real betis-valencia · la crónica

Marcelino baja de la nube al Betis (3-6)

  • El vendaval del conjunto ché supera a los de Setién, pese a la reacción bética tras el 0-4 inicial.

  • La entrada de Campbell ejerce de revulsivo hasta llegar al 3-4, pero el contragolpe valencianista sella la goleada.

Gaya celebra un tanto ante la decepción de Sergio León.

Gaya celebra un tanto ante la decepción de Sergio León. / Rodríguez Quesada

El Valencia de Marcelino García Toral bajó de la nube al Betis. Y lo hizo por dos veces en el mismo encuentro. La perfecta ejecución del plan inicial del técnico asturiano colocó al cuadro ché con un contundente 0-4 en el minuto 74, y después de que Sergio León desperdiciara un penalti con 0-2 que pudo meter a los verdiblancos en el partido. No lo hizo el palmeño pero sí Joel Campbell, en su estreno en el regreso a Heliópolis, quien actuó de revulsivo hasta llevar el sueño de la igualada a la grada, con el propio Marcelino desgañitándose pidiendo calma a sus jugadores con 3-4 en el marcador. Finalmente, de nuevo el cuadro ché impuso su contragolpe letal para sellar una goleada histórica con dos tantos más a un Betis que se había ido arriba creyendo en el milagro.

Es el Valencia un equipo superior esta temporada y, pese a esa excesiva relajación, quizá hasta lógica, con 0-4 que le complicó el partido, en Heliópolis enseñó un manual de virtudes para superar al Betis de Setién, al que le faltaron demasiadas cosas para contener a su rival. Intensidad defensiva, presión alta, velocidad de ejecución... El equipo valencianista ha absorbido en tiempo récord la libreta de su entrenador y eso lo coloca como un aspirante a casi todo en este campeonato liguero. El Betis, otro rebelde de este arranque de campeonato, lo intentó con sus armas, con ese fútbol de posesión que comanda Guardado, más retrasado de lo habitual, pero siempre pareció un peldaño por debajo de su elevado contrincante.

En el duelo de pizarras salió victorioso Marcelino. Con su muy trabajado 4-4-2, el asturiano incomodó la creación bética con una presión alta que incluso permitió ver a Parejo, con fama de apocado, presionar y recuperar en campo contrario. Se había iniciado el partido con alternativas, con ambos conjuntos intentando imponer su ritmo, pero poco a poco el cuadro ché se adueñó de la pelota para imponer su fútbol más físico.

La superioridad numérica del Betis en el centro del campo sólo se reflejaba en las pizarras. En el campo, los movimientos por dentro de Carlos Soler y Guedes superaban a los verdiblancos, que echaban en falta en exceso el físico de Javi García para contener ese potencial visitante. Únicamente Joaquín y Fabián rompían líneas, aunque sin generar peligro sobre la meta de Neto –también el asistente privó a Sanabria, en posición legal, de una clara ocasión–.

Casi a la media hora de partido, y con Guardado abarcando demasiado campo, el Valencia metió una marcha más. Del minuto 33 al 35, los de Marcelino generaron hasta cuatro remates con peligro. Carlos Soler o Rodrigo, éste en dos ocasiones, probaron fortuna ante Adán, aunque sería Kondogbia quien hiciera diana al conectar de cabeza un saque de esquina ejecutado por Parejo.

Pese al varapalo del gol, los de Setién no bajaron los brazos. Primero, en el minuto 43, con un lanzamiento de falta de Joaquín, el primer disparo bético en el partido, que Neto desvió a saque de esquina con apuros; luego, con una perfecta combinación entre el propio portuense y Fabián, que finalizó con un pase excesivamente atrás de Joaquín que Sanabria no consiguió rematar de manera limpia.

Cuando parecía el descanso lo mejor para que los verdiblancos se reordenaran, Guedes, espléndido toda la noche, logró uno de esos goles del campeonato. Un doble despeje de fallido de Guardado dejó el balón en el pie derecho del luso, que conectó un golpeo que se coló como un obús por la escuadra derecha de Adán.

Tampoco ese gol hundió a los verdiblancos, un equipo con coraje y orgullo. E incluso pudo trasladar esa reacción al resultado, después de que Sánchez Martínez decidiera que Kondogbia había cometido penalti por tocar el balón con el brazo. Sergio León agarró la pelota pero su ejecución, con potencia pero al centro, se encontró con el pie de Neto.

Ahí sí pareció bajar los brazos el equipo de Setién, lo que aprovechó el Valencia para abrir una brecha que también parecía definitiva. Rodrigo, tras otro córner de Parejo, y Santi Mina, con fortuna en el remate que desvió Mandi, colocaron el 0-4, lo que incluso sirvió para que Marcelino enviase al banquillo a Murillo, con tarjeta, quizá pensando en el duelo ante el Sevilla de la próxima jornada.

A la desesperada, Setién había movido ficha tras el tercer tanto valencianista, dando entrada a Camarasa y Tello. Tras el cuarto tanto visitante llamó a Campbell con la intención de que el costarricense se rodara en sus primeros minutos de la temporada. Las ganas del extremo y una excesiva bajada de tensión del cuadro ché convirtieron el partido en una locura. El propio Campbell, tras un regalo de Parejo en quizá su único error del encuentro, Sanabria, tras una asistencia del costarricense, y Tello, que culminó con una rosca una jugada también de Campbell, pusieron al Betis al borde de la igualada. El Villamarín, que incluso se había despoblado tras el cuarto tanto valencianista, no se creía lo que acontecía en el césped.

El Valencia, nervioso ante un guión que no era el trabajado, echó mano de todos sus recursos para frenar el ímpetu local. Y sobre todo lo logró de nuevo a base de goles, con dos contragolpes perfectos ante un Betis que ya había abandonado cualquier precaución defensiva. Zaza, con un violentísimo zurdazo, y Andreas Pereira, tras otra larga carrera de Guedes, sellaban una goleada para el recuerdo.

El regusto para los verdiblancos de nuevo fue amargo, pese al arreón de orgullo liderado por Campbell. En los partidos de verdad, en los dos que hubo en los 90 minutos, el Valencia pasó como una apisonadora por el Villamarín. Setién, que ha visto cómo su equipo ha encajado diez goles en los dos últimos encuentros, debe seguir mejorando ese estilo que ha ilusionado al bético, aunque el Valencia de Marcelino lo bajó de la nube.

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