pradilla o Cabañas de Ebro. La decisión no implica una relajación del operativo de prevención y auxilio a vecinos que movilizaron el Gobierno de Aragón, el Ejecutivo central o la Diputación de Zaragoza, como subrayó en su visita a la zona el presidente autonómico, Javier Lambán.
Porque la situación puede cambiar a pesar de que, como dijo Lambán, el río pasó por Tudela (Navarra) con entre 25 y 30 centímetros cúbicos menos que en 2015, año en el que se produjo una crecida extraordinaria. De hecho, la administración regional, en su coordinación, tiene en mente las consecuencias que generaron las inundaciones de hace tres años. Evitar daños es la prioridad.
Desde hace unos días se está reuniendo en Zaragoza el Centro de Coordinación Operativa (Cecop), al que acudirá hoy la ministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. Supervisará los trabajos ya hechos y recibirá en directo información de los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro y de la administración autonómica sobre el nivel del agua y su afectación a la Ribera Alta, la comarca aragonesa en mayor riesgo.
Tejerina, por tanto, conocerá la evaluación de un panorama que ayer por la tarde apuntaba a un ligero optimismo, ya que el personal que desde el puesto de mando del municipio de Luceni supervisa la coordinación alberga más esperanza que cuando comenzó la jornada. Lambán admitió que "las cosas están mejor de lo previsto".
Aunque acto seguido agregó que "no hay que bajar la guardia", porque las consecuencias del temporal de lluvias en otras zonas de Aragón, ya no sólo de la crecida del Ebro, se dejaron notar, por ejemplo, en la carretera oscense N-330, en las laderas del puerto de Monrepós, donde se abrieron considerables grietas que impidieron el tráfico al principal acceso al Pirineo.
Hasta 600 soldados y agentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME), de la Guardia Civil y de la Policía Nacional se desplegaron por la Ribera Alta para llevar a cabo, esencialmente, trabajos de contención del agua, como el levantamiento y refuerzo de distintas motas. La presidenta navarra, Uxue Barkos, instó también a "mantener la alerta" por el empuje de las aguas en la Ribera Baja.
En Tudela y en Castejón se esperan hoy los picos máximos de los caudales. Y para mañana se prevé que la crecida extraordinaria del Ebro llegue a Zaragoza, lo que ha provocado la suspensión del maratón.
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