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El compromiso de Calamocha

  • Francisco Gascón Latasa. Catedrático de Física, todos sus destinos miraban al norte: Vitoria, Barcelona, Coruña, Oxford, París, hasta que conoció a una sevillana de la calle Feria en un guateque.

SE conocieron de adolescentes en Calamocha, en una reunión de amigos. No imaginaban que muchos años más tarde Francisco Gascón (Torrijo del Campo, Teruel, 1936) y Pilar García Tena (Segorbe, Castellón, 1937, desde los cinco años en Teruel, iban a formar parte del coro de la Casa de Aragón de Sevilla. Sus respectivos amores -y el oficio- les llevaron a abandonar la capital de los Amantes y echar raíces.

Gascón, catedrático de Física, materia cuyas entrañas ha enseñado a ingenieros de minas y a arquitectos, siempre miraba al norte: Zaragoza, Pamplona, Vitoria, Barcelona, La Coruña, Toulouse, París, Oxford, hasta que en Sevilla, ciudad a la que llega en 1967, en un guateque conoció a Pilar, una sevillana de la calle Feria con la que se casó en 1972 en la capilla de los Luises de los Jesuitas en la calle Trajano.

El novio de Pilar García Tena es catalán pero trabajaba en Sevilla. Como mandan los cánones, la boda, en 1974, se celebró en la catedral de Teruel. Esta turolense adoptiva llega a Sevilla recién casada y con nuevo destino. Había sido maestra de párvulos en dos pueblos de Teruel, Monreal y Escucha, un pueblo minero, y consiguió plaza en un centro de San José de la Rinconada. "Llegaron muchos aragoneses, mucha gente de Teruel, porque habían cerrado la azucarera de Santa Eulalia del Campo, cerca de Albarracín, y se vinieron a la de San José". De allí pasó a Sevilla, al colegio Julio César, en Pino Montano. "Ahora vivo en José Laguillo y veo todos los días la Giralda cuando me levanto".

Estos amigos y paisanos forman un tándem perfecto: el alfa y omega de la enseñanza. Gascón siempre se ha movido entre un alumnado de universitarios, y todavía acude a la Escuela de Arquitectura. Su especialidad ha sido "la superconductividad a muy bajas temperaturas, porque a altas temperaturas no se había descubierto". Por eso habla con conocimiento de causa cuando dice que en la batalla de Teruel -él tenía dos años, Pilar dos meses- "los que peor lo pasaron eran los conductores de los camiones. El camión es un mal aislante cuando se queda parado a la intemperie con más de veinte grados bajo cero. Los conductores morían todos congelados".

Pilar García Tena trabajó en los cimientos de la enseñanza: lo que llamaban párvulos y hoy es Preescolar, lo que han iniciado Pedro y Sara, sus nietos mellizos, los hijos de Javier y Mari, su nuera, que se conocieron estudiando Económicas en Sevilla. "Yo enseñaba los colores, lo grande, lo pequeño, el brazo derecho, el brazo izquierdo. Hay gente mayor que no sabe dónde están la derecha y la izquierda porque no se lo enseñaron en el colegio".

Se han integrado a las mil maravillas a Sevilla. Francisco, Paco, es abonado a la Sinfónica; y Pilar a la ópera. Es una enamorada de la ciudad donde trabajaba su novio. "Me gusta perderme por el centro, salir con una amiga a investigar las moras del Alcázar, los magnolios cuando es época de magnolios; ir al museo de Bellas Artes, a la Catedral, que algunas veces nos enseña el organista Ayarra, aragonés de Jaca. Yo creo que disfrutamos más la ciudad que los sevillanos porque como ellos la tienen desde siempre. Yo me subo a un autobús y no me canso de mirar".

El físico de Torrijo del Campo, bañado por el río Jiloca, fue socio de una efímera caseta de Feria, Los de Aragón, donde había fino, "la manzanilla todavía no se había popularizado", y tinto Cariñena, "no es el mejor, pero es el más conocido". Desde la tercera planta de la sede de la Casa de Aragón en la calle Velázquez, Pilar destaca la petalada que todos los años le arrojan a la Virgen del Cerro. Allí se vive un mestizaje en el que se cantan jotas y se bailan sevillanas. Sincretismo regional avalado con el himno que les compuso el maestro Abel Moreno, un andaluz de Huelva casado con una aragonesa.

A Pilar le gusta más hablar de los amantes de Teruel, "una de las mejores fiestas medievales que hay en España", que de la batalla de Teruel, ese cruento episodio que anegó de dolor las Navidades de 1937, el año que nació Pilar y empezó a andar Gascón. También le gusta jugar al guiñote, "se juega en pareja y es parecido al tute". Los turolenses de Sevilla animan todos los años la celebración de la cincomarzada en el Alamillo con productos vernáculos y nostalgia la justa.

Ciudad de amantes y de batallas. La cara y la cruz de la humanidad. Querer y odiar. Un fresco para una película de Buñuel, turolense de Calanda, "famosa por Buñuel y también por sus melocotones", añade Pilar García Tena. Paco Gascón cayó en el embrujo del sur. "Nunca había estado en Andalucía. La conocía por las películas de Carmen Sevilla".

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