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Hacer bueno lo inoportuno

  • El Sevilla, en una dinámica negativa por las bajas y los malos resultados, tiene la ocasión de volver a la senda del triunfo ante el Rangers Problemas La zaga acumula ausencias

Epílogo para la fase de grupos de la Liga de Campeones en el Ramón Sánchez-Pizjuán y una sensación bastante extraña en todo el entorno sevillista. El Sevilla se topa con el Glasgow Rangers en un partido que se ha convertido en algo así como una china en el zapato. Ni españoles ni escoceses se juegan mucho más que el dinero que la UEFA otorga por cada punto conquistado, aunque los nervionenses aún necesitan un punto para asegurar la primera plaza del cuarteto de equipos que arrancaron la competición en este Grupo G. Hasta ahí todo podría ser más o menos normal e incluso muchos de los más grandes de Europa se hubieran permutado con el Sevilla para tener una posición tan ventajosa; los problemas son la plaga de bajas que azota al conjunto de Jiménez y esos últimos resultados negativos que han disminuido de manera considerable la euforia en la afición sevillista.

Bajo esos parámetros se presenta este Sevilla-Glasgow Rangers que sirve para reeditar un duelo que ya tuviera lugar en 1962, hace nada más y nada menos que 47 años. Aquello, sin embargo, es la prehistoria y esto es el más rabioso presente con un partido que ha despertado muchísima más expectación en Escocia que en Sevilla. Es curiosa esta circunstancia, ya que si los blanquirrojos se juegan poco esta noche, menos aún pone en liza su adversario. Porque los nervionenses necesitan al menos un punto para asegurarse una primera plaza que podrían tener incluso perdida en caso de que el Unirea no se imponga a domicilio al Stuttgart. Pero el Rangers no tiene opciones para nada, ni siquiera para meterse como tercero en la Liga Europa. Es el resultado de la decepcionante primera fase que han protagonizado los vigentes campeones de su país, con derrotas en sus tres partidos como locales. A pesar de ello, el Rangers no estará solo en esta visita y su fiel afición se desplazará de forma masiva, pues se anuncia la llegada de más de 2.000 seguidores en las gradas.

Aunque todo permite indicar que semejante desplazamiento se llevará a cabo debido a que las reservas aéreas estarían pagadas con antelación, antes por supuesto de que el Rangers cayera eliminado, también podría ser la consecuencia de que los escoceses aún no conocen la derrota como visitantes. Es más, en los dos encuentros frente al Stuttgart y el Unirea repitieron el resultado de empate a uno. Está claro que el equipo protestante de Glasgow es mucho más peligroso fuera que dentro a pesar del ambiente que se vive en su estadio.

De eso deberá cuidarse, por tanto, un Sevilla que tiene que reencontrarse con el triunfo lo antes posible. Los nervionenses han sufrido un parón en su rutilante caminar precisamente cuando menos se lo esperaban. Cayeron en la Liga de Campeones en su visita al Unirea y empataron como locales en los partidos de Liga contra el Málaga y el Valladolid. Son tres resultados que no se podían esperar ni los seguidores más pesimistas de la entidad nervionense, pero ya son inalterables y no es cuestión de lamerse las heridas, sino de dar un paso adelante para abandonar esta mala racha.

Con esa intención ha preparado el encuentro Manuel Jiménez, consciente de que su equipo debe sentirse de nuevo con el aura del ganador. El problema está en las numerosas ausencias, sobre todo en una línea de atrás que deberá ser parcheada debido a que no están ni los suplentes de los suplentes. Ni siquiera Marc Valiente o Redondo, zagueros del filial que ya han partido este año en el primer equipo, podrán suplir a los Sergio Sánchez, Squillaci, Escudé y Adriano, bajas por diferentes problemas físicos. La solución parece que estará en otro joven del segundo equipo, concretamente Cala, aunque con Jiménez nunca puede descartarse cualquier otra opción. Muchos problemas, aunque el Sevilla jugará con 11 desde el arranque y eso debería bastarle para volver a recobrar el tono de equipo ganador que no debió perder. Ni siquiera en Bucarest contra el Unirea.

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