Semana Santa

Un palio elegante que mece la perfección

  • La Hermandad de la Oración en el Huerto recorre con suavidad y gusto las calles del centro

El palio de la Hermandad de la Oración en el Huerto en su salida el Jueves Santo desde la parroquia de la Concepción.

El palio de la Hermandad de la Oración en el Huerto en su salida el Jueves Santo desde la parroquia de la Concepción. / reportaje gráfico: canterla

La tarde del Jueves Santo caía de forma lenta y con sigilo. El protagonismo era para cofradías que duermen en el centro de la capital. Como la Oración en el Huerto. La hermandad que reside en la parroquia de la Purísima Concepción aguardaba dentro de la misma con total organización. La amplitud del templo permite que todo el cortejo esté en disposición con bastante antelación a que se abran las puertas.

La candelería comenzaba a tomar luz, mientras que los costaleros terminaban de hacerse la ropa y los nazarenos esperaban impacientes a que comenzara su estación de penitencia. Devotos con lágrimas en los ojos miraban a sus titulares, que bien definen lo que significa la Semana Santa.

Minutos después se desarrolló en el interior del templo la primera levantá de cada uno de los pasos. En el misterio, el encargado fue José Enrique Sánchez, el nazareno más antiguo que sale en la cofradía y en el palio fue Bienvenido González, presidente de la gestora de la Hermandad de la Cinta, a quien se le dio ese honor debido al 25 aniversario de la Coronación Canónica de la Patrona de Huelva.

A las 19:00 tomó la salida la cofradía y cruzaron el dintel de la puerta los dos pasos de la hermandad. Suave y con las llamadas muy cortas debido a la estrechez de la puerta. Manuel Gómez Carnicerito, como capataz general, ordenaba el andar de sus cuadrillas de costaleros que hicieron un recorrido ejemplar.

El alcalde, Gabriel Cruz, presidía el cortejo debido a que la Virgen de los Dolores tiene la medalla de la ciudad.

Un recorrido marcado por el buen andar de los pasos que deleitaron a los onubenses por numerosos sitios de la ciudad. Las calles Murillo, Plaza Niña, o Vázquez López, entre otras, disfrutaron de la mecía perfecta de unos varales que movían el mismo cielo.

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