La naveta

El triunfo de la sociedad

M UCHAS son las grandezas de la Semana Santa, a la que hay que mirar siempre con ojos de agradecimiento y con uno deseo de cercanía con todos los que la hacen posible, aunque eso a veces es muy difícil, tanto disfrute tendrá que conllevar al menos algún esfuerzo en lo personal.

La Semana Santa es el gran acontecimiento de una sociedad y pone de manifiesto sus grandes valores que en este caso nace de una cultura cristiana que aquí, en estos días, se pone de manifiesto. Su origen es innegable y su raíz es bastante profunda y consolidada. No se dejó nunca apartarse de su origen que es la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, un modelo de vida espiritual y terrenal.

El valor de la Semana Santa está ahí, en quienes son sus protagonistas. Es la gente la que la hace posible, la que se organiza de manera independiente aunque su carta de naturaleza se la ofrece la Iglesia con unos estatutos para asociarse. La vida de las hermandades es el nexo de unión de sociedad e Iglesia; le ofrece a ésta la frescura de lo que pasa en la calle.

Son hermanos que en torno a una devoción marcan una vida que se exterioriza a lo largo del año en diferentes manifestaciones cultuales y culturales, pero en ningún momento sujeta al poder civil. Esa independencia es la que la hace grande, esa movilidad es la que conlleva que pueda convertirse en el colectivo más numeroso de los que existen. Demuestra que la sociedad no necesita de quienes quieran desde el poder manipularla, dirigirla y gobernarla. Es el triunfo de la sociedad.

Las cofradías en su origen son colectivos de personas que desde el concepto de fe se unen para celebrar la Semana Santa. Durante estos días veremos ríos de gente en torno a unas imágenes y será una envidia para quienes no consiguen canalizar a los colectivos ciudadanos en acciones concretas. Aquí mueve la pasión y la devoción, que son los argumentos más fuertes.

Por eso hay que esperar que la Semana Santa, sus hermandades, se mantengan en esa independencia frente a la sociedad, que no se dejen manejar por nada ni por nadie. Es fundamental esa libertad que les hace vivir en esta sintonía con la ciudadanía. Por ello, más que buscar subvenciones lo que hay que pretender es la autofinanciación, que ofrece una mayor libertad; o que esas ayudas que reciban no sean condicionantes para nada.

En contrapartida están los 30.000 cofrades que de una manera u otra se encuentran vinculados a la Semana Santa. Una cifra que como dice un sabio canónico de Huelva, si se supiera canalizar sería de inmensa ayuda para todo lo bueno que quieran hacer las hermandades. Pero cuidado, que el enemigo lo podríamos tener dentro.

Hay que decirles a quienes se creen mesías en las hermandades que son aves de paso, que lo único grande e importante es el misterio de la Semana Santa que se hace presente en las calles de Huelva desde el Domingo de Ramos al de Resurrección.

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