Liga bbva

Con el traje de Vallecas (0-1)

  • El Sevilla se adapta a las circunstancias del recinto del Rayo y suma tres nuevos puntos gracias a su empuje inicial. Los sevillistas sufrieron al final por las numerosas faltas.

Tres puntos más para el Sevilla, que ya va por 29 a falta de cinco partidos aún para finiquitar la primera vuelta del campeonato liguero. Cierto que este botín lo obtuvo el conjunto de Unai Emery sin ningún tipo de brillantez, más bien todo lo contrario, pues en su visita al Rayo Vallecano sacó a relucir la cara más rústica y áspera. Fue algo así como vestirse para la matinal y colocarse el traje que exige un recinto como Vallecas, sin ningún abalorio y con todos los elementos adecuados para pasar por un mal rato. Pero el resultado es el mismo y bien está lo que bien acaba, por supuesto que sí.

Basta con analizar los once futbolistas que Emery escogió para arrancar en ese mediodía vallecano para percatarse de lo que perseguía el entrenador vasco. Ni uno solo de los niños están en ese equipo y en el césped se meten los hombres, los futbolistas con más tablas de la plantilla sevillista, los que deben conocer cuánto cuesta salir con la sonrisa de oreja a oreja del recinto madrileño. Tal vez el lateral izquierdo Diogo Figueiras es la única concesión a los más púberes y por ahí llegarían los principales sufrimientos para los visitantes, algo que igual se hubiera mitigado con la presencia en el césped de otro veterano como Fernando Navarro. Pero está claro que quien la lleva es quien mejor la entiende y Emery sabría por qué.

Con esas armas ya talluditas y expertas en mil batallas, el Sevilla arranca el litigio con una idea bien clara que pasa por ahogar al Rayo en su campo, con no dejarlo salir con la pelota, tal y como le gusta a Paco Jémez, e incluso con la intención de robarle el balón muy cerca de Cristian Álvarez. La segunda cuestión del ideario será que Pareja meta balones en largo a las espaldas de la adelantada defensa rayista para sacar provecho de la velocidad y también, dicho sea de paso, de la lentitud de Amaya a la hora de tapar esa faceta del fútbol. Con la presión muy arriba iba a llegar la primera gran oportunidad sevillista, pues Reyes realizó un robo perfecto a Abdoulaye Ba cuando éste intenta llevar a cabo las consignas de Paco Jémez de salir jugando y el utrerano se quedó solo delante de Cristian Álvarez, pero trató de darle un pase por delante a Bacca con tremenda velocidad y no fue preciso en ese envío. El Sevilla dejaba escapar una magnífica oportunidad para haberse puesto por delante en el minuto 5 del encuentro.

No ocurre nada, sin embargo, Krychowiak y Mbia siguen apretando muy arriba por detrás de Banega, Vitolo y Reyes y el Sevilla recupera el esférico con celeridad en ese arranque. A partir de volver a tener la pelota se atisba el horizonte por arriba y si no hay ninguna opción clara de pase, se echa para atrás para que sean los centrales quien tengan más opciones para jugar en largo. Así precisamente se iba a generar el primer gol, el único a la postre. El pase en largo de Pareja busca el espacio que se genera entre Amaya y Cristian Álvarez, el central no va, el guardameta corre el riesgo de tocar la pelota con la mano fuera del área y ser expulsado muy pronto y es Bacca quien acude a esa acción previamente entrenada. El colombiano toca con la cabeza y marca a puerta vacía con una tremenda facilidad. El Sevilla, esta vez sí, se ha puesto por delante en Vallecas y eso supone recorrer un tremendo trecho para salir de allí con tres puntos más a adicionar en la tabla clasificatoria.

Con el Rayo acusando el golpe, el Sevilla debió sentenciar en una jugada calcada a la del primer gol, salvo en los protagonistas. Coke coloca el balón en el mismo lugar más o menos y Vitolo realiza un control perfecto, domina con el muslo y sólo yerra a la hora de concretar, pues su intento de vaselina es fácil de ser interceptado por el guardameta. Al Sevilla se le había escapado la primera bala para tener una mañana de lo más plácida y ya estaba más que claro que el sufrimiento sería el sino desde ahí hasta el final.

Así fue. El Rayo, sin hacer nada del otro jueves, sí comenzó a dar pasos adelante, sobre todo cuando Álvarez Izquierdo comenzó a sacar tarjetas con tremenda facilidad y muchos de los sevillistas se sintieron amenazados con irse a la ducha antes de tiempo, particularmente un Krychowiak obligado a medir más de la cuenta. Los locales, además, hallaban un agujero por la zona de Figueiras y por ahí llegaban con cierto peligro, aunque la verdad es que era más el susto que otra cosa.

Así iba a suceder en el tramo final del primer periodo y en el arranque del segundo, pero conviene precisar que quien tuvo la oportunidad más clara para marcar de nuevo fue Vitolo. Alrededor de la hora de juego, Bacca traza un contragolpe de libro con un excelente taconazo hacia Reyes, éste ve la llegada del canario por la derecha y Vitolo, con todo a favor, es incapaz de concretar en el cero a dos que hubiera evitado mucho padecimiento a los suyos en el tramo final.

Porque el suicida Paco Jémez comenzó a quitar peones defensivos para meter elementos hostiles arriba, lo que se suma al bajón físico que experimentan los Reyes, Bacca, Banega y Vitolo, y como no los podía quitar a todos... Manucho entra por Raúl Baena, el ex sevillista Jozabed por el central Abdoulaye Ba... Y ahí se vuelve a ver que los centrales sevillistas sufren cuando tienen a un tanque entre ellos. Ocurrió con Kazim Richards en el Feyenoord, con El Arabi en el Granada y ahora con Manucho, lo que se traduce en una falta detrás de otra en las proximidades del área. Estaba claro que el Rayo podía empatar en alguna, pero la portería de Beto iba a salir indemne, entre otras cosas porque tampoco fueron oportunidades claras de gol ninguna, salvo un cabezazo de Manucho por encima de Figueiras.

El Sevilla, que encima jugó el final con diez por la expulsión de Carriço, suspiró de alivio cuando Álvarez Izquierdo hizo sonar su silbato tres veces. Se había llevado un botín de mucho valor de su visita a un campo tan desagradable y lo hizo, seguro, porque supo ser cameleónico y adaptarse a las circunstancias de semejante recinto. Ganó de una manera fea, es verdad, pero con el traje de Vallecas puesto.

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