El recreativismo asiste en sus carnes a la involución del equipo. La ha metabolizado hasta el punto de percibir en su piel la temperatura del equipo. Del calor de los inicios de la temporada a la destemplanza del otoño que se presentó hace ya algunas semanas. Y ayer, el crudo invierno. Más allá de la torrencial lluvia que acompañó durante buena parte del encuentro o que aderezó los comienzos, el frío no llegó del clima, sino que surgió de dentro. No hay peor helada que la que te produce el corazón. Con 17 jornadas disputadas, el Recreativo se encuentra en una complicada situación clasificatoria. Ayer los recreativistas sintieron ese frío recorrer su cuerpo.
Y no fue el único porque el tiempo era para valientes. Porque eso fueron los casi 4.000 onubenses que retaron a la lógica para acomodarse en las gradas del Nuevo Colombino.
El choque estuvo cargado de emociones en los prolegómenos. El pequeño José Antonio Garrido hizo el saque de honor. El joven olontense que lucha para superar su leucemia recibió un merecido reconocimiento por parte del recreativismo. Fue un ejemplo para los albiazules, que le dieron la oportunidad de compartir como uno más los minutos previos en el vestuario y luego presenció el choque desde el palco.
Sobrecogedor fue el minuto de silencio por las vícitmas del accidente aéreo de hace unos días del Chapecoense brasileño. Huelva se mostró unida al dolor de todo el mundo del fútbol. Nunca un partido con tan poco fútbol brindó tanta intrahistoria. Porque si fuera poco el recuerdo permanente del Recre-Granada B de la temporada pasada, Jesús Vázquez además se sumó a la campaña contra la homofobia de Proyecto Panenka y lució un brazalete arco iris como capitán.
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