50 ANIVERSARIO DEL PARLAMENTO EUROPEO

Elenco europeísta

  • La Asamblea Parlamentaria se constituyó el 19 de marzo de 1958. En los 22 años que España lleva en la UE ha habido 24 eurodiputados andaluces. Suelen votar lo mismo cuando se dilucidan intereses nacionales.

El Parlamento Europeo ha cumplido 50 años. No cabe decir el socorrido “parece que fue ayer”, porque la Comunidad Económica Europea no forma parte de la memoria española hasta mucho más tarde. Tras la entrada en vigor del Tratado de Roma, el 19 de marzo de 1958 se celebró la sesión constitutiva de la Asamblea Parlamentaria Europea. Cuando España ingresó en el club, entre los primeros 60 diputados españoles había siete andaluces.

Los pioneros hicieron su primer vuelo a Europa en la segunda semana de enero de 1986. En aquel avión, cargado de flamantes eurodiputados cooptados en el Congreso y el Senado, iba Luis Planas, por entonces diputado socialista en el Congreso por Córdoba y hoy embajador en Rabat. “El primer viaje fue a Bruselas a unas reuniones de grupos y comisiones. Hubo complicaciones: había una huelga de controladores en Francia, se anularon varios vuelos y se acumuló a todos los pasajeros en un Airbus 300. Así fuimos”. Planas cuenta que la primera impresión de Bruselas fue “que hacía mucho frío”. De hecho, los meses de enero y febrero suelen ser, con diferencia, los de temperaturas más bajas del año en la capital de Europa, con frecuentes nevadas. El frío es un argumento recurrente; fue empleado, como divertida excusa, por Felipe González cuando a mediados de los 90 rechazó la propuesta de ser presidente de la Comisión, que le hicieron algunos dirigentes europeos, como el canciller alemán Helmut Kohl. Con Planas en aquella primera aventura estaban otros seis andaluces: Francisco Oliva, Rafael Estrella, Juan de Dios Ramírez Heredia y Esteban Caamaño, del PSOE, además de Miguel Arias Cañete y Antonio Navarro, de Alianza Popular.

Por cierto, que Europa es un término ambiguo que en Andalucía se sigue identificando con unas instituciones que están en el extranjero y nos ayudan. Son falsas las dos premisas. Andalucía es territorio europeo y no se vuela a Europa cuando se está en ella. Sevilla, Cádiz o Granada son tan Europa como Estrasburgo, París o Berlín. Pero aquí no hay mucha conciencia de esta realidad. Tampoco es cierto que los fondos europeos sean sinónimo de solidaridad caritativa. Desde que España entró en la Comunidad Europea hasta enero de 2008, se han recibido en la región unos 58.000 millones de euros para infraestructuras, investigación, inversiones productivas, formación profesional, modernización agraria o pesquera, además de las subvenciones a la producción agrícola. Excepción hecha del dinero de la Política Agraria Común, el resto ha sido la compensación a un territorio menos desarrollado por la competencia de los más industrializados, dentro de un mercado único sin aranceles.

El segundo viaje a Europa de los pioneros fue a un pleno en Estrasburgo. Se trataba de un charter fletado por el Parlamento, que hacía el viaje de ida el lunes, Lisboa-Madrid-Estrasburgo, con vuelta el viernes. El Parlamento tiene tres sedes: en Bruselas (Bélgica) se reúnen los grupos políticos y trabajan las comisiones. En Luxemburgo, a una distancia como la que hay de Sevilla a Málaga, está la Secretaría general. Y una semana al mes los plenos se celebran en Estrasburgo, la capital de la Alsacia francesa, a otros 230 kilómetros de Luxemburgo en la misma dirección sureste.

La entrada en el hemiciclo de españoles y portugueses la primera vez fue muy torera: el avión de Air France, un viejo Caravelle, llegó con retraso y no fueron ni al hotel. El pleno ya había empezado cuando llegaron al Palacio de Europa, sede del Consejo de Europa que utilizaba el Parlamento hasta que construyó su propio edificio. La aparición de los nuevos europeos produjo un ¡¡¡ooohhh!!! general, seguido de una ovación de bienvenida. Como jefe de expedición, Enrique Barón pidió la palabra para agradecer la acogida y propuso una reforma del reglamento de la Cámara para que se crearan dos nuevas vicepresidencias para que las ocupasen un español y un portugués. Se aceptó.

La oposición del lobby antitaurino fue uno de los temas más pintorescos con el que apechugaron los primeros eurodiputados, según recuerda Fernando Pérez Royo, que llegó como representado a Izquierda Unida en las elecciones que se hicieron para España y Portugal en 1987. Quien más lidiaba con este asunto, sin embargo, era Antonio Navarro, diputado de Alianza Popular e ingeniero agrónomo con tradición ganadera y agrícola en su familia. Arias-Cañete, abogado del Estado en excedencia, que había sido diputado en el primer Parlamento andaluz y en aquel momento era senador, también tenía relación con el mundo taurino: está casado con Micaela Domecq, propietaria de parte de la ganadería de Jandilla.

