Provincia

Una dimisión ejemplar

  • La formación Recuperemos Bollullos cumple su compromiso electoral de rotar sus concejales por considerarles portavoces de su asamblea

Francisco Carrellán ha sido concejal durante dos años.

Francisco Carrellán ha sido concejal durante dos años. / carlos lópez

"Me mueve la vocación de servicio público". Este es el mantra que repiten de forma impenitente y casi automática los dirigentes públicos a quienes se les pregunta qué les motivó a dedicarse al mundo de la política. Lo noticiable, sin embargo, es que esta declaración de intenciones venga respaldada de actos que ejemplifiquen este loable principio. Eso es lo que ha hecho Francisco Carrellán, edil de Recuperemos Bollullos (RB), presentando una dimisión que no tiene su origen en temas personales o discrepancias y disputas internas, sino que viene a cumplir el compromiso con el que concurrieron a los comicios locales. En concreto, el artículo 20 de sus estatutos, donde se especifica que "los candidatos electos serán portavoces de la Asamblea en los Plenos Municipales y mantendrán su acta de concejal por dos años consecutivos, debiendo renunciar a su cargo al término del segundo año…".

Se trata de un hecho insólito y sin precedentes en la historia democrática de la provincia. Y no es aventurado arriesgar que en la española, donde la política se encuentra tan profesionalizada. La filosofía que subyace en esta decisión no es otra que la de ejemplificar que un concejal es un mero ejecutor de las decisiones de la asamblea, por lo que entienden desde RB que la rotación de cargos contribuye a que "nadie anteponga los intereses personales a los de la ciudadanía". El edil resalta que su liderazgo en el partido siempre lo interpretó con fecha de caducidad. Su dimisión tampoco implica que se desentienda del activismo social. "Nunca voy a dejar de lado esta labor, bien a través de estas siglas, bien desde los movimientos sociales". Su salto a la primera línea de la política local se produjo por la voluntad de un grupo de personas de "incidir en la gestión de lo público y participar desde dentro de las instituciones". En cualquier caso, añade que desconoce cuál será la herramienta de participación que utilizará en el futuro para canalizar esas inquietudes dentro de los próximos lustros.

Por desgracia, estos principios y gestos no tienen su extrapolación en las altas esferas políticas. El joven lo justifica en el hecho de que al inscribirse "como un partido nuevo nos permitió estar menos encorsetados y trabajar con mayor libertad". Eso les facilitó el diseño de unos estatutos a la carta en los que se incluían propuestas tan insólitas como la rotación de cargos, tanto los representativos como los orgánicos.

Aun así, añade que existe una falta de cultura para entender el sentido asambleario y horizontal en el que todos los miembros jueguen el mismo peso. En RB "la opinión del primer representante de la lista electoral tiene la misma validez que la del último". En cualquier caso, reconoce que este principio encuentra dificultades de abrirse camino en una sociedad excesivamente "jerarquizada". En concreto revela que algunos colectivos han llegado a sentirse agraviados por no acudir el concejal a un acto social, e incluso medios de comunicación que consideraron un menosprecio el que acudiera otro compañero para debatir sobre temas municipales.

En cuanto a su balance dentro de la institución, Carrellán cree haber cumplido el ideario y objetivos de RB. "Nacimos para aportar un soplo de aire fresco a una situación política local muy viciada por los intereses partidistas y los egos". En este sentido, añade que "la ciudadanía sigue las sesiones plenarias por el morbo" de presenciar un combate donde el foco y la expectación se centra en "quién gana la batalla dialéctica, en vez de la validez de las propuestas". Precisamente el elemento del que más orgulloso se muestra es el haber transformado el modus operandi que rige la labor de oposición, confrontándolo con propuestas.

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