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Las aguas residuales inundan varios bloques de 'Las Vegas'

  • La Junta gastó un millón y medio de euros en arreglos hace casi dos años, que no han servido para nada

Rafael Pertegal Santiago pide las llaves del cuarto de contadores del bloque número 1 de la calle La Eneida. Este edificio siempre se conoció como el bloque 8 del conjunto 6. De hecho así reza en la vistosa fachada de color verde que se le puso al edificio cuando se reconstruyó, hace apenas cinco años. Pero la Administración decidió hace tiempo rotular las calles de las Tres Mil Viviendas con nombres de títulos literarios, creyendo que así se facilitaría la integración. Quizás suene mejor vivir en La Eneida, 1 que en el bloque 6.8 de Martínez Montañés, barriada que todos conocen en el Polígono Sur con el sobrenombre de Las Vegas, pero desde luego el nomenclátor no es el principal problema que padece este barrio, el más deprimido de la ciudad.

Una vecina se cubre la nariz ante el hedor del charco junto al que pasa. Una vecina se cubre la nariz ante el hedor del charco junto al que pasa.

Una vecina se cubre la nariz ante el hedor del charco junto al que pasa.

Pertegal Santiago es hijo de Rafael Pertegal Ruiz de Henestrosa, histórico dirigente vecinal del Polígono Sur. Padre e hijo muestran a este periodista el estado del barrio, que presenta un grave problema de atascos de aguas fecales. Para demostrarlo enseñan la entrada del bloque número 1 de La Eneida, en la que alguien ha colocado una tabla para no pisar el charco que se acumula en la puerta. Es uno de los dos edificios reconstruidos íntegramente en el barrio y, por tanto, uno de los que mejor estado de conservación debería tener. Sin embargo, presenta deficiencias estructurales ya desde antes de su inauguración.

Del cuarto de contadores sale un hilo de agua putrefacta. Una vecina le entrega las llaves a Pertegal hijo y éste se dispone a abrir la puerta para comprobar, y enseñar a los periodistas, el estado de estas dependencias. El joven vecino se encuentra con que no puede abrir la puerta, hay algo que se lo impide. Consigue abrir una rendija y se da cuenta de que es el agua acumulada en el interior lo que no se lo permite. El agua empieza a salir. Pertegal se pone de puntillas para que los deshechos acumulados no le manchen los zapatos. Los periodistas se apartan y la vecina que le ha entregado las llaves se tapa la nariz con la bata. En la calle La Eneida se forma un auténtico lago de orines y heces, que salen desde el bloque e incluso forman una pequeña cascada en el zócalo. El hedor no se puede describir con palabras.

"Aquí no se puede vivir, hagan ustedes algo, por Dios", dice una vecina de La Eneida, 1

El problema es común en toda la zona. Pertegal padre insiste en que hay una arqueta que también está atascada. Los periodistas le dicen que no es necesario que la abra, que ya se pueden hacer una idea. La vecina se queja. "Aquí no se puede vivir, haga usted algo, por Dios, que ahora llega el calor y aquí en el bloque hay más de veinte niños y también personas mayores en sillas de ruedas", proclama, como si el periodista pudiera hacer otra cosa que no sea contar lo que pasa. "Hemos ido a hablar con AVRA -la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía, la antigua EPSA, propietaria de los bloques de las Tres Mil Viviendas- y nos dicen que es un problema de vandalismo. ¿Qué vandalismo? Aquí no faltan los tubos, es un problema de construcción. Yo vivo en el cuarto y me entra agua de la lluvia porque faltan dos metros de tela asfáltica que no se colocaron en la construcción del bloque. Y me entra agua en el cuarto de baño cada vez que llueve y me insisten con el vandalismo. ¿Para qué quiero yo dos metros de tela asfáltica? Es más, si la hubieran robado estarían las losetas levantadas, y no lo están", explica Pertegal hijo.

Los vecinos niegan que los atascos estén causados por los robos o el vandalismo

Es cierto que el barrio sufre de vandalismo y que se roban objetos del mobiliario urbano y de los edificios. Es difícil encontrar un buzón, por ejemplo, en cualquiera de los portales. Pero la mayoría de los bajantes se aprecian enteros. De ellos, sin embargo, gotean inmundicias por los huecos que dejaron abiertos los albañiles que hicieron la última reforma. Es un mal común en prácticamente todos los bloques de Las Vegas. La Administración se gastó hace casi dos años más de un millón y medio de euros para realizar obras urgentes en Las Vegas y acabar con los atascos de aguas fecales, y con el riesgo de infección que suponen en periodos de calor intenso.

El arreglo no ha servido para nada y el problema es el mismo que el del año pasado. Los vecinos aseguran que desde diciembre salen aguas residuales de los edificios. Aseguran que han denunciado los hechos ante las distintas administraciones, sin que nadie les haya ofrecido una solución. Hoy sólo pueden taparse la nariz cuando pasan por algunas de las calles que llevan los nombres de grandes obras de la literatura universal.

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