La sobriedad con la que esta hermandad hace su estación de penitencia es ya bien conocida en el mundo cofrade de la capital. La Santa Cruz realizó ayer su sexta salida procesional desde La Merced; una salida que puede ser la última desde la catedral si cuaja en los hermanos, el proyecto del traslado a San Sebastián.

Los cofrades del Molino llenaron una vez más, la plaza de La Merced de espíritu de penitencia y devoción. Tras las visitas protocolarias recibidas -el obispo los visitó antes de la salida-, ya sólo había tiempo para el examen espiritual y así, el paso del Señor de la Providencia salió del templo ante la atenta mirada de gran número de personas, acompañado por las notas del trío de capilla 'Madre de Gracia'.

Aparte de numerosos estrenos como el fajín de la Virgen, un hermano de la comitiva portaba una reliquia de San Francisco de Paúl ya que no se puede olvidar que la hermandad está agregada a los orden de los Franciscanos Mínimos. Bajo la dirección de Manuel Corsi y Antonio Guerra se desarrolló el recorrido que tuvo como primera parada, la Universidad donde el rector Francisco José Martínez, esperaba a la puerta para mostrar sus respetos.

Un año más, la Santa Cruz efectuó su estación de penitencia en Santiago Apóstol donde estos cofrades tienen a bien realizar este acto piadoso, según el voto per crucem ad lucem (por la cruz hacia la luz), por el que sólo acceden al templo del Molino un hermano en representación de todos los penitentes, el hermano mayor y el secretario de la Santa Cruz.