José oliva toscano - aguaó

"A los chavales ya no les gusta el aguardiente en el botijo"

  • Es el que organiza las excursiones del Recre, y por eso es el ýCapitán Olivaý, se lo puso el alcalde Pedro Rodríguez y el está contento con ello, en Semana Santa va de aguaó en el Cristo de la Sangre.

Es aguaó en Semana Santa. Va detrás del paso para aliviar la sed de los costaleros, a él le gusta el oficio, ya lo hacía de niño y también fue costalero.

–¿Desde cuándo de aguaó?

–Ahora desde hace cinco años, pero antes estuve de los ocho a los 16 años y luego fui costalero de 1962 a 1976.

–¿Qué le mueve?

–Me gusta la Semana Santa y esta es una forma de seguir cerca, porque cuando llegaron los hermanos costaleros lo dejé, nos dijeron que podíamos seguir sacándolo, pero había que meterse de balde.

–¿Con quién fue costalero?

–Con Recamales, además iba con José Vázquez que era capataz de cabeza y yo de cola, el último paso que saqué fue el del Calvario.

–¿Algún percance en esos años?

–Me ‘arriñoné’ bajo el paso de la Oración y me acordé de mi tío, José Oliva, que lo había tallado.

–¿Cuánto cobraba?

–Empecé con 125 pesetas y terminé en el Calvario con 2.500.

–¿Cuáles son sus mejores recuerdos como costalero?

–En el barrio de San Sebastián con la Hermandad de Pasión no agasajan en todas las tabernas.

–¿Y tantas paradas?

–Había que descansar, el paso llevaba lo justo e incluso en algunas ocasiones con menos gente, de 42 se quedaban en 38 así el capataz de cabeza y cola se quedaba con dos vales cada uno y en lugar de cobrar 200 pesetas pues eran 600.

–¿Cuántas veces hay que llenar el búcaro durante el recorrido?

–Unas siete u ocho veces, primero en el grifo del patio de la iglesia y luego en los bares del recorrido.

–¿Se le echa aguardiente?

–No, a los chavales que van bajo el paso ya no le gusta el aguardiente, prefieren mejor el whisky, además no se le puede echar nada porque también le doy agua a los niños que van de monaguillos y acólitos.

–¿Lo pagan bien?

–No está mal, la hermandad me da 60 euros, empecé con cinco duros, y luego el capataz cuando nos comemos el bocata en la casa de hermandad siempre me da una propina de diez euros, porque me agrace el servicio.

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