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La primera campaña fresera sin bromuro discurre con normalidad

  • Las tres alternativas están dando buenos resultados · Se ha impuesto la mezcla de dicloropropeno y cloropicrina · López-Aranda explica que la UE tiende a las prácticas físicas frente a las químicas

El bromuro de metilo pasó a ser historia para la producción de fresa onubense el verano pasado cuando dejó de usarse para desinfectar los terrenos de cultivo. Un experto en esta materia José Manuel López-Aranda, del IFAPA de la Junta de Andalucía, asegura que el sector fresero onubense ha dado "un ejemplo mundial" al haber sido capaz de dejar usar, en sólo tres años, un elemento que venía siendo imprescindible para la desinfección de los suelos como fue el bromuro de metilo. "Los agricultores han demostrado su gran capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias" y explica que esto sólo ha sido posible gracias al entendimiento que ha existido entre la ciencia, la tecnología, los agricultores y las empresas.

López-Aranda habló ayer sobre las alternativas al bromuro de metilo en el VI Simposio Internacional de la Fresa de Islantilla, del que, además, forma parte del comité científico.

La sustitución de este desinfectante, que fue eliminado por la UE para preservar la capa de ozono, ha sido una carrera de velocidad. La primera medida tuvo que ponerse en práctica en el verano de 2005 cuando sólo se pudo utilizar en el 50% de la superficie cultivada. En el verano de 2006 se pasó al 70% y el verano pasado ya no existió en los terrenos de cultivo.

Donde se ha seguido usando de forma crítica ha sido en vivero. Todavía el año pasado la UE permitió para ello 200 toneladas de bromuro de metilo. Para los viveros de fresa que se encuentran mayoritariamente en la comunidad autónoma de Castilla-León el uso de este producto quedará a 0 en 2009.

López-Aranda asegura que los datos de la actual campaña señalan que se desarrolla con normalidad, lo que indica que las alternativas que se han utilizado "están dando buenos resultados". Y, por ello se entiende la ausencia de enfermedades en los campos de producción, "de lo que no me ha llegado ninguna comunicación por el momento", puntualiza el científico.

Las alternativas al bromuro de metilo, que se pusieron en práctica en estos tres últimos años, han sido tres, aunque se vienen estudiando e investigando desde hace una década. La más importante ha sido una mezcla de dos fumigantes: dicloropropeno y cloropicrina, que se ha utilizado, más o menos, en el 60% de la superficie fresera onubense. El 20% del terreno se ha tratado con cloropicrina; y el resto del terreno con otra mezcla compuesta por dazomed y dicloropropeno y otras soluciones de carácter químico que se han experimentado en cantidades muy pequeñas.

Sin embargo, López-Aranda llama la atención sobre el hecho de que todos estos compuestos de carácter químico, si bien es cierto que no afectan a la capa de ozono (principal razón que dejó fuera al bromuro de metilo), "no hay que olvidar que siguen siendo veneros muy peligrosos". Cualquier solución de este tipo bien como mezcla o individual está en manos de empresas muy concretas que cuentan con el visto bueno de la administración y que son las que pueden manipular estos productos. De la misma forma que ocurría con el bromuro de metilo, se tiene que aplicar por personal especializado que tiene que tomar medidas estrictas y se aplica sobre el terreno en condiciones determinadas de humedad del suelo, sellado...

La cuestión es que los países de la UE, sobre todo los del Norte, que están especialmente preocupados por la conservación del medio ambiente, quieren eliminar de las producciones agrícolas cualquier producto que pueda ser susceptible de la contaminación. En esta línea, López-Aranda señala que la UE "camina hacia las prácticas físicas para la desinfección de los suelos hortofrutícolas en lugar de las químicas". Estas son comunes fundamentalmente entre los países del Sur.

La cuestión es que la UE ha puesto en el punto de mira el dicloropropeno, uno de los productos que más importancia ha cobrado tras la anulación de bromuro de metilo para desinfectar los suelos de cultivo.

En un plazo de 36 meses la UE decidirá el futuro de este fumigante. Cuestión sobre la que López-Aranda se muestra optimista y no cree que se vaya a eliminar porque están en juego las producciones hortofrutícolas de los países mediterráneos.

A pesar de esto, el científico señala la importancia de seguir investigando y experimentando las practicas físicas y biológicas para desinfectar el suelo como el uso del calor o la biofumigación. López-Aranda explica que cuesta mucho trabajo que los agricultores asimilen estas prácticas llamadas limpias, porque sus resultados son lentos y se ven a muy largo plazo.

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