Amortiguado con el paso de las horas y los días el mal trago que supuso el desenlace -en los últimos minutos para más inri- de la noche del pasado martes, el Sevilla de Jorge Sampaoli se alimenta ya de otra fuente de energía. Lo que iba a ser una noche de fiesta, una noche grande de Champions, instaló en el sevillismo una angustia que durará hasta el próximo 7 de diciembre, cuando los nervionenses tengan que visitar al Olympique de Lyon en la última jornada de la fase de grupos, fecha en la que se decidirán las posiciones definitivas y los caminos de cada uno en Europa una vez entrado 2017.

Sampaoli ya prepara mentalmente a los suyos para que este tropiezo, condicionado también por agentes exógenos (como el arbitraje de Clattenburg), no afecte al normal desarrollo del día a día del equipo. El Sevilla no puede detenerse y la mejor manera de cargar de moral las baterías de cara a la decisiva batalla de Lyon es su espectacular marcha liguera, competición en la que el argentino tiene a su equipo muy bien colocado y espera la visita del Valencia en inmejorables condiciones. Mejorando incluso los números de Unai Emery en su mejor campaña con 12 jornadas disputadas, el Sevilla va a tener un cargado mes de diciembre, en el que si sale airoso, puede afianzar su estatus entre los grandes de la Liga. Copa del Rey aparte, torneo que empezará en Formentera, los de Sampaoli tienen un calendario no demasiado exigente antes del parón navideño que empezará este sábado con la visita al Sánchez-Pizjuán de un Valencia claramente en horas bajas y rozando los puestos de descenso, para realizar luego un doble desplazamiento a Granada (colista) y Balaídos (el Celta es el rival mejor clasificado de los que tendrá en diciembre) para terminar con el Málaga en el Ramón Sánchez-Pizjuán el día 17.

Es precisamente en Nervión donde el equipo de Sampaoli había mostrado más firmeza desde el comienzo de la temporada en agosto, si bien las últimas visitas de dos colosos, Barcelona y Juventus, se han saldado con derrotas.