Desde mi esquina

Soy cristiano, soy católico

ESTOY a favor de la libertad de expresión siempre que se haga desde el respeto. No escribo estas líneas desde el mosqueo o desde el enfado, sino desde el pesar y la preocupación. En las últimas fechas, parece que los ataques a todo lo que huela a cristianismo se han puesto de moda. Ya en Navidad, lo más cool y rebuscado era felicitar el solsticio de invierno, o engalanar nuestras calles con adornos neutros, para que cualquier símbolo cristiano desapareciera del todo. Muchas de nuestras tradiciones más genuinas, no sólo por su sentido cristiano, sino por estar arraigadas en nuestra idiosincrasia española, se van diluyendo. De forma casi diaria, presenciamos en las distintas cadenas televisivas nacionales noticias donde se atenta de forma flagrante contra la Iglesia católica y contra nuestros símbolos cristianos. Parece como si para demostrar que se está con los tiempos hay que ser anticlerical, antirreligioso y por supuesto anticatólico. Evidentemente, esta legión de descreídos y agnósticos no ven, ni quieren ver, la labor social de la Iglesia y de todos sus grupos en favor de los más desfavorecidos. Atentar contra el sentir cristiano es hasta fácil. Hoy parece que definirse como cristiano es algo carca, trasnochado y de otros tiempos. Y ante esta avalancha de críticas, y en algunos casos de burlas, lo que más me apena es la pasividad y la indolencia de los cristianos.

Son muchos los sectores de la sociedad que quieren reducir todo hecho religioso al ámbito de lo privado, casi a la clandestinidad. Los cristianos debemos alzar nuestras voces no en públicas manifestaciones, sino con nuestro comportamiento, en ámbitos de trabajo o en espacios sociales donde nos movemos. No nos avergoncemos de decir que somos cristianos y que pertenecemos a la Iglesia católica. No podemos situarnos en la facilona postura de lamentarnos en el interior de los templos y hermandades. De nada sirve, que en las homilías, los sacerdotes se quejen de esta situación ante los fieles y que los cofrades nos sintamos ninguneados y nos quejemos en las casas de hermandades y en tertulias de los ataques continuos a nuestras tradiciones. Ahora, es el momento de salir a la calle demostrando unidad, que pertenecemos a la Iglesia Católica, de que somos cristianos. Evitemos entre los cristianos enfrentamientos pueriles y baladíes, pues estos a la larga dan pábulo a los que nos critican. Ser coherentes con lo que decimos que creemos. Esa será la mejor forma de revertir esta situación contraria a nuestra fe. Estamos en pleno Año Jubilar de la Misericordia. Entre las obras de misericordia, la cuarta de las espirituales es perdonar las injurias. A pesar de todo el bien que hace la Iglesia, las críticas seguirán, nosotros no debemos ser meros espectadores de estas posturas contrarias a la fe. Hay que ser activos en la defensa de la condición de cristiano con nuestro obrar y con nuestro compromiso. Es inútil alzar la voz, gritar, encenderse... los cristianos estamos comprometidos con el tiempo que nos toca vivir. Nuestras tradiciones están fuertemente arraigadas en la cultura del pueblo y todos aquellos que atacan a la Iglesia sólo demuestran una gran ignorancia de esta época que vivimos y, por supuesto, un gran desconocimiento de la Iglesia.

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