ELECCIONES 2008

Bipartidismo imperfecto

  • Nunca en la democracia actual la suma de votos de PP y PSOE había sido tan abrumadora. El sistema electoral vigente y las numerosas circunscripciones pequeñas favorecen a los partidos mayoritarios

En la España de los dos últimos siglos el sistema parlamentario más longevo no ha sido la democracia actual. El turnismo inventado por Cánovas duró de 1878 a 1923. Son 45 años de una democracia restringida únicamente formal y de un bipartidismo que funcionó bien hasta principios del XX. El conservador Cánovas y el liberal Sagasta se turnaron en el poder, favorecidos por un sistema mayoritario uninominal en el que se elegía al que recibía un voto más que el siguiente en la circunscripción. Se buscaba estabilidad, es decir, dos partidos fuertes y poco margen para las minorías

Las elecciones del 9 de marzo han constatado que, en la práctica, se evoluciona hacia este modelo. Si el punto de partida es 1990, cuando la suma de PSOE y PP fue de 282 diputados, la agudización del bipartidismo desde entonces es evidente, ya que ahora los dos grandes partidos reúnen 322 escaños: un 92% de todo el hemiciclo. En la autonomía andaluza, la polarización es si cabe aún mayor. PP y PSOE dominan el 94,49% del Parlamento.

De ello hay razones sociológicas yel propio sistema electoral actual lo estimula. Aunque es proporcional, favorece a las mayorías gracias a la llamada Ley D’Hont, que premia a los partidos más votados con un plus por encima de la representatividad pura. El motivo: evitar una fragmentación de la cámara que haga ingobernable el país. Las numerosas circunscripciones pequeñas acentúa aún más el poderío numérico de socialistas y populares. Lo explica Agustín Ruiz Robledo, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Granada. “Hay, en España, 15 o 16 provincias donde sólo se eligen dos o tres diputados. Si se favorece a los más votados, es matemáticamente imposible que en esas circunscripciones Izquierda Unida obtenga un diputado”. Según Ruiz Robledo, la consecuencia es que el elector considera “inútil” votar a este partido. Esta tesis la corrobora José María Morales Arroyo, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla. “Sólo hay seis circunscripciones con más de 11 diputados, alrededor de 15 con entre seis y diez y el resto, más de la mitad, con cinco o menos ”. Si Andalucía fuese una circunscripción única con un sistema proporcional puro, el PSOE no hubiera obtenido la mayoría absoluta. Se habría quedado al borde, con 52 escaños. La suma de PP (43), IU (7) y CA (3) hubiera empatado con los socialistas. En España, IU sería la tercera fuerza política, con 13 diputados, y le seguirían CiU (10) y PNV, Ezquerra y UpD, cada una con cuatro. El PSOE, con 152, sería el más numeroso y le bastaría con pactar con IU para gobernar de manera estable, frente a un PP con 139. Este sistema es el resultado de asignar un diputado para el número de votos resultante de dividir todos los electores por los 350 escaños. Es decir, una plaza por cada 72.899 votos en el Congreso y otra por cada 56.620 en el Parlamento andaluz. Esto supone que algunos asientos queden vacíos.

En realidad, con 963.040 votos en toda España, IU ha obtenido dos escaños. Con 303.246, EAJ-PNV ha obtenido seis. Se ha dicho que los nacionalistas vascos y catalanes también se benefician del modelo. En las circunscripciones donde se presentan son mayoritarios. “Yo no estoy de acuerdo con esta teoría. Es cierto que no se favorece a IU o a Unión Progreso y Democracia (UpD) pero con los nacionalistas se es justo. El PNV, con un 1,8% de los votos, obtiene el 2% de los escaños”, argumenta Ruiz Robledo.

Morales Arroyo duda de que el bipartidismo actual sea perfecto. “En las últimas dos elecciones no ha habido mayorías absolutas y eso obliga a formar coaliciones. Si lo que se pretende es estabilidad, no sé si el mapa actual la da, porque Zapatero tenía antes dos opciones: el bloque nacionalista moderado (PNV y CiU) y ERC e Izquierda Unida. Ahora prácticamente sólo tiene una”. Eso sí, si la tendencia continúa los nacionalismos y las minorías en general quedarán cada vez más arrinconados. “Hablan de polarización, pero yo creo que ésta es la única manera razonable de cambiar un gobierno. Es necesaria la formación de partidos fuertes que no estén sometidos al chantaje, entre comillas, de las minorías”, señala José Manuel Macarro, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla.

Ésta es una opinión personal. “A mí, por ejemplo, me gusta que haya más variedad dentro del congreso”, dice Morales Arroyo, y parecida postura tiene Ruiz Robledo, “aunque sin llegar al extremo de la Europa bloqueada del periodo de entreguerras, que desembocó en Hitler y Mussolini”. Reino Unido funciona bien con un bipartidismo perfecto y Holanda con un sistema proporcional favorable a las minorías.

Los expertos coinciden en que no hay sistemas electorales perfectos. Es la política la que tiene la última palabra.

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