Semana Santa

Un año en el que sí hubo Viernes Santo tras cinco de lluvias

  • Los costaleros que repiten en varios pasos siguen haciendo posible la salida cubriendo las faltas en algunas cofradías

La de 2008 será una Semana Santa que recordaremos por muchas cosas, pero sobre todo porque fue la que salieron todas las cofradías del Viernes Santo, lo que no se producía desde el año 2002. Pero esta Semana Santa tempranera trajo para los cofrades también muchos motivos de frustración porque el Martes Santo se quedó sólo con Estudiantes en la calle y el Miércoles Santo la lluvia hizo que se quedaran en casa las cofradías; sin olvidar las contrariedades que el agua también trajera al Lunes Santo por el miedo surgido tras aparecer una leve llovizna que hiciera a las Tres Caídas apresurarse a regresar a cortando camino, lo mismo que a Cautivo; mientras que tanto parte meteorológico de un lado y de otro llevó a la Oración en el Huerto a quedarse en casa cuando empezaba la clara mejoría de la Semana Santa, sin duda es que los informes de Internet han dejado a tras ese saber de una ciudad marinera que mira al cielo y a la luna, y sabe qué viento es el que sopla y qué es lo que trae. Pero en toda esta Semana Santa hay que quedarse con las palabras del obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, en las que decía que lo importante es el trabajo bien hecho, luego, lo demás depende sólo de El; y el obispo sí ha felicitado a todas las cofradías por ese trabajo bien hecho.

El Domingo de Ramos se mostró como gusta siempre para una jornada de apertura de la Semana Santa, la gente en Huelva participó de manera activa y había esa alegría que lo inunda todo, con el retorno de buenos capataces como Jesús Flichi en la Borriquita y José Carlos Martínez en el Cristo d ela Victoria.

En el frustrado Lunes Santo hay que insistir, sin lugar a dudas, en la participación de todo un barrio en la Cofradía del Cautivo, en esa devoción sencilla y enraizada en su gente. Con Calvario la más importante aportación al cortejo ha sido la incorporación de cuatro internos vistiendo la túnica penitente. Tres Caídas sigue siendo una cofradía portentosa en todos los sentidos, este año recuperando la caballería abriendo marcha, con sonidos secos y extraños a nuestros oídos pero que es otro matiz más del Lunes Santo.

El Señor de Pasión no pudo lucir la túnica blanca que tanto deseaban muchos hermanos de la Sacramental y en las Colonias se quedó echado en tierra el paso de la Sagrada Lanzada. Estudiantes sí se fue a la calle, lo hizo como tenía que hacer, con silencio, con recogimiento y con mucho rezo interior. El Cielo quiso que el Señor recibiera la bendición de la lluvia en el mismo lugar que el pasado año y que entrara toda la cofradía a hacer estación de penitencia en la parroquia de la Purísima Concepción. Allí fue buena acogida de todos, por sus párrocos y por sus cofrades. Luego el Señor volvió a salir y el dintel de la Concepción le dio marco de gloria. La cofradía caminó hacia su casa como sabe hacer, después de haber cumplido con su estación penitencial en Hermanas de la Cruz y en la Concepción.

El Miércoles procesionó en el corazón de los cofrades, no se recuerda una tromba de agua así en Semana Santa en muchos años. Las dos reinas se quedaron en casa y recibieron las miradas de toda Huelva. En el Prendimiento se lo olieron rápido y ya a las dos de la tarde habían decidido no procesionar.

El Jueves Santo la ciudad se volvió a echar a la calle; qué buen ambiente aunque falta unirse hasta la Madrugá, no con la Misericordia que le ha venido muy bien introducirse en el Jueves, sino con la salida del Nazareno, hay dos públicos, el de las cuatro de la mañana y el del amanecer, pero los dos multitudinarios y devotos del Señor de Huelva. Se va notando que está en su casa de la Concepción y se recuperan tiempos y estampas perdidas, como las saetas en el antiguo comercial o esa recogida de la Amargura entrando y saliendo, que recordaba a los más ilustres antiguos capataces de Huelva. ¿Quién dice que eso está mal?

Pero la estampa de la Madrugá sigue siendo la de los monaguillos de sólo algunos años delante del Cristo del Perdón, eso es aguante y voluntad de sus madres. Seguro que serán magníficos cofrades.

Pero nos quedamos con la tarde del Viernes Santo, sin sobresaltos que ya han sufrido mucho en estos últimos cinco años estos cofrades. Las pudimos ver todas en la calle, Descendimiento por el porche, el hermoso palio de la Caridad por la carrera oficial, o esa estampa sencilla de la Soledad del Silencio por Rafael López con la mirada de la Inmaculada en su monumento. En el Santo Entierro fue protagonista la mujer, no sólo porque iba la pregonera delante del Cristo Yacente, sino porque vimos detrás a las mujeres costaleras como aporte decidido a la Semana Santa y las vimos porque este año tuvieron hasta relevo, lo que significa que es una labor difícil pero que va cuajando.

Como cierre de la Semana Santa, la Soledad de María llegando a su ermita, todo fue solemne, las saetas de Eduardo Hernández Garrocho que cantaba a un lucero, o la de Mario Garrido que lo hacía a una estrella, para seguir con la marcha fúnebre de Choppen en los acertados compases de la municipal, con la batuta de Francisco Navarro. Sobrio, solemne y emocionante, ante su sencilla espadaña, un gozo para guardarlo siempre en el joyel cofrade. Así vivimos la Semana Santa y así la hemos contado.

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