historia | las consecuencias de la gran crisis

La huelga de agosto de 1917 (y II)

  • La revolución llegó a la provincia de Huelva hace cien años

En Huelva y su provincia, la convocatoria de la huelga general sorprendió a los dirigentes obreros por su precipitación, desorientados y sin noticias de Madrid. Además, muchos de los que tenían que dirigir el paro fueron puestos rápidamente fuera de la circulación, pues, con el comienzo del plante el día 15, eran apresados los socialistas Elías Palma Ortega, José Mancha Maldonado y José Muñoz Gómez; mientras que en Nerva y Minas de Riotinto Félix Lunar López, recluido en el domicilio del Sindicato, era detenido como Manuel Sicilia Iglesias, José Díaz del Real, Rafael Pelegino López, Feliciano López Cabrera, Manuel Vázquez Getrero y Manuel Pérez Mendoza, Francisco Román Páez y José Santos Gutiérrez; en El Campillo fueron encarcelados Tomás Carbajo Delgado y Lucrecio de Paz Delgado, presidente y secretario de la organización sindicalista respectivamente; y otros directivos de las secciones eran también detenidos o confinados en sus casas. Otros simplemente huyeron.

Las autoridades de la capital establecieron prevenciones en el puerto, talleres, fábricas de gas y electricidad y vigilancia de guardias armados en las calles céntricas. El jueves 16 llegaban a Huelva tropas del Regimiento de Granada con una sección de ametralladoras. Al menos cuatro compañías se hallaban ya en la provincia el día 18.

El día 17 los periódicos locales no salieron a la calle por huelga de tipógrafos

En la capital, la huelga comenzó el día 15 con el paro de los obreros de la RTCL y un atentado con explosivos que cortó la línea férrea y telegráfica de la compañía de Buitrón. Los sucesos en Huelva fueron realmente graves, como puede colegirse de los relatos de la prensa. Los obreros de los talleres de RTCL extendieron el paro a otros centros de trabajo. Estos obreros comenzaron abandonando el trabajo en solidaridad con los huelguistas de la mina, por lo que acudieron fuerzas para disolver los grupos. Un obrero resultó herido y la Compañía cerró las instalaciones. También cerraron los talleres de Matías López, donde se produjeron violentos incidentes. Se clausuraron los talleres de la línea Zafra-Huelva y los del Puerto. Se dinamitó la línea férrea de Riotinto y se intentó en la de Sevilla-Huelva, pero no explosionó la dinamita; se cortaron las comunicaciones telefónicas y se descubrieron explosivos en diferentes tendidos ferroviarios y telefónicos, además de otros desperfectos en los de Riotinto y Buitrón, como informaba el presidente de la Audiencia de Huelva al ministro de Gracia y Justicia, Burgos y Mazo, y éste lo refiere en sus Páginas históricas de 1917.

Según la Agencia de Personal de la RTCL de Huelva, en sus famosas listas negras (blacklisters), se distinguieron en estos sucesos de agosto Abelardo Romero Claret, José Soriano Rodríguez, Francisco Montero Escalera, Manuel Vilches Vallejo, Manuel Esteban Albalat, Juan Pérez González y Francisco Muñoz Carrasco, todos ellos buscados por la policía. El 16 la ciudad quedó completamente paralizada.

El día 17 los periódicos locales no salieron a la calle, ni el BoletínOficial de la Provincia, por huelga de tipógrafos, cuyos dirigentes fueron detenidos. Ese día la huelga persistía en los talleres de Riotinto; tampoco trabajaron los obreros del Polvorín ni los de la fábrica de productos químicos, ni los del muelle de la RTCL.

El paro se extendió los días 16 y 17 a la mayoría de los comercios y fábricas de Huelva, también pararon los depósitos de minerales, los talleres de Zafra-Huelva, los de la Junta de Obras del Puerto, Matías López y Montagut y Medina. Pero el 18, en Huelva ya se trabajaba en todas partes, menos en las instalaciones de RTCL. Había unos 40 detenidos por coacciones en los talleres de RTCL y el Centro Republicano de la calle General Azcárraga (actual Pérez Carasa) fue clausurado. Si bien algunos obreros comenzaron a entrar al trabajo, los de RTCL no se incorporarían hasta el día 20. Así finalizaba la huelga en la capital.

Lo preocupante de la situación en Huelva se observa por las tropas que había en esos momentos: una compañía en las escuelas de San Francisco, dos en las escuelas de la Esperanza, una sección de ametralladoras y el Estado Mayor del general Reixa en el Mercado de Santa Fe. Ante el estado de la capital, el general Reixa, que había llegado el sábado 18, marchó a Riotinto, aunque prosiguieron las detenciones: José Lozano Rodríguez, José Mengíbar Baena y Manuel Verdugo Lozano.

La provincia de Huelva se mantenía expectante y sin incidentes, pese a la cantidad de fuerzas militares establecidas en las minas y en la capital. En efecto, además de unos ciento cincuenta guardias civiles, concentrados en la comarca por las huelgas de julio, se estableció en Nerva y Riotinto una sección de ametralladoras y una compañía del regimiento de Granada, otra compañía del Regimiento de Soria y una compañía de tropas marroquíes (¿regulares?). A todas ellas se uniría un batallón de 500 hombres el día diecisiete, enviado desde Sevilla, a las que se añadieron otras tropas al día siguiente. La violencia contenida y efectiva de la zona onubense se equiparaba en la prensa nacional a las más importantes del país: Barcelona, Vizcaya, y Asturias (El Globo, El Imparcial y El País de Madrid).

Eduardo Barriobero, diputado republicano por Huelva desde febrero de 1918, en su intervención en el Congreso de los Diputados (Diario de Sesiones nº 48, sesión de 1-VI-1918) acusó al Gobierno de permitir las tropelías realizadas durante la represión de esta huelga por las fuerzas del Ejército y Guardia Civil: malos tratos, heridas y muertes, según describe en su intervención. Continuó afirmando el carácter pacífico y ordenado de la huelga, pese a disponer los mineros de doscientas toneladas de dinamita. El día 15 no hubo incidentes, pero el 16 se produjo un gran tiroteo de la Guardia Civil causando el terror en las calles de Nerva, pese a los intentos de los soldados por contenerlos. El parlamentario reconocía diez muertos, aunque sólo daba los nombres de siete: Antonio Ruiz (H)Ato, Carlos Ortiz López, Aquilino Lagares García, Patricio López Ortiz, Secundino Matamoros, Antonio Domínguez Romero y Manuel Rodríguez Gómez. Y aseguró que había habido más de treinta heridos graves, varias mujeres entre ellos, y hasta unos quinientos leves, todos por arma de fuego. Muchos ni se presentaron en clínica oficial alguna por temor a las represalias. Hasta en El Campillo fallecería también a causa de "lesiones por arma de fuego" el 17 de agosto Emilia Velasco Llano, de 58 años. De ninguno de los demás su partida de defunción certifica el arma de fuego como causa y se limita a exponer como tal: hemorragia cerebral o pulmonar, peritonitis, derrame cerebral u otra de parecida índole (?).

En Nerva la clínica del Sindicato fue destrozada por el tiroteo el día 16. Ese mismo día se produjeron cuatro muertos, según informaba el presidente de la Audiencia de Huelva por telegrama a Burgos y Mazo. Un juez militar especial instruía sumario por estos hechos, cuyo tribunal militar, ubicado en Minas de Riotinto, recibió de agosto a octubre una amplia información de la Compañía.

Las sedes del Sindicato de la mina fueron clausuradas, como los Centros Republicanos y las Casas del Pueblo. La de Nerva no volvería a abrirse hasta diciembre.

Los resultados de las elecciones municipales de noviembre demostraron la efectividad de la represión, pues en términos absolutos se produjo el triunfo global de los conservadores, incluso en localidades de tradición combativa como Nerva, Calañas, El Cerro o la misma capital. En Minas de Riotinto fueron nombrados seis concejales por el artículo 29, mientras que en otras localidades de la provincia las actas fueron anuladas por incidentes diversos.

Durante el mes de septiembre tuvo lugar el Consejo de Guerra contra el Comité de Huelga en Madrid. Fueron condenados a cadena perpetua: Largo Caballero, Besteiro, Anguiano y Saborit; a ocho años y un día: Ortega Muñoz, Torrens y Mario Anguiano; y a dos años y un día a Maestre Rubio y Martínez Salas. Durante el mes de octubre y semanas posteriores tuvieron lugar los consejos de guerra en Minas de Riotinto, con sus secuelas de encarcelamiento, condenas a prisión, destierro y expulsión de la zona.

Una de las consecuencias de los sucesos de agosto sería el aumento absoluto de la Guardia Civil en la provincia, particularmente en la zona minera, y el incremento de 100 números en la comandancia de Huelva. Otra consecuencia directa fue enorme número de despidos por aquellos sucesos. Ante la petición de su readmisión, la respuesta de la Dirección de la RTCL no podía ser más taxativa en su negativa: no reconocía la existencia de parados por tales sucesos y avisaba que tendría que dejar sin ocupación a muchos más en varios departamentos en breve plazo.

Por otra parte, a consecuencia de su fracaso, la UGT salió quebrantada y perdería más de 10.000 afiliados en menos de un año, aunque resurgiera en 1920; los socialistas perdieron la confianza en la burguesía y el proletariado se sintió defraudado, mientras que la CNT reafirmó su apoliticismo y su convicción en la acción directa.

El de agosto de 1917 fue en Huelva y su provincia un conflicto eminentemente urbano, localizado en la industria y la minería, en tanto que los obreros agrícolas no tuvieron apenas protagonismo, al contrario que en provincias como Cádiz o Córdoba. En Huelva fue en el sector minero y portuario donde la huelga tuvo mayor impacto, sin dejar de tener en cuenta los de otras zonas mineras andaluzas como Peñarroya y Linares.

Tras la huelga de agosto, las divisiones internas, la represión patronal y política, que surtiría un efecto similar a la de febrero de 1888, harían casi desaparecer la organización sindical, hasta su resurgir en 1918 como Sindicato Nuevo Riotinto; el cual, tras la dura huelga de 1920, entrará también en una fase de decadencia, de forma que no volvería a surgir con cierta prestancia hasta años después con los trabajos de organización de Ramón González Peña, a través de los Comités Paritarios.

A nivel nacional no podemos extendernos en el desarrollo de sus consecuencias, pero no dejaremos de afirmar que el régimen de la Restauración salió malparado y tambaleante, pues aunque la monarquía continuó en pie, puede decirse que se abrió un ciclo que se cerró el 14 de abril de 1931; o en palabras de Tusell: "La crisis de 1917 supone el comienzo del fin de la Restauración como sistema político".

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