La sanidad del futuro

La reforma es una decisión que debe tomarse con financiación finalista

Lo más probable es que la sanidad del futuro será muy diferente a la sanidad actual, y todo ello se verá antes de 25 años. Las razones son varias, pero determinadas por tres factores. Uno de ellos se refiere al envejecimiento de la población y la cronicidad de las enfermedades, que hará necesario reformular la organización sanitaria para asegurar una correcta actuación. Otro factor alude a los avances médicos que en el ámbito tradicional de la investigación biomédica abren nuevas posibilidades de actuación frente a enfermedades habituales, sobre todo en el campo de la tecnología diagnóstica y terapéutica.

El tercer factor esta condicionado por la evolución de la genómica y la medicina de precisión que ya hoy comienza a aportar nuevas formas de actuación en medicina y cuyos progresos futuros aventuran un cambio de enorme magnitud en el modo de hacer medicina y en la propia forma de organizar la sanidad.

Ante este panorama, se hace inevitable un cambio en los aspectos relativos a la formación de los profesionales que, en el futuro, deberán integrar contenidos y cometidos nuevos. También será necesario un cambio en la manera de trabajar en el interior de cada profesión pero también, en la relación dentro de los equipos multiprofesionales. Y, por supuesto, habrá que cambiar la propia organización interna de los centros de salud y hospitales. Serán cambios paulatinos, pero sin duda que serán cambios muy relevantes que harán que en no más de dos o tres décadas la transformación de la sanidad puede ser más que notable. El reto fundamental de esos cambios se refiere a organizar un procedimiento de toma de decisiones que no afecte a valores clave. En el aseguramiento de las garantías de equidad y calidad, que debería plantearse como objetivo esencial, disponer de la financiación necesaria y legislar para que el "nuevo" sistema sanitario responda a esos valores.

El problema fundamental es que los desafíos demográficos, tecnológicos y de evolución de la genómica pueden hacer insostenible a la sanidad pública en los términos en lo que se financia actualmente. Y es por eso que resulta más necesario que nunca, revisar los mecanismos de financiación para asegurar que en el futuro más inmediato se disponga de una financiación suficiente y equitativa. Probablemente, no sea un reto que conlleve la necesidad de añadir más de un par de puntos de PIB a la financiación pública, algo que no sería inasumible para un país como el nuestro. Pero la reforma es una decisión que debería adoptarse pronto y haciendo que los fondos para la sanidad sean finalistas, además de suficientes y equitativos. Junto a ello, será necesario gestionar aún mejor y con total transparencia de resultados para que la sociedad pueda evaluar el uso de los recursos públicos.

Todo un reto que debería llevar a nuestro país al desarrollo de un nuevo marco estratégico que haga explícitos los nuevos objetivos del sistema público de salud, la planificación de acciones para conseguir dichos objetivos, los recursos necesarios y la evaluación continua de resultados. Necesitamos planificación estratégica y transparencia en un marco global que corresponde liderar al Ministerio de Sanidad e implicar a todas las Comunidades Autónomas.

Esta nueva orientación, requiere la implicación de todos los agentes sanitarios: profesionales, pacientes, organizaciones empresariales, sindicatos y partidos políticos.

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