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Sinfonía inacabada de un valiente Betis (4-4)

  • Los verdiblancos ofrecen un enorme espectáculo en su visita a Anoeta, pero no son capaces de obtener todo el premio debido a que no fueron un equipo equilibrado. La defensa no tuvo nada que ver con el ataque

Sinfonía inacabada del Betis en su visita a Anoeta. La obra adjudicada al compositor austriaco Franz Schubert sirve perfectamente para identificar al partido protagonizado por el conjunto de Quique Setién frente a la Real Sociedad. Los verdiblancos fueron copartícipes de un espectáculo maravilloso de fútbol, de un juego de ataque constante, pero la satisfacción de sus componentes no debería ser total, pues, en el balance final, debe pesar igual o más que el brillante juego la incapacidad para no regresar con tres puntos en la valija después de marcarle cuatro goles a un rival tremendamente tocado, y cansado.

Pero éste es el gran atractivo de este juego que tanto apasiona llamado fútbol. ¿Cómo está la botella para este valiente Betis, medio llena o media vacía? Seguro que para su gente, para quienes profesan la fe balompédica radicada en el sevillano barrio de Heliópolis, el orgullo provocado por los 14 hombres que se vistieron de verde entero debe ser máximo. Cierto que tienen motivos para sentirse así, para pensar que los suyos vuelven a hincharles el pecho. Verlos pelear de tú a tú, sin dar jamás un paso atrás, de buscar el triunfo hasta el minuto 92, cuando Sergio León vio cómo un defensa le sacaba un balón entre los palos en la última oportunidad diáfana de gol, son cosas que al espectador tiene que hacerlo sentir bien.

Satisfecho en definitiva de tener a unos hombres que defienden el escudo con esa pasión. Hasta ahí, sin embargo, la visión del hincha, de quien paga un carnet y sólo le pide a los suyos precisamente eso, que puedan sentirse orgullosos de ellos. A partir de ese instante llega la reflexión del profesional del fútbol, de quienes dirigen la nave y de quienes, simplemente, analizamos lo que sucede en un tapete de fútbol, en este caso durante 96 minutos de juego. Y entonces el juicio no debería ser tan apasionado y sí cabe preguntarse por qué un equipo que ha marcado cuatro goles como forastero no se va con todo el premio en juego.

El Betis, es evidente, tuvo dos caras completamente diferentes en Anoeta y lo peor es que, como se encargaron de pregonar en las vísperas Quique Setién y algunas voces autorizadas de su vestuario, tal vez dejara escapar una oportunidad grande para haber salido como triunfador de la visita a un rival que tenía plomos en los pies por su compromiso intersemanal en San Petersburgo. Pero los béticos no fueron capaces de refrenar sus instintos y siempre pensaron en dar el paso adelante en lugar de protegerse y ser eminentemente más prácticos. Viendo las últimas jugadas, con los visitantes encerrados y creando un peligro letal con un simple despeje orientado, queda la duda de qué hubiera sucedido si la estrategia hubiera virado hacia protegerse más que hacia ir a un cuerpo a cuerpo total con un enemigo que también sabe tocar la pelota, está claro.

Pero tal vez este Betis no esté confeccionado para eso, para jugar con tranquilidad y saber guardarse las espaldas. Las pruebas fueron muchas e irrefutables durante esos 96 minutos de fútbol en el rápido césped de Anoeta. Cada vez que se producía un gol a favor de los hombres de Setién era palpable su incapacidad para defender la ventaja. Y viceversa, por supuesto que sí, porque la vez que fueron los realistas los que golpearon antes, con el 2-1 concretamente, sí apareció una versión respondona de los heliopolitanos, que sólo tardaron dos minutos en volver a igualar el tanteo.

Fue la única vez que el Betis estuvo por detrás y eso es lo que provoca el sabor agridulce del final, pues en el resto de los movimientos del marcador siempre estuvo por delante la tropa forastera o, en el peor de los casos, igualada. Setién planteó el encuentro con ese 1-4-3-3, en el que Javi García le guarda las espaldas a todos y tanto Guardado como Fabián manejan a la perfección los pasillos interiores y apenas se habían contabilizado seis minutos cuando Sanabria ya puso por delante a los suyos.

Las imágenes del Real Sociedad-RealBetis Las imágenes del Real Sociedad-RealBetis

Las imágenes del Real Sociedad-RealBetis / EFE

En ese momento, lo más fácil hubiera sido que la Real hubiera acusado la fatiga y simplemente se dejara ir. Pero no, el Betis permitió llegar demasiado al adversario por los costados y fruto de ello antes de la media hora ya le había dado la vuelta al marcador, el segundo tanto, por cierto, con su génesis en un saque de banda mal defendido. Pero la pegada bética devolvió muy pronto las tablas.

Así se arribó al intermedio y quien pensara que a partir de ahí, de la posibilidad de ajustar las piezas por parte de los entrenadores, llegaría la calma no podía estar más equivocado. Joaquín volvió a adelantar a los suyos nada más reanudarse el juego tras un doble error de Raúl Navas brillantemente aprovechado por Guardado, con su pase, y por el veterano capitán, con un toque exquisito a la red. En esa fase, tal vez, debió rematar el Betis a una Real que, entonces sí, pareció más nerviosa.

Pero no lo hizo y casi como quien no quiere la cosa Xabi Prieto volvió a igualar antes de que el Betis tuviera algunas dificultades en algunas de sus piezas. Joaquín y Javi García salieron del campo, igual que Sanabria, pero no se notó para nada. Fabián se situó en el medio centro para protagonizar un fútbol espectacular y lanzar, a través de él o Guardado, contras que eran letales con un Sergio León desatado. Pero siempre hubo un pero, pese al 3-4. Ahí llegó el empate demasiado pronto en un córner mal defendido.

Sin embargo, el Betis tuvo dos más en las botas de Sergio León, en una falta directa y en el balón que le sacan en la raya de gol, mas ¿fue injusto el empate final? También Adán le hizo un paradón a Zurutuza y Willian José tuvo una opción casi entre los palos. El empate, por tanto, tal vez premiara a los dos de la misma manera, aunque en el caso del Betis siempre quedará la sensación de haber escrito una sinfonía hermosa en Anoeta y haberla dejado inacabada.

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