La tribuna

Joaquín Guzmán Cuevas

CARL: algo más que crear empresas

SE ha cumplido recientemente el vigesimoquinto aniversario de la creación del Consejo Andaluza de Relaciones Laborales (CARL), institución autonómica que se ha encargado de cumplir con el importantísimo papel de regular las siempre complicadas relaciones entre empresarios y trabajadores. No obstante, el CARL también se ha interesado en los últimos años de otras funciones; entre otras, del análisis, tanto de la parte empresarial como laboral en Andalucía, y a la primera de ellas me gustaría dedicar algunas reflexiones.

Recuerdo perfectamente que hace unos cinco lustros, cuando el Consejo Andaluz nacía, entre economistas y responsables sociales andaluces empezaba a despertarse la conciencia de la necesidad de crear más empresas en nuestra región. Frente al problema del paro, había que fomentar empleadores y no tanto que el sector público asumiera toda la responsabilidad.

En este último cuarto de siglo se ha avanzado muchísimo en esta línea, tanto que, proporcionalmente, Andalucía en la actualidad tiene poco que envidiar a Cataluña, País Vasco o Valencia, en términos de número de empresas respecto a su población activa. Se han creado muchas empresas andaluzas en los últimos tiempos, y en ese proceso han participado positivamente distintos sectores institucionales: Junta de Andalucía, CEA, Universidad, ayuntamientos, etcétera. Incluso se han creado concursos televisivos que, en mi opinión, han impactado muy notablemente en estimular la conciencia empresarial de los jóvenes andaluces.

Se ha recorrido un interesante camino que se ha reflejado en un avance económico incuestionable en los indicadores regionales. Sin embargo, a pesar de ello, Andalucía sigue sufriendo una excesiva vulnerabilidad económica, tanto en el contexto español como europeo. Cuando los vientos corren en contra, los niveles de paro y crecimiento se suelen resentir más y, por otra parte, desde una perspectiva estructural, Andalucía tampoco ha conseguido remontar puestos en los rankings regionales españoles y europeos.

Una de las claves que se esconden detrás de este fenómeno es que no es suficiente crear cualquier tipo de empresa. Tener más empresarios es una necesidad, pero no siempre es suficiente para elevar la calidad macroeconómica del sistema.

En Andalucía se podrían señalar al menos tres puntos débiles en este sentido. En primer lugar, existe una excesiva atomización empresarial, donde el concepto europeo de pequeña y mediana empresa (pymes) -empresas de hasta 250 trabajadores- en muchos casos le viene grande. En eso nos diferenciamos de otras regiones españolas y/o europeas más avanzadas donde, al margen de la existencia de grandes corporaciones, existen bosques de pymes, con 100-200 trabajadores, que vienen a configurar los resortes de la estructura productiva.

En segundo lugar, se crean nuevas empresas, pero, en gran medida, pertenecientes a servicios tradicionales, lo cual supone escasa generación de valor añadido y empleo de calidad. Finalmente, según estudios recientes, se crean muchas empresas andaluzas pero con excesiva dependencia funcional; es decir, orientadas a buscar mercados (market-maker ) a productos elaborados en otros territorios, normalmente de superior desarrollo industrial.

Es por ello por lo que una nueva política de creación de empresa exige no sólo un enfoque cuantitativo sino también cualitativo, donde en la formación empresarial se incluya motivaciones intrínsecas relacionadas con la innovación, ambición económica, mejora del control interno, liderazgo, asociacionismo productivo... Es en esa línea en la que se localiza uno de los elementos más importantes para un profundo cambio estructural de la economía andaluza.

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