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Otra final... con el club patas arriba

  • La ausencia de N'Zonzi, ya sea por lesión o por castigo, añade un nuevo aderezo a una crisis que amenaza con pasar de lo deportivo a lo institucional

Otra final... con el club patas arriba

Otra final... con el club patas arriba

Como hace tiempo que no se recuerda, con el club prácticamente patas arriba, se subieron ayer a un avión Vicenzo Montella y un grupo de jugadores que tuvieron que aguantar hace menos de una semana unas cuantas cositas de aficionados con las caras templadas y el corazón a doscientos por la imagen ofrecida ante el Barcelona en la final de Copa.

Lo que se juega el Sevilla en estos cinco partidos (uno de ellos ante el Real Madrid aplazado) que le quedan para acabar la temporada es mucho. Lo que se juega el propio Montella puede ser su cuello y ya ha visto el italiano cómo esta misma semana ha rodado la cabeza del técnico que lo trajo, el director deportivo, Óscar Arias, primera víctima de una crisis como ya casi no se recordaba en el Sánchez-Pizjuán. Lo más parecido y reciente en el tiempo quizá fuera la salida de Monchi, pero sin el condicionante de que en el campo se viese reflejado toda la inestabilidad que reina en la entidad. Una mezcla entre gestiones de cara al próximo proyecto y entre el gesto casi desesperado de cruzar los dedos por que la pelotita entre en este final de campaña que tiene a todo el sevillismo atónito y también dividido.

Por si fuera poco, la última bomba estalló ayer por la tarde cuando se conocía la lista de convocados y en ella no aparecía Steven N'Zonzi, justo quien había sido protagonista en el regreso de la expedición desde Madrid el pasado domingo tras ser visto -y fotografiado- en una discoteca de la capital a altas horas de la madrugada sin dar muestras de estar afectado por el 0-5 encajado ante el Barcelona y la imagen ofrecida ante 25.000 sevillistas que viajaron con la ilusión de ver a sus futbolistas competir.

Con nada aclarado sobre si su baja obedece a cuestiones disciplinarias o a una lesión tampoco bien explicada por el club, unas molestias en el tendón rotuliano, todo se liaba más. "Pendiente de evolución, podría haber viajado, pero finalmente el técnico no lo ha incluido en la lista", rezaba la información en la web oficial.

El caso es que sin N'Zonzi, para el Sevilla sería una nueva tragedia que podría cobrarse nuevas víctimas que la expedición volviera de vacío de su viaje a Valencia.

Actualmente fuera de los puestos europeos, las consecuencias sí serían graves de no obtener una participación en Europa la próxima campaña. Y entre el sevillismo nadie se explica cómo un equipo puede cambiar tanto, cómo aquel equipo que llevó la ilusión a media ciudad con el campanazo que dio con el doblete de Ben Yedder en Old Trafford puede acumular hasta ocho partidos consecutivos sin ganar recibiendo goleadas como la que sufrió en el Wanda Metropolitano o unos días antes en Balaídos. Que Barcelona y Celta hicieran encajar nueve goles (un 0-5 y un 4-0) a los suyos en menos de dos semanas es algo que ha colmado el vaso de una paciencia ya agotada.

Hubo momentos de alegría y de muchas ilusiones, hubo una final con todo lo que un evento así conlleva, pero ahora lo que queda es salvar la temporada de la mejor manera posible y quedar entre los siete primeros cueste lo que cueste.

El consejo ejecutivo se ha reunido con todos los actores posibles. Ha pedido compromiso al entrenador, a los jugadores, ruega paciencia a los aficionados y espera que la diosa Fortuna también eche una mano si se da el caso porque lo que hay en juego es mucho y va más allá de lo deportivo y lo económico, rozando casi lo institucional por la inquietud y la esquizofrenia generalizada que pulula a sus anchas por las redes sociales.

Enfrente estará uno de esos rivales con colmillo que tanto se le atraganta a este grupo de jugadores. Por la composición de la plantilla, no le vienen bien al Sevilla los partidos trabados, de rimo intenso y contacto... y eso es precisamente lo que se va a encontrar en el Ciudad de Valencia, donde espera un Levante con algún jugador al que le duele esto más que a muchos de los que hoy defienden su escudo. Coke, el último héroe en una final ganadora, la de Basilea ante el Liverpool, encabeza la legión de ex sevillistas en el rival que también secundan Luna, Campaña y un Ivi que sentirá nostalgia y estupor con lo que han hecho con el filial que él y Borja Lasso, entre otros, construyeron.

La cita es para no fallar porque materialmente no hay margen de error. Cuando acabe esta batalla quedarán sólo tres que lidiar, mención aparte del choque aplazado ante el Real Madrid en el Sánchez-Pizjuán, y uno de esos tres duelos decisivos será nada más y nada menos que el derbi en Heliópolis ante un Betis que puede llegar al mismo ya clasificado para Europa y en disposición de dejar a su eterno rival fuera del Viejo Continente.

La final del Wanda ha iniciado una contrarreloj de alto voltaje en el peor momento y ha convertido en finales todo lo que le queda a este equipo que hoy entrena Montella y mañana no se sabe quién. Cuestiones habituales cuando un club está patas arriba.

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