Juicio por el doble crimen de Almonte

Marianela deja a Fran sin la coartada de la salida conjunta del trabajo

  • La mujer y madre de las víctimas lo ubica fuera del súper a la hora estimada de los asesinatos

  • Afirma que lavó las toallas antes de dejar el domicilio familiar y que nunca más las usó

Marianela sitúa a Medina fuera del trabajo a la hora de los crímenes

Como un auténtico manojo de nervios y sin verle la cara al presunto autor de los asesinatos de su marido y su hija (solicitó que se le ocultara tras una mampara), Marianela Olmedo prestó declaración como testigo en la mañana de ayer ante el jurado popular que juzga el crimen de Almonte. Habló, pese a todo, con determinación y carácter, y despojó al que entonces era su amante -y que tras las muertes se convirtió en su pareja oficial-, Francisco Javier Medina, de la coartada (a medias) que le dio en las primeras declaraciones que efectuó en sede policial y judicial: "Él no estaba allí al salir de trabajo", es decir, que no se marcharon juntos del súper en el que ambos compartían turno vespertino el día de los hechos.

Es más, aquel 27 de abril de 2013 "Castro, el gerente, se despidió de mí y me dijo "buenas noches" y "nos vemos el lunes"; si él (Medina) hubiera estado allí conmigo, Castro no me hubiera dicho ni adiós porque le tenía muchísimos celos".

Me pidió que me aclarara, que eligiera entre él o mi marido; yo no me iba a divorciar"

Ella calcula que acabó su jornada laboral en torno a las 22:05. Marianela indicó al tribunal que recibió una llamada telefónica de Medina -a las 22:09 y que duró algo más de siete minutos- cuando ella se dirigía a su coche y vio al inculpado en la acera de enfrente de la calle La cierva. Los investigadores ubican los hechos justiciables entre las 21:50 y las 22:10.

Durante todo ese tiempo que estuvieron hablando mientras ambos conducían, "él no saludó a los caballistas ni se paró a hablar con ellos ni con el gerente para que le dijera lo de las llaves; estuvo hablando conmigo todo el tiempo". Contradice así la versión de Fran Medina, que el pasado jueves aseguraba que en el camino del trabajo a casa de sus padres en la calle Cristo habló con Olmedo, saludó a dos caballistas en las inmediaciones de El Chaparral y luego conversó con su superior porque se le había olvidado pedirle las llaves del negocio para poder abrirlo a las 6:00 del lunes.

Marianela fue tajante al indicar que no todas las puertas de salida del supermercado estaban siempre controladas por sus jefes y que, "aunque no se debía, podíamos salir por la puerta de descarga, que no la controlaba nadie".

Cuando el fiscal del caso, Pablo Mora, solicitó que se le mostrara el fotograma en el que se ve a Medina a las 21:00:59 pasando por las líneas de caja del supermercado, indicó que "se le ve como saliendo a la calle", al tiempo que garantizó que "él se movía por la tienda con mucha facilidad" porque ejercía distintas funciones según las necesidades del comercio.

El abogado defensor del presunto autor de los hechos, Francisco Baena Bocanegra, subrayó a lo largo del interrogatorio que Marianela Olmedo estaba incurriendo en constantes contradicciones. Ella se defendió especificando que, en los momentos de confusión que sucedieron a la detención (en junio de 2014) del que tras los crímenes se convirtió en su pareja oficial, "yo estaba en estado de shock y he ido recordando mejor las cosas después de someterme a muchos tratamientos, esto es un auténtico calvario, no tengo vida".

La mujer lo pasó mal cuando las agentes judiciales de la sala le exhibieron, a petición del Ministerio Público, las tres toallas en las que el Instituto Nacional de Toxicología localizó grandes cantidades de restos genéticos de Fran Medina.

Aclaró que poco antes de que el 8 de abril se mudara a vivir a la calle Cabañeros, en torno a los días "4 ó 5 de abril" de 2013, "lo dejé todo lavado con agua caliente, lejía y quitagrasas, tanto las toallas como las sábanas" del piso del número 3 de la avenida de los Reyes. Ella misma las colocó en los dos baños de la vivienda conyugal.

Preguntada sobre si mantuvo relaciones sexuales con Medina el 6 de abril y si se duchó escasas horas después en el piso, contestó que sí, pero "me sequé con el albornoz, en ningún momento toqué las toallas". De este modo anuló la posibilidad de que el ADN del acusado estuviera en esas tres toallas por transferencia indirecta de semen. También descartó que tocara las toallas al lavar a la pequeña María: "Ella esa noche no se quiso bañar".

Olmedo indicó que Medina calzaba un 42 y que "no estoy segura de que él supiera dónde guardaba yo las llaves del piso". De la noche del crimen sí le llamó la atención que su entonces amante "llegó muy tarde" a la casa de la calle Cabañeros donde ella lo esperaba para cenar.

Sobre su relación con Fran, clandestina en los inicios, remarcó que "me hacía la vida imposible" y que "era muy celoso". Tanto que le acabó pidiendo que "me aclarara, que eligiera a uno u otro". Pero que ella mantenía entonces que "no me iba a divorciar legalmente hasta que mi niña y Miguel Ángel no estuvieran bien". Previamente la había presionado, testificó ella ayer, "para que le pidiera a mi marido la mitad del piso de la avenida de los Reyes para invertir el dinero en las reformas de su casa".

A todo sumó que su amante la controlaba en exceso, tanto que le decía qué ropa no podía ponerse o accedía a su antojo a su teléfono "y yo borraba las llamadas que le hacía a Miguel Ángel para hablar de la niña para que no se enfadara". Olmedo dice que hasta le prohibió ir a casa de sus suegros en la Navidad de 2012. Una vez "tuve el valor de decirle por teléfono que me estaba maltratando psicológicamente".

Lo describió como un hombre "trabajador" pero también violento, capaz de enfrentarse al padre de Miguel Ángel en un bar hasta el punto de que "lo cogió del cuello y lo zarandeó". Marianela relató que recibía llamadas con número oculto y que en principio sospechaba de la exnovia de Medina y de su cuñado, Aníbal Domínguez. Esto motivó que su amante "fuera a buscar a Aníbal a su casa para darle una paliza", aunque no sabía a ciencia cierta si era el autor de los anónimos. "Se llevó entre una hora o dos horas esperándolo en la puerta, pero como no llegó se acabó marchando".

Después de producirse el doble asesinato, Medina cambió: "Su celos se acabaron y entraba en mi casa como si le hubiera quitado el puesto a mi marido". Él la acompañaba al cuartel de la Guardia Civil, al psicólogo y al psiquiatra. "Quería tener hijos conmigo, yo no quería tener más hijos".

Marianela aclaró que ella nunca llegó a subir al piso de la avenida de los Reyes el fin de semana de los crímenes pese a que no lograba contactar con su todavía marido "porque ya estaba separada de él y le tocaba a él el fin de semana con la niña; gracias a Dios no subí".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios