agricultura | el turismo y los servicios entran en el futuro del sector

La reconversión del campo

  • Una joven empresaria lepera impulsa un proyecto de 2.0 en una explotación de 'berries'

Mujer, licenciada en Ciencias Políticas, emprendedora y -quizá lo más peculiar- agricultora (o campera, como prefiere denominar ella a quienes trabajan el campo). A sus 30 años, Bella González Oria encabeza un proyecto de transformación, que integra la restauración, los servicios y el turismo. Lo pondrá en marcha a partir de diciembre en las 11 hectáreas que forman parte de Campología SL, una empresa constituida como tal en 2013, pero que surge de la liderada por su familia desde hace años en Lepe. Sin pretenderlo, es la imagen del futuro de la agricultura, en manos de jóvenes formados con iniciativa emprendedora y ganas de "continuar con el legado de nuestros antepasados y dignificar la labor que nos enseñaron".

Una imagen que se aleja del estereotipo del empresario del campo y también de la mujer emprendedora. El género femenino representa, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa, el 27% del total de ocupados de nuestra provincia en la agricultura y sin embargo, aunque no hay una estadística concreta que determine el peso de ellas en el ámbito emprendedor, no llega al 5% de las empresas que existen, según se estima desde el sector. Más residual es la presencia de los jóvenes: en España se calcula que no llegan a los 4.700 (el 5% del total), de los que la mujer prácticamente no tiene representación. No es de extrañar que González Oria asegure que ha tenido que "escuchar muchas veces, lo de pobrecita cuando decía que trabajaba en el campo", aunque ella se reivindica como una joven normal "a la que le gusta cuidarse, salir..., y todo lo demás que le pueda a cualquier otra mujer".

Campología es la ciencia del campo, con la que tratar los aspectos tanto biológicos como sociales que se da en la tierra. Y como profesional de esa ciencia González Oria tiene como premisa "cultivar sabor, dignificar la labor, disfrutar de los avances y respetar el entorno".

Le apasiona su ámbito de trabajo y desde esa condición surge Ciudad del campo, una nueva vía de negocio que rompe con la dicotomía entre mundo rural y urbano y "convierte el campo en un elemento unificador".

Con Ciudad del Campo abre las puertas de su casa, para mostrar su rutina campera y hacer partícipe al visitante de la vida de una familia de campo. Ella define la experiencia como "la visita a un museo vivo" porque en ella podrán conocer los diferentes cultivos que se han ido trabajando en la zona, además de poder probar directamente de la mata sus frutos (ya ha venido realizando en sus instalaciones catas de fresas con niños). Los visitantes podrán descubrir la evolución de los aperos, las vestimentas, las labores o los múltiples oficios que da la tierra. Para ello, se ha previsto un calendario con el que trabajar desde el vino, hasta el aceite, pasando por la miel, la matanza (que también van a incluir en sus vistas) o el huerto; cada uno de ellos, en la temporada natural que le corresponde, y todo ello, "disfrutando de nuestro patrimonio cultural y artístico", explica la joven empresaria, que tiene claro que "hoy en día la juventud desconoce el esfuerzo que supone tener un sano plato de comida encima de la mesa" y que merece la pena descubrirlo.

Ese viaje en el tiempo va más allá e incluye talleres para niños de autosuficiencia e, incluso, la recuperación de la bioconstrucción. A la espera de los últimos trámites administrativos, se construirá el punto de recepción para las visitas concertadas de Ciudad del campo. Las cuentas le salen y "la rentabilidad está garantizada", aunque para ello "hay que compatibilizar Ciudad del campo con la explotación tradicional de fresas".

En principio, el proyecto generará cuatro empleos que se sumarán (y solaparán también) a los veinte (hasta 50 en plena campaña) que tiene ahora.

De forma paralela, Campología prepara su paso a la certificación ecológica de los berries, como paso intermedio a la reconversión que pretende en la explotación esta joven empresaria. Ese camino es el que se ha ido cogiendo en numerosas explotaciones agrarias familiares como alternativa real para mantenerse frente a la agricultura de tipo industrial basada en las economías de escala.

La de González es una iniciativa del campo 2.0, en la que aúna tradición y futuro. "Retroceder es absurdo, pero rechazar la historia y el pasado es de ignorantes. Encontrar el equilibrio entre lo tradicional y lo moderno es la gran virtud del campero del siglo XXI", explica. Ella lo sabe bien. Trabaja entre sus jornaleros, recogiendo fresas, revisando la tierra o manejando los sistemas de riego. Y lo hace con la pasión campera que transmite cuando habla de su trabajo, en el que reconoce que ha tenido que demostrar "más" por el simple hecho de ser mujer.

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