FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Sevilla

La pérdida de la Arcadia feliz

LA historia no puede ser más romántica, pensará el niño cuando la escucha. Sus padres se conocieron gracias a Bécquer. El matiz viene después, como en la canción de Mecano. Miguel y Eva, los padres de Miguel Ángel, se conocieron en el pub Bécquer de la calle Bécquer. Pero antes pasaron muchas otras cosas para que el niño que escucha el trasiego viajero de su padre naciera en Sevilla, saliera de nazareno en la Borriquita y la Macarena y estudie en el San Francisco de Paula.

A Miguel sólo le llama Miguel Ángel su madrina. En el bar Norte / Sur, en la calle Feria, como las que hay muy pocas en el mundo según dice Chaves Nogales en su biografía de Belmonte, todo el mundo lo conoce por Miguel. Y saben que es gallego por las especialidades -pulpo, empanada gallega- y los pósters del Celta de Vigo. Miguel Soto Gil (1966, Arcade, Pontevedra) encarna el espíritu emigrante del gallego.

La familia eligió como destino Holanda, igual que el hijo varón de Blas Infante. Primero llegó su padre, que se colocó de soldador. Su madre, también de Arcade, el paraíso de las ostras, empezó a trabajar en una fábrica en la que le quitaba los nudos a los cigarrillos en una cinta industrial. Miguel llega a Rotterdam poco antes de cumplir los tres años. Poco antes lo hicieron sus hermanos María Josefa y Joaquín.

"Yo hablaba en gallego con mi padre y en holandés con mis hermanos. De español no sabía ni papa". Miguel se convirtió en intérprete de su madre. "Ella sólo sabía decir en holandés buenos días, buenas tardes, pero se manejaba bien con los florines". Recuerda como una nebulosa la guardería "a cuenta del Estado", mucho más nítidamente el impacto de la muerte de Franco y mucho mejor la escapada con su hermano y unos amigos a ver un Feyenoord-Dinamo de Kiev.

En la ciudad natal del autor de Elogio de la locura, Miguel intentó hacer su particular Erasmus. "Si mis padres no se hubieran separado, yo me quedo en Holanda. Quería estudiar Electrónica. Me había hecho a ese país. Mi mente era holandesa y pensaba en holandés". Sin olvidar de dónde venía. "Un sentimiento común a todos los emigrantes es que España la sientes como un todo; allí no había Canarias ni Galicia ni Madrid". Un país que recuerda en las antípodas de la Galicia rural y pesquera. "Muchos lagos, todo el mundo en bicicleta". Los dos hermanos hicieron la primera comunión en Rotterdam. "Me regalaron el primer reloj de mi vida".

Vivirá dos regresos a su Galicia natal. Durante unos meses trabaja con su padre en la pesca de la anguila, camarones y chocos, jugando con los ciclos de la marea. "Se ganaba dinero y trabajabas tres o cuatro horas". Sus padres entablaron amistad en Holanda con un matrimonio, Julián, de Ávila, y María, sevillana. "Los invitaron a pasar una temporada en Sevilla. De vacaciones, no para trabajar. Al final, los dos matrimonios se metieron en un bar, era Semana Santa y a mi madre se le iluminó la gallega que siempre ha llevado dentro".

Miguel siguió con las anguilas en el barquito de su cuñado en Arcade y su padre fue en su busca. "Yo no quería venir, dejé allí una novia". La segunda llamada de la tierra fue para hacer el servicio militar. Lucía un pelo nederland. "Mi padre me decía de broma: mira la Pantoja". Primer destino en Ferrol, con alguna visión del entonces príncipe Felipe, dos años más joven, en la Academia de Marín. Después, en Vigo para encargarse de contar el aforo de los barcos, con algunas incursiones en las exóticas islas Cíes, incluida su playa nudista.

A Sevilla llegó por primera vez antes de cumplir los 18 años. "La recuerdo grande, calurosa, con luz, enorme, en expansión". Trabajó de electricista en TorreTriana, antes de la Expo, y en un bloque de viviendas de Gines. Pero el destino le esperaba detrás de un mostrador. "Yo no había nacido para atender a la gente. Pero los gallegos tenemos eso, que o lo haces bien o no lo haces".

A Holanda nunca volvió. A Galicia, sólo en los entierros. La cruz de Santiago está en el escudo del Celta de Vigo y en la túnica de la Borriquita que lleva su hijo, que el próximo año saldrá en el Amor. En el pub Bécquer conoció a una sevillana "macarena y sevillista" con la que se casa en julio de 2000. "Llevo treinta Madrugadas en la calle Feria. Cada vez que pasa el Cristo y el palio, apagamos las luces del bar. Te lo digo y me emociono". Sólo cruzó el océano Atlántico, la senda de los gallegos, en la luna de miel a la República Dominicana.

Además de las ostras, Arcade es célebre por un rally hasta Puente Caldelas y por el puente sobre el río Verdugo en el que se libró una batalla contra los franceses que aparecen en el mosaico de la provincia de Pontevedra.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios