Provincia

Un juicio que tendrá un efecto ejemplarizante

  • La Unión Romaní pide que caiga todo el peso de la justicia en los culpables de los sucesos

El presidente de Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez Heredia, aseguró ayer que el juicio por los ataques racistas contra el colectivo gitano de Las Eritas tendrá un ejemplo ejemplarizante para que no se repitan hechos como los ocurrido.

Ramírez Heredia dijo que el alcalde no es culpable moralmente de lo sucedido pero sí culpable formal, porque "tenía que haber puesto los medios necesarios" para evitar los ataques y no lo hizo, sobre todo teniendo en cuenta que existía precedente como los de Mancha Real. "El ambiente estaba caldeado y hasta el sentido común decía que podía ocurrir algo", reiteró el también letrado de la acusación particular.

También, dijo que el hecho que se haya distribuido un nuevo panfleto que llamaba a la 'movilización de todos los ciudadanos contra el colectivo gitano' que incluía un teléfono deja mucho que desear y que cuestiona derechos fundamentales como el ejercicio de la justicia.

Por su parte, el secretario genera de la asociación, Manuel García Rondón, pidió que "se haga justicia" y que "caiga todo el peso de la Ley sobre los responsables de los sucesos que ocurrieron en 16 de enero de 2005 en el barrio de Las Eritas de Cortegana, donde vive una comunidad de gitanos.

En declaraciones a los periodistas en las puertas de la Audiencia Provincial, García Rondón solicitó que nadie se tome la justicia por su mano y reivindicó que los gitanos "somos unos ciudadanos más de este país", tras lo que puntualizó que en Cortegana ya se han producido varios sucesos parecidos a éste.

El secretario general de la Unión Romaní, apuntó que no es una cuestión económica, sino moral y de reposición del daño producido, pues, según relató, él mismo estuvo en Cortegana el día de los hechos y destacó el "pánico que embargaba al colectivo gitano de la localidad" cuando se sucedieron los ataques, hasta el punto que algunos niños se metieron debajo de la cama. "Estaban como unos conejos en una madriguera de la que no podían salir, porque de haberlo hecho se hubieses producido situaciones mucho más graves", enfatizó, mientras esperaba el inicio del juicio. Sin embargo, García Rondón mostró la "voluntad del colectivo de olvidar, perdonar y vivir en paz y armonía, "aunque confió en "que haya un antes y un después de este juicio".

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