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El crimen de los austriacos sigue sin resolverse un año después

  • El móvil del robo es la principal vía de investigación, después de que los cuerpos aparecieran con signos de violencia

La Cañada de los Lobos en Bonares permanece como único testigo mudo del violento doble crimen que acabó con la vida del matrimonio austriaco tras un asalto a su vivienda. La investigación continúa abierta por parte de la Guardia Civil, mientras que el secreto de sumario continúa latente, dejando en el ámbito judicial los pormenores de unas pesquisas que parecen encalladas tras más de un año (7 de septiembre de 2016) del supuesto asesinato de la pareja septuagenaria.

Sin descartar otras hipótesis, el móvil del robo sigue siendo la principal línea de investigación después de que ambas víctimas fuesen halladas sin vida en el suelo de la vivienda con evidentes signos de violencia.

El matrimonio llevaba quince años viviendo en el paraje de La Cañada de los Lobos

Los cuerpos fueron hallados sin vida por la Policía Local, después de que empleados de mantenimiento que trabajaban para el matrimonio llamaran a la puerta y se extrañasen de que nadie les abriese. Por el contrario, tanto su vehículo como el perro, que siempre dormía en el interior del inmueble, se encontraban vagando en la parcela.

El matrimonio, que llevaba quince años residiendo en la zona, no fue visto durante el fin de semana, por lo que no era descabellado pensar que el brutal asesinato fue perpetrado durante el fin de semana. La autopsia, cuyos resultados tampoco transcendieron, vino a dilucidar esta cuestión, permitiendo datar con exactitud la fecha del trágico suceso.

A lo largo de este año de instrucción pocos datos se han llegado a filtrar de la investigación. La única salvedad fue el dato de los notables hematomas en distintas partes del cuerpo que presentaban los ancianos. La investigación también trabajó con la posibilidad de que el escarnio físico al que fueron sometidos los ciudadanos austriacos tuviera su razón de ser en un intento de doblegar la voluntad del matrimonio para que revelase la combinación de una caja fuerte que según apuntaron algunos vecinos poseía la vivienda.

Precisamente el robo fue, desde un primer momento, la primera y más certera hipótesis con la que comenzaron a trabajar los cuerpos y fuerzas de seguridad. El propio concejal de Seguridad de Bonares, Juan Jaén confirmó en su día a Huelva Información que el anciano formalizó una denuncia por el hurto de una tablet en los días previos a su asesinato. Este fue el primer hilo de la investigación: conocer la vinculación entre sendos hechos delictivos, puesto que el acceso al dispositivo informático pudo haber facilitado al agresor información relevante sobre datos bancarios y, en síntesis, conocer su posición económica. También se indagó, como apuntaron algunos vecinos, sobre la posibilidad de que los delincuentes esperasen al matrimonio que podrían haber cobrado la paga de jubilación hacía escasos días.

El asesinato representó un duro varapalo para los vecinos. Todos, sin distinción, definían al matrimonio como "afables y educados", si bien celosos de su intimidad, fieles, por tanto, a su carácter centroeuropeo. Sin embargo, estas mismas fuentes afirmaron que "jamás" se le conoció algún encontronazo o desagravio con sus vecinos, por lo que menos aun puede entenderse tan brutal ensañamiento con sus cuerpos.

Aunque la parcela era bastante generosa, la vivienda era austera y nada hacía presagiar que tuvieran grandes recursos. Las ventanas del inmueble carecían de rejas de hierro, mientras que el portón automático no tenía como fin incrementar la seguridad. El objetivo último, según revelaron sus vecinos, consistía en facilitar el acceso de su vehículo a la parcela, puesto que la propiedad privada sólo se encontraba restringida por una humilde maya metálica.

La zona residencial, a poco más de tres kilómetros del núcleo urbano, se vertebra en tres pequeñas islas rurales: La Cañada de los Lobos, La Huerta del Hambre y San Cayetano, donde casas y parcelas se distribuyen de manera desordenada y se pierden en la inmensidad del bosque. La red de caminos que serpentean el paraje hacen que incluso la seguridad privada se vea imposibilitada para encontrar las viviendas de sus propios clientes. Uno vecino de la urbanización comentaba a Huelva Información que anulará el contrato con la compañía de seguridad, porque en dos ocasiones que saltó la alarma desde la centralita se les pidió encarecidamente que se acercase a la vivienda porque sus compañeros se habían perdido en el mar de caminos.

Y es que la seguridad es la principal preocupación de los vecinos. La cobertura telefónica brilla por su ausencia, por lo que algunos tienen que desplazarse centenares de metros para poder realizar llamadas y, aun así, "tienes que orientar el móvil en distintas direcciones" para que el receptor pueda oírte sin distorsión. "Estamos vendidos", apuntaba uno de ellos que se quejaba de la falta de vigilancia. Durante los meses posteriores al brutal suceso el número de robos se incrementó en la zona.

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