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La carabela de Huelva navega con aromas de barrio

  • La barriada del Carmen se echa a la calle para acompañar a su devoción durante el recorrido por las calles de la capital

Como si fuera un navío de madera el misterio de la Hermandad del Prendimiento comenzó su travesía en la barriada del Carmen. La comparativa era tal, que hasta los vecinos se asomaban en las ventanas de los blancos edificios para despedir a una comitiva que surcó por las calles de Huelva con el aroma de su barrio y de su gente. Una devoción que persistió durante todo el recorrido al paso que marcaba Nuestro Padre Jesús del Prendimiento. Es complicado no dejar de contemplar el imponente misterio, el más largo de la Semana Santa de Huelva, así como su andar clásico y al son del bombo. Un compás que llegó a Huelva desde la provincia de Ávila con la Banda de Cornetas y Tambores del Amarrado.

La Hermandad del Prendimiento acarició el intenso sol desde el comienzo del recorrido, que no se sombreó hasta la llegada de calles estrechas con edificios altos. Hasta 60 costaleros bajo las doce trabajaderas escucharon en cada paso largo el característico crujir de la madera del misterio. Un sonido que se entremezcló con las marchas de inicio que bailaron entre el clasicismo y la modernidad. Silencio Blanco y La Pasión fueron las primeras notas en un recorrido que aumentó la brillantez para la vista en las calles de su barrio, tanto a la ida como a la vuelta de su itinerario, así como en el Paseo de la Independencia o las calles San José y José Nogales.

Todo cuidado al detalle en una hermandad que avanza a pasos agigantados con los pies en el suelo y que se eleva hasta el cielo cada tarde-noche del Miércoles Santo. Así, estrenaron dos ciriales en madera (tallados por Alexis Sánchez) y orfebrería (Gustavo Larios) de un gusto exquisito, mientras que también se acordaron de Gabriel, el pequeño asesinado en Las Hortichuelas, con un pescaíto en las cestas de los monaguillos del cortejo procesional.

La Hermandad del Prendimiento navegó. Con su barrio. Con su gente. Y con una devoción que se hace más grande en cada estación de penitencia hacia Nuestro Padre Jesús del Prendimiento.

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