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De 'colá' en 'colá' hasta el amanecer

  • Durante dos fines de semana Alosno vive su fiesta de las Cruces de Mayo

  • Este año se han instalado doce

Al son de la seguidilla alosnera, las parejas bailan en una de las doce 'colás'.

Al son de la seguidilla alosnera, las parejas bailan en una de las doce 'colás'. / reportaje gráfico: landero

Son las doce en punto de la medianoche y una ligera brisa gélida y seca recorre el empedrado dédalo de calles que, retorciéndose entre sí, conforman el intrincado caserío andevaleño de Alosno. La cuna del fandango, según recuerda un cartel situado a la entrada del pueblo, patria chica del legendario cantaor Paco Toronjo y famoso por sus chacinas ibéricas, su aguardiente, sus esquinas de acero y sus tradicionales y bien conservadas manifestaciones culturales. Esencia pura del Andévalo de Huelva.

La alargada plaza de la Constitución, con el coqueto edificio consistorial en uno de sus vértices y el monumento al cascabelero en otro, y bajo la eterna mirada de la esbelta torre de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, sirve de punto de encuentro para varios grupos o reuniones de hombres que, con sus mejores galas y guitarra en mano, afinan sus gargantas con las bebidas que se sirven de los artesanos canastos de caña que portan entre varios.

Palmas, palillos y panderetas acompañan a las voces de las mujeres

Son, sin duda, las Cruces de Mayo de Alosno. Una de las tradiciones populares mejor conservadas en este municipio onubense. Incluida hace varios años en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz por su valor patrimonial y cultural, esta fiesta ha llegado a nuestros días por transmisión oral y de su embrujo, se embriagan los dos primeros fines de semana de mayo tanto los alosneros como los numerosos visitantes que reciben la fiesta y que hacen realidad año tras año el conocido dicho popular local: Ante la Cruz no hay forastero.

Una tradición donde el protagonismo indispensable es para la mujer alosnera, así como musicalmente para las seguidillas que éstas interpretan en cada una de las doce colás instaladas por ellas mismas este año en el municipio, y para los fandangos valientes que cantan los hombres en sus desplazamientos en reunión entre colá y colá. La letra de una de las seguidillas más conocidas condensa toda la esencia de esta curiosa tradición: Sábado de la Cruz Chica, / Cruz de Mayo del Alosno / ¡qué tradición más antigua, / qué sentimiento más hondo! / Se bailan las seguidillas / al pie de la Santa Cruz / y en bailando la tercera, / la perrilla pa la luz. / Ya bailó la reunión, / se va por la calle andando; / se oye un rasgueo de guitarra, / sale valiente el fandango.

Media hora más tarde el murmullo de los hombres reunidos en la plaza y sus calles adyacentes aumenta, dando paso a los primeros compases y notas de guitarra. Acompañándolas, se dejan oír también las primeras voces, rotas y desgarradas, pero a la vez dulces y melódicas, de los valientes que se arrancan para entonar los primeros fandangos alosneros. Pequeñas piezas musicales también transmitidas de padres a hijos que cuentan viejas historias del pueblo. Que hablan de amores y desamores. Y en las que se exalta la amistad.

En la confluencia de varias calles, justo detrás del Ayuntamiento e iluminados sólo por una pequeña farola, un grupo de jóvenes entona el primero de la noche: Viva nuestra reunión / desde el más chico al más grande / que nos estamos divirtiendo / y sin meternos con nadie / Que viva nuestra reunión.

En la acera de enfrente, cuando es ya cerca de la una de la madrugada, una luz intensa y rosácea proveniente del interior de lo que a priori parece ser simplemente el garaje de una vivienda, se cuela a través de las figuras de quienes ya se agolpan en la entrada para ser testigos del verdadero arranque de la fiesta.

Se oyen entonces las voces de las mujeres entonando las primeras seguidillas alosneras de la noche al compás de las palmas, los palillos y las panderetas que ellas mismas hacen sonar. Indudablemente es la señal inequívoca, el reclamo, para que los hombres, acompañados de sus guitarras y canastos con bebidas, comiencen a visitar las doce colás que como ésta, se reparten por todos los rincones de Alosno.

Se inicia así un auténtico ritual que los llevará de colá en colá, hasta el amanecer…

Un viaje de historia es el lema con el que Alosno está promocionando este año la tradicional fiesta gracias a los fondos de una cena benéfica organizada por el chef del restaurante local El Cerrojo Tapas, Antonio Ramón Macías, en colaboración con los principales restauradores de la provincia y con el apoyo institucional de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la localidad.

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