Diario de Pasión

Media hora más de espera

  • La hermandad de la calle Arcos aguantó lo que pudo en su recoleta sede y se echó en cuanto pudo en brazos de la Albarizuela

EN la calle Arcos va y viene el frío en una de las jornadas con las temperaturas más bajas, al menos en sensación térmica, que se recuerdan en un Domingo de Ramos. O al menos así lo hacía ver la multitud agolpada a lo largo de la calle, entre chascarrillos y comentarios de familias que en su totalidad acuden cada año a esta cita religiosamente. Quizás ayudaba un sol que salía y se escondía. Había miedo a que la cofradía no saliera por riesgo de lluvia. Finalmente mantuvo a su cortejo media hora en la minúscula sede y se echó a la calle. No esperó 45 minutos como sus compañeras de jornada, sino 30, con la promesa de 'dejarse ir' en la calle.

La imponente cruz de guía de la cofradía de la calle Arcos es una de las insignias más imponentes que se ponen en la calle. Escoltada por cuatro faroles guías, la cruz, obra de Emilio Landa en 1950, fue tallada en caoba y posteriormente revestida en plata para más tarde adquirir catorce medallones de perfil, en esta ocasión a manos de Ramón Chaveli, evocando distintos momentos de la pasión de Cristo.

Sin prisa, sin pausa, pero con dificultad debido al viento, el cortejo de nazarenos de La Coronación pone camino hacia el barrio de San Pedro, sin pérdida entre de las personas agolpadas a un lado y otro de la calle Arcos. Mientras los capirotes negros se pierden por la calle Gaspar Fernández para desembocar en Antona de Dios y buscar Carrera Oficial, la ingenuidad y la juventud se hacen presentes ante el enfado de los niños por la imposibilidad de que los nazarenos lleven encendidos los cirios, impidiendo así darles cera.

Tres golpes de llamador resuenan en el templo y hacen que la multitud se vuelva de nuevo hacia la capilla, donde el racheado de los costaleros dirigen la canastilla barroca dorada que en su día modelara el taller de Manuel Guzmán Bejarano. Movimientos sencillos y cuidados de la cuadrilla de Tomás Sampalo que ponen dirección al exterior de refugio tras hacer las maniobras necesarias para que el Cristo de la Coronación vuelva, un año más, a desfilar por su calle y entre su pueblo, agolpado a las puertas y que no deja de aplaudir la maniobra costalera cuando la capa que porta Jesús es bañada por el sol y los sones de la banda de cornetas y tambores de La Coronación de Córdoba componen la marcha real.

El misterio, siguiendo a sus nazarenos ya comienza a desfilar hacia el barrio de San Pedro mientras que, entre las burlas de los romanos, Cristo resigna su pena con ojos entre abiertos con lágrimas transformadas en hilos de sangre que a ratos baña el tímido sol del Domingo de Ramos. Cinco son las imágenes portadas en la canastilla de oro por los 45 hombres de Sampalo que buscan la Carrera Oficial entre el resguardo del viento que ofrecen las estrechas calles que desembocarán en la plaza de San Andrés.

Entonces, alrededor de veinte minutos después, cuando Antona de Dios encierra el sonar de la banda de cornetas y tambores del misterio, dentro del templo de Los Desamparados comienzan a sonar con alegría las campanitas de los candelabros de cola del palio de Nuestra Señora de la Paz en su Mayor Aflicción. Una trasera que ya sirvió de cartel anunciador de la Semana Santa en el año 1990. En esta ocasión, es la cuadrilla de Isaac Núñez la que ponen, con la delicadeza que merece esta canastilla, a la Virgen cara al pueblo que la espera.

Difícil la salida de un palio de estas dimensiones por la puerta de Los Desamparados, mientras que la candelería que ilumina las lágrimas de María Santísima de la Paz brilla tras su restauración el año pasado. Mientras, la banda municipal de música de Villalba del Alcor espera el momento justo en que enlazar sus marchas con el tintineo de los candelabros de cola, que los presentes recompensan con aplausos.

La resignación dolorosa es un adjetivo común entre las dos imágenes titulares de la hermandad. La dolorosa, obra de Juan Astorga, conjunta varios elementos que resultan tan contradictorios como su evocación, paz en aflicción, belleza doliente y serena. Alegre el andar del palio y doliente la Virgen, en paz y afligida, entre los sones de la banda y el tintineo del palio, la hermandad en su conjunto busca ya la Santa Iglesia Catedral.

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