Provincia

Un espectáculo en manada

  • Más de un millar de yeguas con sus potros son trasladados desde las marismas a Almonte El párroco bendice a los animales a su paso por la ermita

Un año más, la Saca de las Yeguas volvió a galopar briosa por esa singladura que discurre entre las marismas del interior de Doñana hasta Almonte. Un periplo que ejerce de frontera, delimitando el espacio de pastar en libertad a cabalgar camino a la civilización, donde los potros se hacen abruptamente mayores en cada trote, acercándose al lugar donde serán domados y puestos al servicio del jinete.

El ciclo de la vida lo llaman los yegüerizos. En efecto, dentro de algunos años, estos mismos corceles que hoy abandonan temerosos las crines de sus progenitoras, serán protagonistas guiando en el futuro a la manada, cabalgando a las órdenes de un jinete que, a través de las bridas, marcará el compás de la estampida.

Así se escribe cada año este ritual, que ayer volvió a dejar su huella en forma de más de un millar de animales galopando hasta a Almonte, un municipio que en los próximos días celebra la Feria de San Pedro y que tienen a la Saca de las Yeguas como antesala y emblema de esta fiesta pagana.

El martes los yegüerizos se adentraron en la marisma a través de las fincas que han servido de ahijadero para el ganado: Marismillas, Las Nuevas, la Vuelta de la Madre, el Rincón del Pescador, Mastagorda o El Lobo. Los jinetes se encargaron de peinar todo el perímetro de estos parajes hasta reunir a la manada, en una labor con un enorme atractivo estético.

La noche quedó aguardando su regreso al núcleo urbano, previo paso por la aldea de El Rocío. Ya el miércoles y desde primeras horas de la mañana los almonteños y turistas se agolparon a las puertas del santuario para presenciar el espectáculo. La manada se dividió en tres tropas. La primera de ellas llegaba frente a la ermita a escasos minutos antes de las diez de la mañana; veinte minutos después hacía lo propio la segunda; y un cuarto de hora más tarde se cerraba la terna.

Este año no sólo se ha querido realizar el singular paso frente a la Ermita de la Virgen del Rocío, una escenografía que se repite desde 1997 y que constituyó un punto de inflexión a la hora de unir dos elementos iconográficos: el templo de la patrona almonteña y su tradición más ancestral. El objetivo en esta edición fue realizar un acto protocolario, en base a cuyo objetivo se acotó la zona con vallas para mantener a yeguas y potros a raya, mientras por los micrófonos del templo el cura párroco, José García, procedió a la bendición de los equinos y se procedió al rezo de la salve.

Previamente tanto el alcalde, José Antonio Domínguez, el presidente de la Hermandad Matriz, Juan Ignacio Reales, y el presidente de la Asociación de Nacional de Criadores de Ganado Marismeño, José Maraver, destacaron la importancia de una tradición con "más de siete siglos de historia", si bien no sería hasta 1504 cuando el duque de Medina Sidonia regularizó esta actividad que para entonces ya formaba parte del capital etnológico almonteño.

Precisamente la Saca es un ejercicio antropológico, por cuanto la tradición se ha mantenido impertérrita en todos los frentes: la indumentaria de los yegüerizos, el modo tradicional de conducir al ganado con las varas y las pautas de una pasión intergeneracional.

Quizás todos estos elementos iconográficos pasen desapercibidos en la comarca, si bien representan uno de los puntales turísticos para visitantes. Oscar Ortega, un madrileño que se congratulaba de haber tenido oportunidad de presenciar por primera vez esta tradición ancestral, afirmaba haber visitado "ferias y fiestas en diversos lugares de España", donde con mayor o menor acierto se recrea un acontecimiento histórico; para el cual sus ciudadanos se visten y transforman el municipio para intentar retrotraernos en el tiempo. Sin embargo, insiste, "aquí todo es autentico, nada es una pose de cara a la galería, veo las patillas en los rostros de los jinetes como un distintivo, su dominio sobre el animal… ciertamente es un modo de vida", sentenciaba.

A aderezar estas sensaciones contribuye el marco incomparable de Doñana, la marisma, y una aldea donde la arquitectura, las calles de arena conforman un escenario irrepetible.

Estas estampas de inusitada belleza acompañó al ganado a lo largo de las tres leguas (15 kilómetros) que separan la aldea del núcleo matriz. Mención especial ofreció el desfile a su paso por el pastorcito, donde los yegüerizos y acompañantes realizaron el sesteo para reponer fuerzas como paso previo a la entrada de ganado en la villa. Tras la bienvenida del pueblo los animales fueron conducidos al recinto ganadero donde se procede a las labores de tusa y marcado de los potros.

El Ayuntamiento de Almonte es consciente que tiene entre sus manos un activo turístico que durante años se ha mantenido a la sombra de la romería de Pentecostés, si bien posee todos los ingredientes para convertirse en uno de los reclamos más poderosos y de mayor crecimiento fuera del ámbito religioso. En la jornada de ayer miles de personas se desplazaron para vivir la Saca de las Yeguas, aun a pesar de que la jornada no cayó en fin de semana.

No en vano y con motivo del Año Jubilar el Ayuntamiento ha cerrado acuerdos con ADIF, Renfe y su filial Comfersa para el desarrollo de una campaña de promoción turística llevada a cabo a lo largo de cuatro semanas, en la cual se han instalado 150 puntos de información en las estaciones de Sevilla, Córdoba y Málaga.

Se trata de una campaña de marketing que ha contado con el patrocinio de la Consejería de Turismo y Comercio. Desde el Ayuntamiento se asegura que con ello se fija los cimientos para "diversificar" la oferta de sol y playa, a la par que se le da valor a la marca Andalucía.

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