Contaminación ambiental

La evaluación del impacto en salud es una metodología imprescindible

Esta semana hemos conocido los resultados de un estudio de la Escuela Nacional de Sanidad que determina que la contaminación por partículas en el aire ha provocado la muerte prematura de 26.830 personas en España a lo largo de una década.

Es una cifra tremenda que supone un aldabonazo en relación a la importancia de las políticas ambientales para la salud de la población y a la necesidad de trabajar seriamente en políticas sobre los determinantes de la salud, entre los que los factores ambientales se sitúan en lugar destacado.

Esta investigación se ha ceñido al uso de datos disponibles relativos al periodo 2000-2009 y obtenidos del Instituto Nacional de Estadística y del Ministerio de Medio Ambiente que que indican que el 90% de la mortalidad atribuible a las partículas se produce por debajo de los niveles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera seguros por lo que los autores del trabajo consideran que hay que intentar rebajar los niveles de la OMS.

La última estimación de la OMS determina que 6.860 personas murieron de manera prematura en España en 2012 por la exposición a la contaminación atmosférica de todos los tipos. El trabajo de Díaz habla de 2.683 muertes anuales, pero sin tener en cuenta contaminantes como el ozono, el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, también muy vinculados a las emisiones de los coches, al igual que las partículas. Así, 651 de esas muertes anuales prematuras están asociadas a enfermedades respiratorias y otras 556 lo están a problemas cardiovasculares, y el resto al al agravamiento de otras patologías.

Los datos preliminares del equipo de trabajo determinan que serían unas 9.200 las muertes prematuras atribuibles cada año a la contaminación a corto plazo; ello supondría unos 92.000 muertos en una década. Además, a los casi 2.700 fallecimientos anuales debidos a la contaminación por partículas, habría que sumar otras 6.000 muertes por los efectos del dióxido de nitrógeno y unas 500 por las concentraciones de ozono.

Hay que señalar que esta cifra total multiplica por ocho el número de fallecidos en accidentes de tráfico en 2015, pero no suponen un esfuerzo de trabajo conjunto ni de preocupación social similar.

A partir de estos datos la pregunta es: ¿qué se debe hacer? ¿Cómo debemos actuar? Seguramente, para quienes nos dedicamos al área de la salud pública y la medicina preventiva, resulta de pura lógica que deben reforzarse las políticas de salud pública.

Hace ya tiempo que se conocen los factores ambientales determinantes de la salud y que, en base a ello, se considera que es vital para la calidad de vida y para la prevención de la morbilidad y la mortalidad asociadas a la contaminación el desarrollo de acciones de control de las emisiones y otras similares. Las políticas de salud pública cobran especial relevancia en estos casos y deben sustentarse en datos de evidencia que la ciudadanía debe conocer para que sea más fácil encontrar complicidad social a las medidas restrictivas y de control que sean aconsejables.

La evaluación del impacto en salud de todas las decisiones públicas y privadas es una metodología imprescindible que debe extenderse de manera sistemática en los términos que se establece en la Ley General de Salud Pública de 2011. La salud en todas las políticas debe estar en la agenda de los gobiernos si queremos ganar años a la vida y evitar muertes prematuras e innecesarias.

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