Los primeros tiempos fueron duros: los novatos tenían que conseguir despacho o máquinas de escribir y hasta encontrar su escaño. La relación entre aquellos primeros eurodiputados españoles era excelente. Solían votar lo mismo cuando se trataba de intereses españoles y se fraguaron amistades más allá de la ideología; por ejemplo entre dos de los pesos pesados de PSOE y AP, como Luis Planas y Miguel Arias Cañete. Jorge Hernández Mollar, que entró por Celia Villalobos en 1995 y fue presidente de la Comisión de Libertades y Derechos de los Ciudadanos, Justicia y Asuntos Interiores, recuerda una anécdota de la buena convivencia entre partidos rivales, que ocurrió muchos años después. La socialista catalana Anna Terrón i Cusí había invitado al presidente del Barça, Joan Laporta, a la reunión de la Comisión de Libertades y Hernández no tuvo inconveniente en jalear la presencia del dirigente de un equipo “tan importante en el plano nacional e internacional”. Si el presidente de la Comisión tuvo algún reparo, fue más por su condición de madridista que por la tensión entre partidos, por otro lado inexistente en aquella época en el Parlamento. Había una excepción, sin embargo; la generalidad de los españoles evitaba al representante de Herri Batasuna. Hernández afirma que no entraba con él ni en el ascensor.

Entre 1991 y 1994 estuvo en la Cámara el ex presidente de Esquerra Republicana de Cataluña Heribert Barrera, en el mismo grupo Arco Iris en el que estaba Diego de los Santos del Partido Andalucista. Barrera se negó a hablar en español en el hemiciclo y daba unos espectáculos bufos expresándose en un lamentable inglés. “Yo le decía que no iba a llegar a ninguna parte renunciando a utilizar su idioma, que es universal, pero él insistía una y otra vez con el inglés, aunque hablaba mejor el francés”, explica De los Santos. Barrera no cejó ni siquiera cuando un diputado británico, en un correcto castellano, le pidió que hablara en castellano, porque no le entendía. Un terror para los intérpretes.

Cuando llegó a Bruselas la primera vez, a Planas, secretario del PSOE en la Cámara, le impresionó que Rudi Arndt, antiguo alcalde de Frankfurt y presidente del Grupo Socialista europeo tuviese ya programada la agenda de todas sus reuniones “¡en 1986 y 1987!”. En una visita por Andalucía, en donde estuvo en Sevilla, Málaga y Córdoba, a Arndt le impresionó una señora que regaba sus macetas en un patio cordobés con una latilla y una caña. “Le dijo que sería más práctico un sistema de riego continuo con un motor, y la señora le contestó que tendría menos gracia”, explica Planas.

El catedrático de Derecho Financiero y Tributario, Fernando Pérez Royo, que había hecho el doctorado en el Colegio Español de Bolonia, llegó con las primeras elecciones europeas, celebradas sólo para España y Portugal en 1987. A él no le impresionó la diversidad europea: “De hecho, se rompen estereotipos, porque somos más parecidos de lo que creemos. Europa tiene la misma tradición cultural y los comportamientos son similares. Y también hay que añadir que los españoles tuvimos una disciplina, un rigor y una puntualidad tal, que los italianos empezaron a decirnos que éramos los alemanes del sur”. Para Hernández, sin embargo, los alemanes auténticos eran admirables “por su seriedad y su capacidad de trabajo, eran máquinas”.

Pero a veces los estereotipos superan a la realidad. La presidenta del Grupo Arco Iris en la época de Diego de los Santos era una entrañable señora, del Partido Nacionalista Escocés, Winifred Ewing, que en las fiestas que organizaba hacía honor al whisky de su tierra “hasta las últimas consecuencias”. Pérez Royo fue uno de los vicepresidentes del Parlamento entre 1989 y 1992 y tuvo que presidir alguna sesión nocturna con escasa afluencia general, pero con un alto porcentaje irlandés: “El bar del Parlamento cerraba tarde y había un grupo de simpáticos irlandeses que animados por el whisky no se cansaban de hacer preguntas en el hemiciclo, una tras otra”.

Pérez Royo estuvo en la Cámara 17 años y es un firme partidario de que el Parlamento tenga cada vez más poderes. “Ya los tiene, menos en dos materias en las que su labor es consultiva porque el Consejo de Ministros sigue teniendo todo el poder: agricultura y fiscalidad”. Uno de los inconvenientes para que el Parlamento tenga una visión global de Europa es que los eurodiputados siguen pensando en nacional. Cuando en 1998 se planteó un nuevo sistema de ayudas al aceite de oliva “los diputados españoles votamos en bloque, sin distinción de partidos o ideologías”, apunta Pérez Royo.

Los protagonistas de esta historia son, por lo general, gente letrada y con idiomas. Miguel Arias Cañete domina el inglés y el francés y se hace entender en italiano y alemán. En la lengua germánica hizo su especialidad en cirugía Diego de los Santos, en Dusseldorf y Zurich. Pérez Royo une a su inglés y francés el italiano de su doctorado en Bolonia. Planas ajustaba la estrategia del grupo socialista europeo, en inglés con la responsable laborista y en francés con su colega Jean-Pierre Cot. Así aterrizó en Europa un grupo de andaluces que han formado parte del elenco europeísta en los últimos 22 años. Y no han sido, ni mucho menos, actores secundarios.

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